Fernando Adrián abrió la Puerta Grande y Saldívar demostró firmeza
Cuando el toro es bravo y transmite emociones, el toreo suele fluir con una naturalidad más armoniosa, como sucedió hoy en Madrid, donde el público que acudió a Las Ventas, vibró con una corrida sumamente interesante del hierro de Santiago Domecq, que permite contar tres historias distintas, pero igualmente valederas.
Por una parte, la Puerta Grande de Fernando Adrián, un torero marginal que hoy demostró que necesita mayores oportunidades. Por otra, la de un clásico –además de pundonoroso– Álvaro Lorenzo y, por último, la de un torero mexicano, Arturo Saldívar, que acudió a esta cita con el corazón en la mano y la ambición necesaria para torear en la plaza más importante del mundo.
Desde luego que los toros de la divisa andaluza reivindicaron que esto se sigue llamando «Fiesta de toros», que no «de toreros», y a partir de entonces todo adquiere un valor especial, como fue esa primera lidia de Saldívar con «Manosfinas», un toro colorado y serio, que le echó mano de fea manera cuando intentaba ejecutar una espaldina un tanto atravesado en el viaje.
Repuesto de tan desagradable comienzo, el hidrocálido entendió que aquella batalla no iba a ser fácil y así lo asumió para plantarle cara decididamente en una faena recia, en la que la voltereta acechaba a cada instante, sobre todo cuando el toro no se sentía podido. Así que Arturo se afanó en taparle la cara y llevarlo largo, sometido, en series por ambos pitones que, sin llegar a redondearse del todo, dejaron clara su férrea convicción, aquélla que desde el brindis al cielo –seguramente a la memoria de su inolvidable mentor, Julio Esponda– había quedado expuesta.
El toro nunca terminó de entregarse, pero sí el torero que, en un descuido más propio de un novillero rabioso que de un espada experimentado, sufrió otra voltereta antes de culminar su entonada labor mediante una estocada un tanto trasera, perpendicular y desprendida, que le impidió cortar una oreja.
El ensabanado y mosqueado segundo, un toro guapo, de espectacular capa, sirvió para constatar que la corrida iba a ser variopinta, y aunque en su conjunto no estaba igualada, pues varios toros tenían hechuras distintas, lo mismo que cornamentas, finalmente eso también contribuyó a mantener el interés del público, que conforme transcurrió la tarde se fue compenetrando cada vez más con el comportamiento de toros y toreros.
Ese «Costurero» no acabó de romper, y fue un tanto incierto, pues teniendo un aceptable pitón izquierdo, le faltaba recorrido. A pesar de que su condición no era la más indicada para gustarse, Fernando Adrián nunca lo dudó y procuró hacerle bien las cosas, en medio de la expectación de la gente que miró con mucho agrado una faena que culminó de una estocada entera y desprendida, cortó la primera oreja de la función.
El tercero de la tarde, de nombre «Nubarrón», fue un toro manejable y deslucido, con el que Álvaro Lorenzo, un torero que ya sabe lo que es triunfar en esta plaza y también lo que significa caer gravemente herido, le hizo una faena estructurada, en la que siempre dejó las zapatillas ancladas a la arena para bosquejar diversos detalles muy toreros, hasta que el escaso fondo del toro se terminó.
Consciente de la necesidad de trascender, Arturo Saldívar salió a entregarse nuevamente con el cuarto, que llevó por nombre «Sensible», un toro negro de capa, de amplio pecho y 572 kilos, que fue un tanto protestado porque no tenía la cara que suele gustar al sector más reaccionario de la plaza.
Sin embargo, a la par que el mexicano volvía a torear de capote con soltura, la condición del toro fue ir a más y, aún sin acabar de entregarse, desarrolló un comportamiento enrazado que, aunado a su movilidad y transmisión, le permitió a Saldívar dejarle la muleta puesta en la cara y ligarse meritorias tantas en los mismos medios de la plaza, ahí donde la embestida del toro pesaba todavía más.
El hidrocálido giró una y otra vez sobre los talones en series en las que buscó más estar eficaz que artista, sabedor de que «Sensible» no le iba a perdonar ningún error, y así elaboró un trasteo que conectó con un público que, a esas alturas de la corrida, ya estaba, precisamente, más receptivo a aquilatar todo lo que estaba sucediendo.
Después de unas manoletinas finales, Saldívar mató de una estocada de mejor colocación que la anterior, en la que realizó la suerte con facilidad, pero luego ya no lo llamaron a saludar una ovación, y se quedó en el callejón, pensativo, con la seguridad de que su paso por Madrid fue de torero macho que vino a dar la cara con hombría. Y dejó una magnífica impresión con vistas a –¿por qué no?– volver antes de que transcurran otros ocho años.
El quinto se llamó «Contento», y vaya que acudió feliz a las telas desde que Fernando Adrián lo toreó con el capote y luego en el vistoso tercio de banderillas, con esos valientes pares de Raúl Ruiz y la lidia de capote tan torera de Curro Javier, uno de los subalternos que a más alto nivel ha rayado en este San Isidro.
Y de sobra se vio que el toro de Santiago Domecq iba a tener clase y duración, escondiendo ese gran fondo de bravura que obliga a un ejemplar como éste a embestir sin descanso, humillado, que brilló en una faena tal vez no tan redonda, pero que tuvo instantes de calidad, como fueron los naturales a mitad del camino, y más aún los doblones finales, en los que «Contento» llevaba el morro por la arena.
Un feo metisaca no fue impedimento para que el público, tras la estocada definitiva, a «toma y daca», pues Fernando Adrián resultó cogido, sacara los pañuelos en demanda de la oreja para el torero madrileño, que con ello se aseguraba una Puerta Grande un tanto benévola si se considera la mácula de esa primera entrada a matar. No obstante, el juez de plaza –paisanaje de por medio– aceptó hacer cumplir el reglamento, como no se ha cumplido en otras legítimas solicitudes de premio, y soltó la anhelada oreja. Y así, no sólo el toro… todos «contentos».
En el último, que fue bautizado como «Peleador», el verdadero «peleador» fue Álvaro Lorenzo, que no se miró la ropa al levantarse tras la cornada sufrida en el primer muletazo de la faena. Sereno, clásico, y muy torero, el toledano hizo gala de su madurez y volvió a trazar otra faena de excelente corte, con naturales de uno en uno, en los que se recreó ante las embestidas de un toro tardo y noble, al que despenó de una estocada por arriba que le valió una aclamada vuelta al ruedo, antes de pasar por su pie a la enfermería.
Al terminar la corrida, la gente salió feliz de la plaza luego de haber presenciado una auténtica «corrida de toros», y por consiguiente también de toreros –hombres comprometidos con su vocación–, ahí donde la bravura fue el eje que sigue rigiendo este hermoso ritual, deliberadamente anacrónico, que apasiona a aquellos que tienen la sensibilidad para degustarlo.
Ficha
Madrid, España.- Plaza de Las Ventas. Decimonoveno festejo de la Feria de San Isidro. Tres cuartos de entrada, en tarde soleada y agradable. Toros de de Santiago Domecq, bien presentados, con excepción del 4o., por su falta de cara, un tanto protestado, desiguales en hechuras, pero de interesante juego, de los que destacó el 5o. por su bravura y su clase, premiado con la vuelta al ruedo. Pesos: 543, 570, 551, 572, 599 y 540 kilos. Arturo Saldívar (berenjena y oro): Ovación y silencio tras aviso. Fernando Adrián (blanco y oro): Oreja y oreja. Álvaro Lorenzo (gris plomo y oro): Silencio tras aviso y vuelta tras petición, con un aviso. Incidencias: Álvaro Lorenzo sufrió una cornada al comenzar la faena del 6o., en el muslo izquierdo, y se mantuvo en el ruedo hasta darle muerte. Posteriormente, ingresó a la enfermería para ser atendido, motivo por el que minutos después el parte que expidieron los médicos García Padrós y García Leirado señaló lo que sigue: «Herida por asta de toro en el tercio superior de la cara interna del muslo izquierdo con una trayectoria ascendente de 15 centímetros que produce destrozos en musculatura abductora. Herida de 4 centímetros en región submetoniana, atendida bajo anestesia local y sedación, siendo intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza y trasladado a la Clínica de la Fraternidad. Pronóstico reservado». Sobresalió en banderillas Curro Javier, que saludó una ovación en el 3o., y lidió con mucho temple al 6o. y saludó otra vez, lo mismo que Raúl Ruiz, con los palos, en ese toro. El ejemplar premiado con la vuelta al ruedo se llamó «Contento», número 14, negro, con 599 kilos.
Madrid, España.- Plaza de Las Ventas. Decimonoveno festejo de la Feria de San Isidro. Tres cuartos de entrada, en tarde soleada y agradable. Toros de de Santiago Domecq, bien presentados, con excepción del 4o., por su falta de cara, un tanto protestado, desiguales en hechuras, pero de interesante juego, de los que destacó el 5o. por su bravura y su clase, premiado con la vuelta al ruedo. Pesos: 543, 570, 551, 572, 599 y 540 kilos. Arturo Saldívar (berenjena y oro): Ovación y silencio tras aviso. Fernando Adrián (blanco y oro): Oreja y oreja. Álvaro Lorenzo (gris plomo y oro): Silencio tras aviso y vuelta tras petición, con un aviso. Incidencias: Álvaro Lorenzo sufrió una cornada al comenzar la faena del 6o., en el muslo izquierdo, y se mantuvo en el ruedo hasta darle muerte. Posteriormente, ingresó a la enfermería para ser atendido, motivo por el que minutos después el parte que expidieron los médicos García Padrós y García Leirado señaló lo que sigue: «Herida por asta de toro en el tercio superior de la cara interna del muslo izquierdo con una trayectoria ascendente de 15 centímetros que produce destrozos en musculatura abductora. Herida de 4 centímetros en región submetoniana, atendida bajo anestesia local y sedación, siendo intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza y trasladado a la Clínica de la Fraternidad. Pronóstico reservado». Sobresalió en banderillas Curro Javier, que saludó una ovación en el 3o., y lidió con mucho temple al 6o. y saludó otra vez, lo mismo que Raúl Ruiz, con los palos, en ese toro. El ejemplar premiado con la vuelta al ruedo se llamó «Contento», número 14, negro, con 599 kilos.
Please follow and like us: