“Esperamos poder volver a rizar el rizo y superar estos los éxitos de estos dos últimos años», desea Rafael Tejada acerca del futuro de la plaza
Los caballeros Fernando Salgueiro y Frederico Cunha, homenajeados por sus 50 años de alternativa
La undécima del abono de Lisboa resultó, en líneas generales, un éxito. Al final de la corrida un nombre sonaba con fuerza en la boca de los aficionados: Joao Moura. En el cuarto toro, bravo y exigente, el maestro de Monforte hizo retroceder en el tiempo a todos los presentes, convirtiéndose de nuevo en Niño Moura, aquel fenómeno juvenil que hace más de cuatro décadas revolucionó el toreo ecuestre. Anoche repitió el milagro. Si bravo era el toro, más bravo fue el caballero, que arrancó un triunfo notable, haciendo alarde de sus eternas virtudes: sabiduría para entender el toro desde el primer momento, ganas desbordantes para plantarle batalla, dibujando suertes de verdad, y aguante cabalgando recto y rematando en un palmo de terreno. No todo fue perfecto, porque las obras de arte nunca lo son, como esta faena ecuestre elevada a sinfonía, basada en la inspiración del momento, que puso a la Monumental de pie e hizo caer no pocas lágrimas nostálgicas en los ojos de los aficionados más veteranos. Frente al que rompió plaza, Moura anduvo correcto ante un oponente al que le faltó transmisión. La lidia transcurrió sin demasiada emoción.
Los toros de Antonio Charrua contribuyeron de forma satisfactoria al buen resultado del festejo. Sus virtudes fueron la extrema nobleza y la movilidad. Asimismo, faltó chispa y fuerza a algunos de los ejemplares. Destacaron por sus francas embestidas tercero y cuarto.
PABLO Y FERNANDES, A BUENA ALTURA
El rey de los rejoneadores, Pablo Hermoso de Mendoza, quien impulsó decisivamente la revolución mourista alzando el rejoneo a cotas nunca antes imaginables, regresó a “su casa”, la catedral del toreo a caballo, donde se le quiere con fervor. Y no decepcionó a sus seguidores. Cuidó primorosamente la lidia del segundo, noble pero escaso de fuerzas. Nadie podría sacarle más partido que el maestro de Estella, que le dio las distancias adecuadas, diseñó impecablemente las suertes, bregó con clase y poderío siempre con la complicidad del cónclave. No pudo redondear su triunfo ante el quinto, el más complicado del encierro, a pesar de haber clavado varias banderillas de buena nota, a lo largo de una faena laboriosa, hábilmente construida. El navarro mantiene su idilio con Lisboa.
A Rui Fernandes, que cumplió veinte años de alternativa, le rodaron bien las cosas, en especial durante la vibrante y muy completa faena con el codicioso tercero, al que aprovechó para realizar una de sus mejores actuaciones en la capital. Dejó patente la madurez de su estilo alegre y espectacular, a la par que la seguridad con que realizó suertes variadas, consumadas con acierto. Demostró el buen momento que atraviesa. La lidia al toro que cerró plaza se desarrolló de menos a más, dejando patente el empeño del caballero en obtener el triunfo. Los momentos álgidos llegaron en el segundo tramo de la faena, donde se apreciaron banderillas de mérito. En conjunto, balance claramente positivo de su paso por Campo Pequeno.
Noche dura de los forcados amadores de Évora y de Alcochete, que realizaron valientes pegas de cara entusiasmando al público. Destacó, por su brillantez, el grupo de Alcochete.
Lisboa (Portugal), jueves, 6 de septiembre de 2018. Toros de Antonio Charrua, muy nobles y con movilidad. Destacaron 3° y 4°. El ganadero dio la vuelta al ruedo. Joao Moura, vuelta y vuelta con llamada; Pablo Hermoso de Mendoza, vuelta y vuelta; Rui Fernandes, vuelta y vuelta. Entrada: Lleno. Al iniciarse el festejo, se rindió un homenaje a Fernando D’Andrade Salgueiro y a Frederico Cunha, conmemorando sus 50 años de alternativa.