Su nombre está empezando a brillar pero, no me cabe la menor duda que a poco que le ayude la suerte, Joao Ferreira, en muy breve espacio de tiempo será el subalterno banderillero más cotizado del escalafón; o quizás no porque muchos matadores prefieren tener criados antes que grandes lidiadores. Pero como el tiempo siempre pone a cada cual en su lugar, Joao Ferreira está predestinado para el éxito, el que logró de forma apoteósica en su momento en ferias como Pamplona y Madrid a las órdenes del maestro Javier Castaño, todo un reto para el chico portugués que resolvió con enorme éxito.
Tengamos en cuenta que son los primeros años en su profesión como subalterno, la primera singladura de este torero entre los hombres de plata; son, como digo, sus primeros pasos en el escalafón de los banderilleros pero, sin duda alguna, sin pretenderlo o quizás con toda la intención del mundo, es el heredero directo del irrepetible matador lusitano, aquel añorado Víctor Méndes que, con las banderillas, además de su clase como torero, nadie le arrebató el cetro al respecto.
Lo de Ferreira es distinto porque el chico nunca quiso ser torero; desde el primer día que entrenaba a los órdenes del citado Víctor Méndes en Villa Franca de Xira en su escuela taurina, siempre dijo que quería ser banderillero, sin más pretensiones, pero en lo suyo como él confiesa intenta ser el mejor, condiciones las tiene todas.
Sus escenarios más emblemáticos en lo que a triunfos se refiere no han sido otros que Pamplona, como antes dije y de forma reciente en esos desafíos ganaderos que se ha dado en Madrid en los que, junto a su matador, Javier Castaño, tras su labor con las banderillas Joao Ferreira tuvo que saludar montera en mano, todo gracias a su labor como extraordinario rehiletero, la profesión que ha elegido y en la que a no dudar, en poco tiempo será el mejor; no lo digo yo, lo dice él con sus actuaciones dentro de las plazas de toros y, lo que es mejor, enfrentándose a un tipo de toros que nada tienen que ver con el estereotipo de lo que suelen lidiar las figuras que, la casi totalidad de los toros salieron muertos al ruedo, de ahí que nadie tuviera que hacer el menor esfuerzo para lidiarlos.
Queda demostrado que Ferreira camina por el sendero de la verdad, ese camino duro, pedregoso, difícil, escabroso pero que, al final, le conducirá el éxito, el que ahora está logrando pero con más aureola si cabe.
-Yo quiero ser muy sincero contigo y debo decirte que te pude ver en Pamplona y me extasiaste; es decir, pude ver, en tu persona, el vivo retrato de tu compatriota y maestro, Víctor Méndes. ¿Es así o acaso crees que me excedí?
Hombre, si somos sinceros tengo que confesar que estoy en los inicios de mi carrera y todavía me queda muchísimo por aprender, pero no es menos cierto que lo que aprendí lo llevo a gala dentro de los ruedos. Es cierto que soy discípulo del maestro Víctor Méndez en la escuela taurina de Vila Franca de Xira y, de forma lógica, algo aprende uno junto a un diestro tan importante en todas las suertes del toreo puesto que, Méndes no es que fuera un gran rehiletero, es que era enorme como torero.
-Lo curioso de tu caso, Joao Ferreira, es que teniendo un hermano matador de toros, entrenando junto a los diestros en la escuela de Villa Franca que hemos citado, nunca quisiste ser matador de toros. ¿Por qué no lo intentaste?
Porque es muy difícil; imagina el escalafón de España, por no citarte el de otros países; son muchísimos y esperar a que venga un golpe de suerte para prosperar y ser alguien en la profesión, es de una dureza tremenda; algo que admiro en todos los diestros, pero quizás que a mí me faltó esa disposición que a otros les sobra. Sé de la dureza de la profesión, de la paciencia infinita que tienen todos los diestros por llegar a ser reconocidos, algo que algunos han logrado y siguen logrando. Reconozco y entono el mea culpa diciendo que me faltó actitud, que no aptitud.
-Sin duda aptitudes como banderillero las tienes todas, por eso te decía que ese privilegio que vive dentro de tu ser por esa disposición que atesoras como banderillero, podías haberla invertido en calidad de novillero y matador de toros.
Claro que podía, como lo han hecho muchos compañeros, pero insisto que sabía de mi techo, de mis limitaciones y desde el primer día supe que quería ser un gran banderillero de toros que tampoco está nada mal.
-¿Qué le debes a tu hermano, el matador de toros Antonio Joao Ferreira?
Sin duda, todo. Él fue el que impulsó y me ilusionó para que yo emprendiera mi carrera como banderillero puesto que, sin duda alguna, posiblemente adivinaba mis aptitudes al respecto. Le debo muchísimo, primero por ser sangre de mi sangre y, en segundo lugar porque siempre creyó en mí, algo que le agradezco desde lo más profundo de mi corazón.
-Por lo que he podido investigar has toreado poco, de ahí que causaras esa sorpresa mayúscula en su día en Pamplona como antes me refería. Vamos, que daba la sensación de que venías con cuarenta corridas de toros a tus espaldas cuando la verdad era muy otra.
He toreado poco, es cierto; pero cuando he toreado lo hice muy mentalizado y así llegué a Pamplona para dar un fuerte toque de atención entre los aficionados y, lógicamente, entre los profesionales que, hasta tengo la certeza de que no defraudé a nadie. De momento, la humildad tiene que ser mi asidero porque no tengo motivo alguno como para presumir de nada. De igual modo te digo que lucharé con todas mis fuerzas para que un día puedan decir de mí, todo lo que tú vaticinas.
-Para tu suerte, recalaste en las filas del maestro Javier Castaño que, entre otras cosas, siempre ha tenido a gala llevar una cuadrilla de auténtico lujo; es decir, hombres de gran prestigio entre sus filas para que el espectáculo fuera completo. ¿Cómo le conociste?
Creo que recordar que me vio el maestro actuar en un festival y, rápidamente preguntó por mí; nos entrevistamos y en aquel momento ya habíamos sellado un pacto de amistad y, sin duda, de profesionalidad puesto que me contrató como subalterno.
-No tiene mal ojo Javier Castaño, te lo digo yo.
Eso es lo que yo quiero, que me vean todos con buenos ojos porque de lo demás me encargo yo. Mi gratitud para el maestro Javier Castaño que, además de ser un gran torero es un aficionado cabal porque desde que me vio muy pronto comprendió que yo podría darle categoría a su persona junto a la grandiosa cuadrilla que esgrime el maestro Castaño.
-Por cierto, hace dos temporadas, junto a Javier Castaño, en Madrid y con una de las corridas llamadas del desafío ganadero, una vez más sentaste cátedra con las banderillas, todo ello al margen de tus éxitos en todas las actuaciones que has tenido con el maestro. ¿A qué sabe una ovación en Madrid?
Es lo más bello del mundo. Uno es consciente cuando hace el paseíllo que está actuando en la primera plaza del mundo pero, cuando sales de la suerte de banderillas y ese público, porque le sale del corazón, te obliga a saludar dedicándote una atronadora ovación, ese es el regalo más bello que pueda anhelar un hombre de plata, en este caso, un banderillero.
-Tienes razón en todo lo que me cuentas y, para que tu orgullo sea mayor, deja que ponderemos que, los toros que tienes que enfrentarte, los que lidia tu maestro, no son para nada comparables con los burros fofos y mortecinos que suelen lidiar las figuras, de ahí el mérito añadido que debemos de atribuirte.
Yo creo que mérito lo tiene todo el que se enfrenta a un toro, de la ganadería que fuere porque percances los vemos muy a menudo; es verdad que los toros con los que actualmente me enfrento obligan a una mayor capacidad de concentración, pero para eso está la mente, para mandarle las directrices al cuerpo al respecto de todo lo que debe hacer.
-Y para colmo, hasta trabajas. ¿Tú sabías que muchos toreros se hicieron matadores de toros porque eran gandules y, muchos, hasta lo confesaban?
Como dijiste, trabajo en una finca ganadera porque uno tiene que ganarse la vida con el sudor de su frente y sin engañar a nadie. Es cierto que, haré lo posible y lo imposible porque llegue un día que pueda vivir de mi faceta como banderillero, pero mientras eso llegue, uno tiene que ser el responsable de su vida.
-Todavía me pregunto, Joao, ¿cómo es posible habiendo toreado tan poco eres capaz de clavarlos palitroques de la forma que lo haces que, repito, emulas al maestro Víctor Méndes con inusitada maestría?
Yo hago las cosas a golpes de corazón y, con la enseñanza que llevo dentro de mí ser, la que me inculcó el maestro que aludes, eso ya es toda una ganancia; luego, claro, es cuestión de perfeccionamiento de mucho entrenamiento pero siempre con el corazón por delante. Mi gratitud inmensa para el maestro Víctor Méndes al que tanto le debo. Claro que, al respecto de su grandeza, no se trata de imitarle, más bien de tomar lección de su infinita grandeza porque cada cual, en nuestro quehacer, tenemos nuestra propia personalidad.
-En la despedida de Portugal del maestro Padilla, en el coso de Campo Pequeño, la primera plaza lusitana, ocurrió un hecho hermoso relacionado con tu persona, algo que dice mucho de ti, aunque tú digas tan poco de tu persona.
Sí, se despedía de Lisboa el maestro Juan José Padilla y, en su segundo, por un exceso de cansancio que tenía su cuerpo, cosa tan lógica por aquello de estar toreando todos los días, de repente me invitó para que banderillease su segundo toro, algo que me llenó de gloria. Actuaba yo a las órdenes del rejoneador Duarte Pinto en calidad de subalterno y, me vino Dios a ver con dicha invitación porque gracias al maestro Padilla, mis paisanos comprobaron mi ilusión cuando cojo las banderillas y recibí ovaciones en todos los pares; sin duda, un festejo inolvidable para mí.
-Santarem tiene un torero que muy pronto admirará el mundo entero. ¿Te gusta la rima?
Lo que sí me gustaría es que tal afirmación fuera verdad en el menor tiempo posible porque como dijimos, lo que pretendo es vivir de mi arte y conocimientos dentro de los ruedos.
-La pregunta es obligada. ¿Cómo eres tan humilde siendo tan buen rehiletero, lo que diríamos un gran profesional pese a tu bisoñez?
Porque la gran realidad es que no soy nadie todavía en el mundo de los subalternos; estoy empezando una carrera que me apasiona y en la que me queda mucho camino por recorrer y, a su vez, muchas lecciones que tomar. Pienso que la humildad es el manto que puede cubrir todas mis carencias que son muchas.
-Muchas gracias, torero, que tus sueños se hagan realidad dentro de muy poquito tiempo. Si te digo que, artísticamente estás en el camino de la verdad; pese a que has toreado poco, plazas de la importancia de Madrid, Pamplona, Lisboa y otras, ya se han pronunciado a favor de tu arte. Dichoso seas y que muy pronto en el toreo no se hable de otra cosa que de Joao Ferreira.
Pla Ventura