Tras alzarse triunfador del Alfarero de Oro de Villaseca, el joven madrileño, convertido en una de las grandes sensaciones de la novillería, cerrará en los grandes escenarios su primera campaña con los del castoreño
A penas despertaba el mes de mayo cuando Francisco de Manuel se presentó en la Monumental de las Ventas. Con el delgado bagaje de seis novilladas picadas, enfiló su primer paseíllo de la temporada envuelto en un vestido verde manzana que recordaba a los trajes de antes. La pasamanería fina y el bordado sobrio, como vaticinios del toreo clásico que pronto brotaría de sus muñecas. Engrasadas y ajenas al adorno fácil. Sobre esos mimbres, De Manuel ha construido una temporada de importantes triunfos, que lo sitúa en los primeros puestos de su escalafón. Su última gran cima conquistada fue Villaseca de la Sagra. Donde se alzó con el prestigioso Alfarero de Oro.
«Fue una tarde de gran responsabilidad, porque es la feria en la que nos medimos todos los novilleros importantes y haber sido el triunfador significa mucho para mí», dice De Manuel. Que también se midió con un serio lote de Baltasar Ibán. Una oreja de cada uno de sus oponentes le abrió la única puerta grande del ciclo. «El triunfo con esa ganadería se tiene más en cuenta porque es muy encastada. Se le da más importancia a todo lo que haces en el ruedo. Yo ya tenía la temporada arreglada, pero espero que, de cara al año que viene, esto me dé más crédito para arrancar bien», afirma el joven.
Tras su debut con picadores en agosto de 2017, De Manuel arrancó su primera campaña con los del castoreño con el objetivo de hacer sonar su nombre y «coger ambiente». Y de su matrimonio con el triunfo han sido testigos plazas de primera categoría como Madrid, Pamplona y Mont de Marsan. La espada le cerró la Puerta Grande de Las Ventas en las dos ocasiones que pisó su ruedo. Pero no frenó el runrún que despertaron aquellas tardes.
«He triunfado en sitios de responsabilidad y eso me da crédito. Está siendo muy bonito, pero ahora no puedo bajarme, porque si no me echan enseguida para atrás», dice el madrileño. Con consciencia plena de la sequía de oportunidades que aqueja el toreo para quienes empiezan: «Se torea poco y, si quieres hacer temporada, tienes que ir a Madrid nada más debutar con picadores. Yo me presenté con seis novilladas picadas y era el primer paseíllo que hacía en la temporada. El segundo, fue directamente en San Isidro».
De Manuel combate la dureza del toreo con la suya propia. «Uno tiene que estar mentalizado de que quiere ser torero y de que hay que ir a este tipo de sitios a cortar las orejas para no quedarse parado», dice Francisco. La serena contundencia de su voz recuerda a la tarde de su debut en Pamplona. Cuando espetó sin inmutarse en los micrófonos del canal Toros que llegaba al escalafón para convertirse en su líder. Dos horas y media más tarde, había tumbado la puerta grande. «Quizá en cuanto a número de novilladas no acabe el primero, pero eso no me preocupa. En el toreo lo que hay que hacer es mandar. Y el que más torea no es siempre el que manda. Creo que, dentro de mi escalafón, lo estoy consiguiendo, porque algunos dicen que soy el novillero puntero«, afirma el madrileño.
Francisco de Manuel es uno de los pocos novilleros que ponen banderillas. Intenta, dice, «ser completo y abarcar todo lo posible». Y define su toreo como una mezcla de «clasicismo, naturalidad y personalidad«. «Triunfar no siempre es fácil por esa vía», le digo. «Busco salir a hombros todos los días, pero también ser fiel a mi concepto. Lo que intento cada día es compaginar la ambición y la entrega con mi forma de entender el toreo», responde.
Con Roca Rey como ejemplo de que «el relevo debería ser inevitable» y de que «se necesitan caras nuevas» (el terremoto del Perú es, recalca, «el que ahora mismo llena todas las plazas a las que va»), De Manuel sueña con «batirme el cobre con las figuras, ir a las grandes ferias y marcar un antes y un después en el toreo».
Ahora, se recupera en su domicilio de la cornada de 14 centímetros en el glúteoque sufrió el pasado domingo en Fuensalida (Toledo), para afrontar los próximos pasos del camino hacia sus sueños toreros. La temporada de Francisco de Manuel termina, como empezó, en los grandes escenarios. Sevilla, Madrid, Arnedo y Zaragoza componen la recta final. De lo que ocurra en ellas depende, dice el novillero, el planteamiento de su siguiente campaña: «En función de cómo salgan las cosas, veremos si echo un año más de novillero para seguir cogiendo ambiente o si puedo tomar la alternativa», concluye De Manuel.