Eduardo Domínguez,
“Le dije que era la mejor ropa que tenía y que lo único que quería era jugar para mostrar de lo que era capaz”, recordó Sadio Mané (Banbali, 10 de abril de 1992) al tratar de describir cómo fue ese día en M’bour, la ciudad más grande para practicar futbol en Senegal, cuando un anciano le preguntó si no estaba en el lugar equivocado al ver las zapatillas rotas y el short desgastado que portaba a solo minutos de realizar una prueba que encaminaría su vida.© Editorial Medio Tiempo Sadio Mané llenar a su gente de alegría, siendo la más reciente su clasificación a Qatar 2022 (mediotiempo)
“Luego entré al campo y pude ver el asombro en sus ojos”, añadió a la versión francesa de Goal (septiembre, 2017) sonriente todavía por cómo su inquisidor se maravilló al ver cómo arrastraba el balón por el campo, con desparpajo, potencia e incisivo, tal vez como ningún otro joven lo hizo esa tarde. “Se me acercó y me dijo: ‘Te llevo, vas a jugar en mi equipo’«.
Días después el joven se encontraba ya en la ciudad de Dakar, la capital del país, donde los reclutares de la academia del club Génération Foot organizaban pruebas para tratar de sumar talento. Le pusieron el número 10 en la espalda, jugó unos 15 minutos y después el partido fue detenido, tras ser convencidos de que no tenía más que mostrar.
“Le dije a mi colega: si este niño recibe un buen entrenamiento, se convertirá en un gran jugador”, explicó Jules Boucher, cabeza de la expedición, a quien llevó a Mané a la práctica junto a otros tres jóvenes que encontró también a M’bour en entrevista a France 24 en diciembre pasado. Ahí pareció iniciar todo… No fue así.
Golpes para no jugar
Mané recuerda que desde que tiene conciencia, dos o tres años, empezó a practicar el futbol e incluso señala que era su única diversión al no asistir por falta de fondos a la escuela, aunque su padre, que era un imán en su pueblo natal, no quería verlo practicar ese deporte al grado de que lo golpeaba para disuadirlo, algo que no logró.
Imaginarse en la selección de Senegal cuando jugaba con sus amigos era común y a él le gustaba imitar a El Hadji Diouf, un portento de ébano que encabezaba a su representativo en esa Copa del Mundo de 2002, certamen en el que su país llegó a los Cuartos de Final, donde fue eliminado por Turquía, un Mundial que algo agitó en la cabeza de Mané.
A los 15 años, en 2007, Mané decidió salir de casa para buscar su ideal, el cual estaba dentro de los campos de futbol. Se fue sin dinero, en una aventura que no cayó nada bien en su familia, pero que igual acabaría por ayudarle a convencer a sus cercanos de lo que realmente quería. Por eso que dieran su aval de que viajara a Dakar, cuando Génération Foot lo quiso en sus filas.
“En mi pueblo todos me decían que yo era el mejor. Pero en mi familia la religión ocupaba un lugar especial y querían un destino diferente para mí. Empecé a convencerlos de que podía irrumpir en ese campo cuando me fui a Dakar. Al principio no lo aceptaron, pero en cuanto pudieron medir mi voluntad de triunfar, me ayudaron”, añadió a Goal.
En ese punto, fue su tío el que le tendió primero la mano, pero hay versiones en prensa de su país de que la gente de su pueblo también colaboró con algunas monedas, gesto que se habría quedado muy en la cabeza del futbolista, quien nunca abandonó a su gente.
Maravillar a cada paso
Génération Foot es un club que desde sus primeros años estableció relación con el club francés Metz, que hoy juega en la Ligue 1, por lo que quien brillara ahí podría dar fácil el salto a Europa, algo que logró Mané tras solo dos años que estuvo ahí (2008-2011). Debutó en la Ligue 2 en 2012 y de ahí pasó, un año después, al Red Bull Salzburg, donde disputó 87 partidos y marcó 45 goles. En 2014 vendría Southampton, en la Premier League, para hacer 25 goles en 75 partidos, y finalmente apareció Liverpool, club que puso 36 millones de euros para firmarlo en 2016.
En los Reds forma parte de un ataque de ensueño junto a Mohamed Salah y Firminio para ganar ya la Premier (2020), la Champions (2019), el Mundial de Clubes (2019) y la Supercopa de Europa (2019), aunque muy seguramente los éxitos que más ha disfrutado son la Copa Africana de Naciones y el pase a la Copa Mundial de Qatar 2022, ambos a costa de Egipto, ya que así honró a Senegal, un país por el que daría todo, literal.
«¿Para qué quiero diez Ferraris, veinte relojes con diamantes y dos aviones? ¿Qué haría eso por el mundo? Yo pasé hambre, trabajé en el campo, jugué descalzo y no fui al colegio. Hoy puedo ayudar a la gente. Prefiero construir escuelas y dar comida o ropa a la gente pobre«, apuntó en octubre de 2019 un futbolista que salió de casa con unos zapatos viejos y un short que no era ideal para jugar al futbol.