En la tarde en la que se lidiaron seis bueyes se le quedó a Madrid en la retina el enorme capote de Luque y se le olvidó entre bostezos el increíble inicio de faena de Juan Ortega al sexto.
TEXTO: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOS: LUIS SÁNCHEZ-OLMEDO
Era el sexto de la corrida. La tarde de Madrid ya se había sumido en un clímax en el que el aplomo de seis marmolillos se había cargado a todo y a todos los supervivientes que no se habían ido a ver el Atleti-Real Madrid en el quinto. Y, con el perdón del capote de Daniel Luque, llegó lo más torero de la tarde. Se lo dio Juan Ortega a ese buey de El Puerto.
Hizo el toreo callado entre las voces impertinentes y olvidadizas de aquellos que repetían que «jamás volviese está ganadería a Madrid», no recordando la gloria de un hierro que tantas tardes de gloria dio a Las Ventas –incluso en los dos últimos Otoños, con Perera y De Justo en volandas-. De los inicios de faena con mayor rotundidad que un torero ha sellado este año en esta plaza, pero con el eco más irrelevante que se recuerda por estos lares.
Y, aunque luego la obra fructificase en un silencio posterior por la somnolencia en la que se había sumido la tarde, la pincelá se la llevó el aire de Madrid. Ahí queda la foto. Ahí queda la pinturería y torerísima pero efímera ejecución del sevillano. Qué forma de iniciar faena… de otro siglo.
El capote de Luque fue la otra gran dicha entre las desdichas de una tarde que lució kilos y kilos a los que les faltó de todo menos más peso. El primero de Daniel necesitó de la chispa necesaria para que el toreo cadencioso del de Gerena rompiese está plaza. Porque sabía el sevillano que el gusto salpimentado con la ligazón fueron la aduana que le hicieron con este hierro reventar Madrid aquella primavera, pero también que no necesitaba un mortecino para romper su concepto, por eso en la capa se le quedó a la retina Las Ventas lo mejor de ese acto… y del siguiente. Qué forma de lucir a la verónica a sus animales, Dios mío.
Juan Leal, por su parte, lució su estructura, la estructura del hambre. Esa que se tienen bien aprendida las plazas que el de Arles ha pisado esta temporada: plantarse ante la muerte de rodillas, mirarla de frente y enganchar hasta el final hasta que o tu extremidad o el monstruo que tienes delante no pueda más. Se lo sabe bien el año que se ha tragado a base de exponer lo poco que tenía para ser quien es ahora mismo. Pero no pudo ser hoy en Madrid.
En la tarde de seis bueyes se le quedó a Madrid en la retina el enorme capote de Luque y se le olvidó entre bostezos el increíble inicio de faena de Juan Ortega al sexto. Qué forma de sacarse un toro a los medios…
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de Otoño, segunda de abono. Corrida de toros. Unos 16.000 espectadores.
Cinco toros de El Puerto de San Lorenzo y uno (cuarto) de La Ventana del Puerto, bien presentados. Noble pero a menos el mansurrón primero; a menos el mortecino segundo; deslucido el anodino tercero; manso el pitado cuarto;
Daniel Luque (caña y oro): ovación y silencio.
Juan Leal (gris perla y oro): divisiòn tras dos avisos y silencio.
Juan Ortega (corinto y oro): silencio y silencio.
INCIDENCIAS: Raúl Caricol y Jesús Arruga saludaron tras parear al primero y Antonio Chacón tras parear al tercero.
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