JAVIER NEGRE
El torero no se habría ido de no mediar «el boicot» del empresario con el que rompió hace cuatro meses tras pedirle un aumento de 15.000 euros
Ha sufrido un «calvario», dicen sus íntimos
Talavante se retira de los ruedos por tiempo indefinido
Talavante no es Cristiano, por Zabala de la Serna
Lunes 8 de octubre. La figura taurina Alejandro Talavante (30 años) telefonea a su responsable de prensa para trasladarle un mensaje que convulsionará la fiesta nacional. «Nada más salga por la puerta de la plaza de la Misericordia, anuncia por Twitter que me retiro». El domingo 14 de octubre, tras una fabulosa actuación, el matador pacense reúne a su cuadrilla en su habitación del hotel Palafox de Zaragoza para anunciarles su decisión. Hubo lágrimas. Ninguna pregunta. Todos sabían el motivo.
Paralelamente, Ángel, su amigo de la infancia y chófer, tuiteaba desde la cuenta oficial del torero informando de su abandono de forma «indeterminada». «De manera definitiva», según su entorno más próximo, que ha relatado para Crónicael «calvario» que ha tenido que sufrir el torero hasta verse obligado a anunciar su adiós.
Harto del «boicot» de la mano que «mece la cuna» de ese sistema formado por cuatro grandes familias que se reparten el negocio. «Víctima» del empresario, ganadero y apoderado salmantino Toño Matilla. Su representante hasta hace cuatro meses. Un hombre que siempre rehúye los focos en el callejón. Un Maquiavelo que se maneja mejor en las sombras.
25 de mayo de 2018. Las Ventas. La lonja del toreo que quita y da. Una marabunta enloquecida saca a hombros a Talavante, que acaba de brindar una grandiosa corrida con toros de Núñez del Cuvillo. El extremeño se consolida como uno de los toreros de moda y esa noche en la puerta del Palace le comenta a uno de sus mejores amigos: «El año que viene torearé sólo 20 buenas corridas. Estoy cansado de ir por plazas pequeñas como quiere mi apoderado. Estoy harto de la vorágine del sistema».
Su plan era subir 15.000 euros su caché aprovechando su triunfo madrileño. Así se lo trasladó a su apoderado tras la corrida de Granada en junio, donde volvió a salir por la puerta grande. Matilla montó en cólera. Fue tal la bronca que un día después el salmantino anunció la ruptura de relaciones.
«Aquello fue la sentencia de muerte para Talavante. Su salida de la casa Matilla, del sistema», dice un íntimo del torero. Y se explica largamente: «Empezó a sufrir el boicot por parte de Toño, que movió hilos para cerrarle las puertas de las grandes ferias. No sólo le vetó de las plazas que él gestiona. También de las controladas por otros empresarios. Porque apoderar a Manzanares, a Padilla, al Fandi, te da el poder de decir que si va Talavante no te manda a sus estrellas. Como posee varias plazas, también amenaza con vetar a los toreros de otros empresarios de ese sistema en el que los intercambian como cromos para ganar más, y el rendimiento del torero es lo que menos importa. Les da igual que se llene la plaza. Prefieren una medio llena con toreros de bajo caché que pagar a figuras».
El extremeño no tarda en padecer las consecuencias de estar fuera de la órbita de Matilla, que aparte de tres hierros (García Jiménez, Olga Jiménez, Peña de Francia), controla las plazas de San Sebastián de los Reyes, Jerez, León, Valladolid, Segovia y Castellón. Hay grandes ferias que ni le llamaron. Siendo uno de los matadores del momento, no estuvo en plazas como Logroño, Bilbao, San Sebastián, Almería, Pamplona, Huelva, Valladolid, Salamanca o El Puerto de Santa María.
«No tiene sentido que el mejor torero no haya estado en esas plazas. Todo se ha debido al boicot de Matilla. Su adiós definitivo es como si Messi deja el fútbol», dice Roberto Gómez, periodista de Marca e íntimo de Talavante.
En 2017 Talavante protagonizó 47 corridas estando dentro del sistema. De ellas, 35 después de San Isidro. En 2018 completó 29 corridas. Tras su gran triunfo en Madrid sólo vendrían 16. Consiguió entrar en la Feria de Otoño de Las Ventas «porque a Simón Casas no le quedó más remedio que aceptarle» ya que «ninguna gran figura quiso ir». Según un allegado a Talavante, el empresario francés recibió «presiones» de Matilla para que no contase con él, pero Casas hizo caso omiso.
Álvaro Acevedo, editor de ‘Cuadernos de Tauromaquia’, afirma que Talavante se quedó sin torear en Bilbao, a pesar de que desde la feria de Abril de Sevilla le había prometido la corrida de Núñez del Cuvillo: «Matilla sólo tuvo que encargarse de que Ramón Valencia pidiese esa corrida para su torero, Roca Rey».
Para este periodista y otras fuentes cercanas a Talavante, todo se debe a una «venganza» de Matilla contra él por querer ganar más dinero. Sitúan a Toño como el muñidor de una operación para alinear a los grandes empresarios en su contra. Para dejarlo fuera del sistema y obligarle a buscarse la vida como torero independiente, como Diego Urdiales o López Simón, que apenas han toreado esta temporada.
«Talavante dejó de estar en grandes ferias por arte de mafia. Toño quiere toreros que exijan poco porque así no cabrea a otros empresarios que controlan a otros toreos y evita que le suban el caché en sus plazas. Y si el caché de Talavante era más bajo, podía colocarlo en más corridas y ganar más comisiones, un negocio que le interesa más que la propia taquilla. Él cobra un 15% del caché de sus toreros y varios de ellos, cuando pagan sus gastos y a Hacienda, ganan menos dinero limpio que lo que se lleva él por comisiones. Toño está en todos los circuitos a través de intermediarios. Tiene figuras, toreros-banderilleros, rejoneadores. A algunos los controla él y a otros, a través de afines. Él piensa más en su interés que en el público. Y en Sevilla ha hecho doblete con su ganadería dos años consecutivos a pesar de que fueron pésimas corridas. Se aprovecha de la fuerza grupal de sus toreros para meter su ganadería», dice Acevedo.
Un apoderado independiente asegura que Matilla y el sistema «fuerzan a los toreros a estar apoderados por ellos o por adláteres garantizándoles una vida más cómoda». «Por eso Morante de la Puebla acaba de firmar con él. Imagínate ahora el poder que va a tener, y lo peor de todo es que odia los toros. Es casi imposible ir por libre. Sólo son capaces, sin pasar penurias, José Tomás, El Juli y Enrique Ponce».
El representante de una importante asociación taurina comparte el diagnóstico. «Todos ellos son víctimas de un sistema que convierte a los toreros en funcionarios, que no les hace rendir al máximo porque sus apoderados-empresarios se ponen de acuerdo para ir colocándolos con independencia de su estado de forma. Antes el apoderado quería que su torero saliese por la puerta grande. Ahora, al ser apoderados y empresarios, saben que si uno de sus toreros triunfa, eso supone pagar más dinero de cachés y hacerles pagar más dinero al resto de empresarios que forman parte del sistema. Es un oligopolio y me pregunto dónde está la Comisión Nacional de Competencia aquí», dice.
Varios críticos taurinos afirman que no era la primera vez que Matilla organizaba una «cacería». «Ya lo intentó en marzo con El Juli, que va por fuera del sistema, pero no le salió bien porque hizo una tarde histórica en Sevilla. O con el rejoneador Diego Ventura, que rompió con él y dejó de estar en muchas plazas», apunta Acevedo.
El nombre de Toño Matilla despierta temor. Hablamos con una decena de toreros, ganaderos y empresarios. Algunos están dentro del sistema. Otros fuera. La mayoría ruega anonimato. «Si das mi nombre me saca del sistema y tendría que cerrar la ganadería o matarle. Pregunta a los ganaderos Alipio Pérez Tabernero, Luis Sánchez Ortiz de Urbina… cómo acabaron con él», indica un afamado ganadero.
Otros, como el periodista Paco Cañamero, no tienen problemas en dar la cara. «Es el jefe de la fiesta. Ha creado una tela de araña infranqueable», dice Cañamero, primer periodista que denunció en el libro ‘Mi verdad del toreo’ la «mafia del sistema» y reconstruyó el origen de la casa Matilla en los años 40.
El hijo de Teodoro
Teodoro García, apodado Matilla por ser originario del pueblo salmantino de Matilla de los Caños, se convirtió en el veedor de la familia Balañá, poseedora entonces de un imperio taurino que controlaba la Monumental de Barcelona o Palma. Su hijo Teodorito heredaría el cargo y se convertiría también en apoderado.
La presión independentista sobre los toros en Cataluña hizo que la familia Balañá dejase su negocio en manos de los Matilla. Es cuando se incorpora Toño a la empresa y amplía el apoderamiento de su familia con José María Manzanares, «un torero sobrevalorado», en opinión de Cañamero, al que, con una campaña de marketing, convierten en la joya de su imperio.
Algunos toreros del sistema le defienden. «Es el más currante de todos los taurinos», comenta un primer espada. Son los mismos que, según el círculo de Talavante, han participado del pacto en su contra, que le ha obligado a dejar los toros y dedicar su tiempo a su familia y a su finca en Olivenza (Badajoz).
Matilla, a través de su empresa, Funciones Artísticas, lidera un sistema conformado por el mexicano Alberto Baillères (que absorbió a Chopera), Simón Casas y Ramón Valencia, que controlan plazas, toreros… En el caso de Matilla, también ganaderías. Y se benefician de los derechos televisivos.
Son el 90% de un negocio que genera 2.000 millones de euros anuales, según la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos. Es un mundo impenetrable.
«Matilla, con el número de figuras que lleva y las plazas que tiene, se coloca en una posición cuasi monopolística. Igual que el Gobierno tuvo que intervenir en el mundo del deporte, habría que evitar abusos de posición dominante en los toros. Los enemigos del toreo están dentro», opina Javier Tebas, presidente de la Liga de fútbol y que el año pasado intentó sin suerte entrar en el negocio a través de su hijo con una empresa que pretendía retransmitir las corridas. Se encontró con el problema de los sindicatos de toreros, banderilleros y otros trabajadores del gremio y también topó con Matilla. Éste exige, según fuentes del sector, 110.000 euros por los derechos de retransmisión de las corridas de Manzanares en su plaza de San Sebastián de los Reyes. Y 50.000 para otros de sus toreros con menor caché. «Es un precio por encima del mercado que lo que provocó es que los madrileños se quedasen sin ver en Telemadrid la corrida de Manzanares en San Sebastián de los Reyes», comenta una fuente cercana a la cadena pública.
Matilla deja varias llamadas y un mensaje sin respuesta. Prefiere callar. Fiel a su estilo.