Los partidos necesitan militantes o afiliados para mantener el registro y así participar en las elecciones. También, como no le pierden, pueden recibir una lana por las cuotas de afiliación o aportaciones voluntarias. Entonces, no importa si tu nombre aparece en la lista del partido que amas o el que odias, el chiste es que no pueden hacerlo sin tu consentimiento expreso.
Hasta enero de este año, había más de mil 600 quejas de personas que estaban afiliadas y nadie les avisó. El PRI tenía más de mil de estas denuncias, el PRD tenía como 400 y el Verde afilió a 90 personas sin decirles ni agua va.
Por eso, el INE se armó una herramienta en línea —es gratuita— para que revises por tí mismo y compruebes si alguien te jugó chueco. Para entrar a ella nada más necesitas entrar a esta liga, elegir buscar entre partidos políticos nacionales o locales, ingresar la clave de tu credencial y esperar a que no aparezca ningún resultado.
Es importante que los electores realicen esta revisión porque la decisión de afiliarse a un partido es exclusiva de los ciudadanos y debe hacerse de manera voluntaria. Una parte importante sobre las afiliaciones: son individuales, o sea, no se vale afiliarse en montón.
Si te salió que sí formas parte de un partido, la cancelación se hace ante los mismos que te metieron a sus filas, en las oficinas de cada partido. Sin embargo, también puedes denunciar por afiliación indebida en la Unidad Técnica de lo Contencioso Electoral o ante la Junta Local o Distrital.
Ojo, que ser militante no es lo mismo que ser simpatizante: los simpatizantes pueden entrarle en las actividades de los partidos políticos y hacerle fiesta a los candidatos, pero solo los militantes pueden participar en la toma de decisiones.
¿Pa’qué querría ser militante?
Hay varios derechos que obtienen cuando se algún ciudadano decide convertirse en militante de algún partido. Por ejemplo, pueden postularse a candidaturas de elección popular o a la dirigencia del partido en el que militan. También, pueden participar en asambleas, consejos o convenciones en donde se tomen las decisiones dentro del partido.
Eso sí, también tienen unas obligaciones como contribuir a las finanzas del partido y cumplir con los estatutos.
¿Por qué me afiliaron?
Los partidos necesitan militantes para mantener el registro; pero también necesitan algo muy importante: llenar las arcas con cuotas obligatorias.
Por ejemplo, el PRI tiene tres cuotas distintas. Tienen las ordinarias, extraordinarias y las voluntarias. Según su reglamento, los los militantes, colaboradores, cuadros, dirigentes y organizaciones, deben contribuir con el 3% de sus ingresos mensuales. Mientras tanto, los servidores públicos locales, estatales y federales deberán aportar mensualmente el 5% de sus sueldos al partido tricolor. El apartado extraordinario —faltaba más— es exculsivo para la época electoral.
En el PAN, los militantes deben contribuir con los gastos mediante una cuota “anual ordinaria de carácter voluntario”. Sin embargo, aunque no precisan porcentajes, también tienen un apartado de pagos extraordinarios electorales.
En Morena, el artículo 67 de sus estatutos hace mención a un reglamento y detalla que la contribución de los militantes será de un peso diario. Pero ahí tienen algunas otros detalles: si eres legislador o representante popular de ese partido la cuota es de la mitad de todas tus percepciones.
Si en tus planes a futuro está el ser candidato de Morena, deberás aceptar que el 50% de tus percepciones totales se vayan en aportaciones al partido. En el artículo 69 de sus estatutos dice que es una condición para que esta organización abandere tu luchita.
En el partido del Sol Azteca son un poquito menos pasados. Ahí, nomás le cobran a los militantes un día de salario mínimo al año. Sin embargo, como en los otros partidos, si ocupas un cargo o eres funcionario tendrás que caerle con un porcentaje de tus ganancias mensuales.