«Fue una decisión colectiva. Estoy muy orgullosa de ser quien soy y de portar el apellido que llevo, que pesa, es una gran responsabilidad porque mis padres son unos seres tan talentosos», declaró Mía. Pero ella no quiere seguir un camino a la sombra de la fama de sus apellidos.
La idea no surgió de ella sino de su padre. Fue Erik Rubín quien le propuso desprenderse de los apellidos paterno y materno para que impulsara su porvenir como cantante sin que la relacionaran con la trayectoria musical de él y la trayectoria televisiva de Andrea Legarreta como conductora y actriz. En la familia estuvieron de acuerdo con lo sugerido.
«Fue una decisión que, incluso, mi papá fue el primero en decirme ‘Oye, qué tal si ahora en adelante eres Mía’. Creo que es importante tener mi identidad como artista y más ahora que ya voy a tener una carrera de solista más elaborada», añadió.
Así lo evidenció en sus primeras entrevistas como intérprete solista al promover su sencillo Diablo, donde se presentó simplemente como Mía.
El caso de la hija de Andrea Legarreta no es novedoso en el espectáculo mexicano. Recientemente hay actrices jóvenes que han renunciado al apellido para no ser asociadas a sus padres famosos. Por ejemplo, Natalia Coronado, hija de Aleks Syntek, utiliza el apellido materno. Otro ejemplo es el de Valeria Santaella. Ella es hija de Sergio Sendel y decidió usar el segundo apellido de su papá, quien nunca lo ha empleado para darse a conocer.
Y retrocediendo en el tiempo, otra hija de famosos que recurrió a la misma solución fue Sylvia Pasquel. No obstante, la actriz se arrepintió de haberlo hecho. Tenía 16 años cuando se dejó llevar por la influencia de opiniones que le aconsejaron poner distancia de la familia en cuestión de créditos.
Hija del actor Rafael Banquells y la actriz Silvia Pinal, Pasquel quiso seguir sus pasos al incursionar en la actuación pero le propusieron hacerlo con un nombre que no la ligara a sus papás. Fue el productor Ernesto Alonso la mente detrás del consejo.
Pero no fue el único. Al igual que le sucedió a Mía, la principal influencia de Sylvia para tener un nombre artístico con identidad propia fue su madre, doña Silvia Pinal. Junto a Alonso le hizo ver a su hija que lo mejor era renunciar a los apellidos Banquells y Pinal para forjar su carrera en solitario.
Adoptó el apellido Pasquel del padre biológico de Silvia Pinal, un hombre que no reconoció a la actriz. Así empezó a labrar su trayectoria en teatro, cine y televisión. Consagrada como una de las grandes actrices mexicanas, Sylvia confesó en 2022 que se arrepentía de haber tomado la decisión de renunciar al apellido Pinal: «No debí haberme cambiado el apellido, ¡qué bueno que te relacionen con la gente más querida de este país, es un orgullo pertenecer a una familia así! Pero claro, cuando estás chamaco crees que te vas a comer el mundo a mordiscos».
Mía busca escribir su propia historia. Sin embargo, el peso de Erik Rubín no se desmarca de ella en este comienzo como solista debido a la canción que promociona, Diablo, se publicita como una coautoría, es decir, la compuso y escribió junto a su papá.