Agencia EFE
EFE).- La décima corrida de toros de la Feria de San Marcos en la ciudad de Aguascalientes finalizó este domingo con dos orejas para el español Juan Ortega. Los mexicanos Arturo Saldívar y Héctor Gutiérrez no pasearon apéndices.
Los seis toros de Begoña y dos de Mimiahuápam fueron la mayoría de correcta presentación. Todos descastados. Se registraron casi tres cuartos de entrada en la Monumental.
Otro desfile de toros sin casta saltaron al ruedo en la Feria de San Marcos. Fueron ocho, dos de ellos de regalo.
El español Juan Ortega se encontró un ganado sin apenas opciones y un público muy a favor.
No tardó en escuchar olés a unas verónicas en las que se vieron las mustias condiciones de su primer cornúpeta en Aguascalientes.
Apostó por ayudados con la rodilla doblada en los albores y estertores de su actuación. Entre medias más detalles que series, pases sueltos bien interpretados, y todo sin cruzarse.
Mató al primer intento y se llevó una más que generosa oreja.
Un toro parado con ganas de echarse fue la segunda encomienda de Juan Ortega.
Nada pudo hacer el español. Ni para adornos servía. Lo finiquitó rápido.
Desde las localidades se escucharon silbidos en el arrastre.
Se sintió Ortega en la necesidad de pedir un toro extra.
Salió un Mimiahuápam con trapío, justísimo de casta.
El sevillano en el capote y en la muleta puso mucho gesto en pases despegados que mayoritariamente quedaban en semipases, con el elegante torero dando carreritas para quitarse de en medio.
Esto no era problema para que le dedicasen sentidos olés ya desde unos simples ayudados iniciales.
Dejó una gran estocada y logró abrir la puerta grande.
El mexicano Arturo Saldívar empezó con uno justo de hechuras y sin pujanza.
Saldívar pergeñó dos tandas, de dos pases cada una, que de haber aguantado el espada, cuando el toro se le quedaba, podrían haber sido de cuatro.
Se sintió cómodo, se cruzó con la distancia exacta para dejar una serie al natural ligada y ceñida de calidad. Lo mejor de la corrida.
Se volvió anodino el final de recursos, con desplantes, a un animal parado. Dejó el acero muy trasero y caído. Hubo de recurrir a la cruceta.
Saldívar se había sentido cómodo con la izquierda, pues a su siguiente del sorteo lo citó con esa mano de salida. Ligó con profundidad.
Por el pitón derecho los pases fueron más cortos, suaves y aliviados. Se diluyó el descastado y la faena.
Escuchó un aviso tras descabellar.
Se sumó Saldívar a Ortega en la petición de uno de regalo.
Su adquisición resultó ser un muy bien presentado jabonero.
Tenía escaso recorrido y lo cumplía con la lengua fuera.
El matador, en una larga faena, realizó molinetes, una tanda con la izquierda y mostró coraje interpretativo.
Erró con el estoque.
Los muchos pitos para los restos arrastrados constatan que los toros regalados no son la solución al mal ganado, sino su perpetuación como negocio.
A un tercero bien presentado que dio buen juego en el capote al caballo y en banderillas, en la tela corta de Gutiérrez se mostró descastado y con peligro.
Héctor Gutiérrez hizo más de media faena al natural. Le faltó decisión.
El sexto que correspondía Gutiérrez era un Mimiahuápam con kilos de más que costaba un mundo meter en el engaño.
El joven diestro anduvo en paralelo, citando hacia afuera.
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