Un fenómeno atmosférico que jamás se había registrado
La Antártida Oriental es el lugar más frío de la Tierra, un desierto blanco y desolado en el que los termómetros han llegado a rozar los 100 grados centígrados bajo cero. Allí, en la base rusa Vostok situada en un alto de la Meseta Antártica Oriental, el 5 de julio de 2018 se rompieron todos los récords con la temperatura más baja desde que existen registros: -98,6 °C.
Sin embargo, tan solo unos años más tarde, en aquel extraño marzo de 2022, este lugar gélido del planeta experimentó algo insólito… una ola de calor que elevaba el mercurio hasta registros que jamás se habían visto. Fue allí, en esa misma Meseta Antártica, donde la estación de investigación Concordia asistió al mayor salto de temperatura jamás registrado en un centro meteorológico del planeta. En aquellos días la región anotaba mediciones de casi 40 grados por encima de la media estacional.
En una región donde las temperaturas medias en esta época del año se sitúan alrededor de los 55 °C bajo cero, los científicos asistían perplejos a una temperatura de -9,5 °C, un salto sin precedentes.
Este insólito desequilibrio dejó a los investigadores polares sin palabras para describirlo. “Es simplemente alucinante”, afirmaba Michael Meredith, director del British Antartida Survey en The Guardian. “Nadie en nuestra comunidad pensó que algo así pudiera suceder. Es extraordinario y es una preocupación real, ahora tenemos que luchar con algo que no tiene precedentes”.
Han pasado dos años desde aquella sorpresa y ahora es cuando empezamos a entender qué es lo que ocurrió… y, desafortunadamente, qué es lo que seguirá ocurriendo. Comienzan a aparecer los primeros estudios científicos que analizan el fenómeno de aquella primavera y un concepto preocupante se extiende en el ámbito científico: ríos atmosféricos en el Polo Sur.
Ahora sabemos que aquella ola de calor que barrió la Antártida afectó aproximadamente a un área del tamaño de la India (3.300 millones de kilómetros cuadrados) y fue impulsada por un intenso río atmosférico, un fenómeno que jamás se había observado sobre la Antártida Oriental.
Los vientos cálidos subtropicales que se dirigen hacia el sur no suelen avanzar demasiado sobre la Antártida. Sin embargo, en esta ocasión una intensa corriente de aire cálido y húmedo desde latitudes más bajas (incluyendo Australia) logró adentrarse hasta las profundidades del continente helado. Según explica el meteorólogo español Francisco Martín León, “aquel fenómeno extremo provocó un derretimiento generalizado de la superficie a lo largo de las zonas costeras. Además, es muy posible que el ciclón extratropical al oeste del río atmosférico provocara el colapso final de la plataforma de hielo Conger, que ya era críticamente inestable”.
La ola de calor también produjo una extraña paradoja: la humedad que trajo este río atmosférico a la Antártida provocaron seguidamente intensas nevadas que hicieron aumentar la capa de hielo en 2022.
La Antártida se suma así a los vaivenes extremos del calentamiento global. La subida de temperaturas en aquella primavera de 2022 es un evento único en los últimos 100 años pero las proyecciones climáticas más recientes sugieren que estos extremos pueden aumentar en frecuencia.
Los datos y estudios publicados apuntan a que el principal afectado por el calentamiento global antropogénico es el Ártico que, en la actualidad, se está calentando a un ritmo cuatro veces superior al del resto del planeta. La Antártida parecía resistir esa tendencia pero “ha comenzado a recuperar terreno, está acelerando este proceso y ya se está calentando dos veces más rápido que la media del planeta”.