Tras ver la corrida de ayer en Madrid se me cayeron las lágrimas ante lo que puede ser el futuro de estos chavales que, de forma apasionada se dejaron todo lo que tenían en el ruedo de Madrid. No es esta una crónica al uso porque no me da la gana, pero sí un cántico de alabanza para tres chavales que quieren ser toreros al precio que sea pero que, dado el cruel sistema actual el camino que tienen que recorrer, además de difícil se me antoja imposible.
Los tres, Borja Jiménez, Espada y Molina dieron una tarde espléndida de toros ante los bovinos de Robert Margé que se presentaba en Las Ventas. Unos toros que mansurronearon mucho, tenían una querencia a tablas muy descarada pero que, algunos, pese a todo se dejaron torear. Ya quisiéramos que, la peor fuera como la de ayer.
Pero, y aquí radica el quid de la cuestión. Por ejemplo, Borja Jiménez que venía de una actuación heroica en Pamplona, que ha madurado mucho como torero y que atisba unas condiciones sensacionales, no dejó nada por hacer en Las Ventas pero, además, con un empaque singular. Digamos que, en otros tiempos, ya estría contratado para la corrida del domingo siguiente pero, los tiempos ha cambiado mucho y, lo que antaño se valoraba muchísimo, el triunfo, ahora no vale para nada. No cortó orejas, como sus compañeros, pero pudo haberlas cortado como le sucediera en Pamplona pero, qué gran sabor dejó el chiquillo sevillano. Para su fortuna, si le comparamos con sus compañeros, él era la figura del cartel puesto que sumaba ocho actuaciones en la temporada y, además, al margen de su apoderado, Julián Guerra, tiene la fortuna de que le acompaña siempre el maestro Espartaco, sin duda, su gran valor y su mejor valedor. Si digo la verdad, todo eso me emociona puesto que Borja Jiménez, luchando como una fiera por salir de la jaula, cuenta con la presencia a su lado de Espartaco, ese gran torero de los años ochenta que se comporta como lo haría un padre con su hijo. No cabe mejor fortuna para Borjita. Esto viene a demostrar la suerte del torero al tener a su lado un mentor como el que él tiene, nada más y nada menos que a Espartaco.
Francisco José Espada es un caso digno de estudio puesto que, en este año, dos actuaciones en Madrid, dos orejas esfumadas y dos cornadas puesto que, la de ayer resultó de un dramatismo sin límites. ¡Qué precio más caro está pagando este diestro madrileño! Para colmo, ayer estuvo sensacional en ambos enemigos exprimiéndoles todo lo que tenían y, a su vez, mostrado el diestro su capacidad como lidiador y, por momentos, con esa torería fantástica que una vez más esgrimió en Madrid. Una tarde muy seria la de este chico; torero, lidiador, sabedor del terreno que pisa y con unas ansias desmedidas por ser torero, quiera Dios que no se quede en el camino. Y, cuidado, no se trata de un advenedizo que quiere ser torero por capricho, se trata de un hombre con condiciones más que válidas para el desarrollo de su profesión y, candidato para el relevo de los “viejos” que nunca se marcharán del escalafón dado lo sencillo que lo tienen y, mientras tanto, chavales como Espada que revienten de dolor por las cornadas y de rabia por lo que supone la ausencia en los carteles. En su segundo, tras haber hecho una faena admirable, le endilga una manoletina al toro, le prende, lo lanza al aire, le recoge en el suelo, lo levanta tres metros hacia arriba y, cornada además de las conmoción tremenda que sufrió. Una pena puesto que la suerte le resultó esquiva, lo digo porque tenía la oreja cortada como se la pidieron en su primero. De haber cambiado el signo pudo haber salido por la puerta grande y, como sucede con los pobres, a la enfermería. Decían los comentaristas las virtudes de este chico y, son ciertas, pero lo que no dijeron es que de haber salido por la puerta grande se hubiera iluminado su corazón, pero no su agenda en lo que a actuaciones se refiere, ahí está el caso de Fernando Adrián, el hombre que ha puesto al descubierto las mentiras del mundo del toro, dos puertas grandes en Madrid y sentado en su casa, con la salvedad de la corrida que tiene firmada en Albacete.
José Francisco Molina no emocionó como sus compañeros puesto que pese a torear muy poco, sus maneras son sólidas y con mucho gusto. ¿El premio? No tiene ni apoderado. Confirmó su alternativa y solo tiene firmada la feria de su pueblo, Albacete. ¿Qué tipo de valor interno tiene que tener este hombre para seguir en la lucha, él y sus propios compañeros? Hay que ser muy valiente para tener el valor de seguir en esta dura profesión en la que, como todo el mundo sabe, el “autobús” esté lleno y han echado hasta el revisor, dicho en metáfora pero es la dura realidad del taurinismo. Mientras todo eso ocurre Molina sigue trabajando cada día en Albacete para poder vivir, como nos ocurre a millones de españoles pero, con la salvedad de que este hombre, lo lógico sería que viviera de forma opípara con sus condiciones como torero.
Como dije, corrida muy interesante la de ayer en Madrid, con la salvedad de que nos cayeron las lágrimas al pensar en el futuro de estos muchachos que, dado el sistema actual será muy difícil que vivan de la profesión que tanto aman y, lo que es peor de la que están dotados para vivir con dignidad y seguir emocionando a las gentes como ayer sucediera en Madrid.