El colombiano Juan de Castilla y el toledano Cristian Escribano salen a hombros en la corrida celebrada en la ciudad colombiana de Sincelejo.
Las tradicionales corralejas, esa expresión fiestera y popular de la tauromaquia americana, tienen en Sincelejo uno de sus bastiones más importantes. De hecho, las corridas de toros formales se han dado históricamente en esta ciudad de la costa colombiana casi que de forma residual.
No obstante, que en momentos tan difíciles para el toreo formal en el país andino se haya programado una corrida en Sincelejo, es un esfuerzo que los aficionados debemos agradecer. La pena fue que el público no terminó de acompañar, aunque el resultado del espectáculo, al final, fue notable.
La falta de raza del noble primero pudo lastrar un poco la entonada faena de Cristian Escribano, por lo que el premio, tras la buena estocada, se redujo a una oreja. Sin embargo, se ganó su derecho a salir por la Puerta Grande después de entender perfectamente al cuarto, un toro de marcadas querencias al que supo llevar con temple y gusto, sobre todo cuando embestía por los adentros y del que también obtuvo un trofeo.
Por su parte, el mexicano Angelino de Arriaga alegró en banderillas la mansa sosería del segundo y supo mantener el tono con la muleta para cobrar un merecido trofeo, mientras que, con el quinto, un toro que acusó la iluminación artificial y se defendió con mal estilo, poco pudo hacer, además de ponerse pesado con la espada.
Más rotundo estuvo Juan de Castilla con el sexto, un buen toro al que cuajó por ambos pitones, mejor aún al natural, y al que, a pesar de sus extrañas reacciones con la luz artificial, pudo templar con poder con ambas manos. Además, lo tumbó de un certero espadazo que puso en sus manos el doble trofeo. Al tercero también lo había cuajado por el pitón izquierdo, por donde embistió con calidad extraordinaria, mientras que por el derecho no tuvo ni uno. Pero esta vez fue la espada la que evitó un triunfo aún mayor del diestro colombiano.
FICHA DEL FESTEJO
Sincelejo, sábado 22 de enero. Un cuarto de plaza en tarde de calor.
Toros de Juan Bernardo Caicedo, de desigual presencia y juego. El mejor fue el sexto.
Cristian Escribano (perla y plata): Oreja en ambos.
Angelino de Arriaga (verde manzana y oro): Oreja y silencio.
Juan de Castilla (gris plomo y oro): Palmas y dos orejas.
INCIDENCIAS: Escribano y Juan de Castilla salieron a hombros por la puerta grande.