Enrique Pérez Quintana
El presidencialismo en México es la figura más alta de la pirámide política de la nación. Con el advenimiento de la democracia, a partir de 1997, su dominio se fue relativizando y los otros poderes, el Legislativo y el Judicial, en ocasiones, presentaron algunas resistencias a sus determinaciones.
La sucesión presidencial cumplió este 2 de junio la jornada decisiva, al elegir a quien será titular del Poder Ejecutivo Federal, la primera mujer que será presidenta de México, Claudia Sheinbaum. El suceso histórico significa que funcionó plenamente el modelo de traspaso del poder que diseñó y puso en operación, desde hace más de dos años, Andrés Manuel López Obrador.
Los conteos rápidos proporcionados por el Instituto Nacional Electoral (INE), que le dieron el triunfo a Sheinbaum, con el 30% de las actas contabilizadas y le otorgaron el triunfo con el 58 y el 60 por ciento de votación, se ajustarán en los días siguientes, cuando se contabilice la totalidad de los votos. Se interpreta que es un resultado irreversible, según los matemáticos y actuarios que diseñaron y aplicaron la muestra.
Ese es el resultado más relevante de la jornada electoral del 2 de junio. Los ciudadanos determinaron quién ocupará la presidencia de la república. El otro saldo importante para México y su futuro es el cambio que arroja la elección del Poder Legislativo Federal, las cámaras de Diputados y Senadores, ámbito desde el que se diseñan las leyes que corresponde aplicar al presidente.
Los resultados divulgados por el INE, en el marco de los conteos rápidos, indican que con su voto los ciudadanos determinaron dar mayoría en el Senado a Morena que obtendría un mínimo de 76 escaños y un máximo de 88, resultado que lo confirma como mayoría en esa cámara, y podría llegar a tener mayoría calificada, que se integra por 86 votos, necesarios para llevar a cabo cambios a la Constitución.
Algo parecido sucedió en los resultados referentes a la Cámara de Diputados, según los conteos rápidos. Ahí Morena podría obtener un mínimo de 346 curules y un máximo de 380, también refrenda su mayoría absoluta y puede alcanzar la mayoría calificada que se integra con 334 votos, con los que podría realizar cambios constitucionales.
Los conteos rápidos, siendo previos a las cifras definitivas, indican tendencias que no cambian en lo esencial. De convalidarse, significa que el equilibrio de poderes que vivimos en los pasados tres años, en los que desde el Poder Legislativo se bloquearon algunas iniciativas presidenciales, llegó a su fin. Que el Poder Legislativo en México, altamente dependiente del presidente en turno, estará al servicio del Poder Ejecutivo y que son previsibles cambios a la Constitución que podrían generar un modelo de país diferente al que actualmente conocemos, como lo propone el discurso de López Obrador y refrendó durante su campaña Claudia Sheinbaum.
Es una realidad que la mayoría de los militantes y aliados de Morena, empezando por la candidata Sheinbaum, los candidatos a senadores, diputados y gobernadores asociaron su campaña a la imagen y aceptación que mantiene, según encuestas, López Obrador. Para ellos el grito de batalla ¡Es un honor estar con Obrador! es cierto, como son válidos sus principios No mentir, No robar y No traicionar y sus propuestas de campaña de Combate a la Corrupción y Primero los Pobres. Esa repetición, en buena medida, los llevó al triunfo el 2 de junio. Significa que lo alcanzado se lo deben. Así como su lealtad.
Lo que viene es el futuro. En ese momento lo que sucederá ya lo anunció Claudia Sheinbaum. Será la construcción del segundo piso de la Cuarta Transformación, cualquier cosa que esto signifique, que por el momento será la continuación de lo hecho por el gobierno de López Obrador y eso permanecerá hasta que el poder del presidencialismo sea plenamente de la primera mujer presidenta.
En los días por venir y hasta el 30 de octubre, cuando se vaya López Obrador, Claudia Sheinbaum y los nuevos legisladores, que empezarán a “trabajar” el 1 de septiembre, ya recibieron la encomienda de empezar a ejecutar el Plan “C”.
En la mañanera de hoy 3 de junio, el presidente López Obrador comentó que acordará con la “presidenta electa” Claudia Sheinbaum, si ejecutará algunas iniciativas del llamado “Plan C”, antes de empezar su gobierno.
“En todo caso, yo sí pienso que se tiene que abordar el tema de la Reforma al Poder Judicial, porque no es posible mantener un Poder Judicial que no esté al servicio del pueblo, de la sociedad, que esté al servicio de una minoría y a veces de la delincuencia.”
Otras reformas propuestas dentro del Plan C son desaparecer al Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información, al Instituto Federal de Telecomunicaciones y a la Comisión Federal de Competencia Económica. A los consejeros del INE y a los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial (TEPJF) sustituirlos por personas electas en comicios populares y otros.
Con el enorme poder presidencial, más el previsible servilismo del Poder Legislativo lo que podremos ver en el futuro es a una presidenta que podrá hacer lo que le venga en gana, no tendrá obstáculos para realizar sus ocurrencias. Como hizo su mentor. Esperemos que sus propuestas correspondan a su perfil de científica, que sean producto del análisis y no ocurrencias destructivas. Si es así estaremos en el camino de la reconciliación.