Agencia EFE
(EFE).- La Corrida de la Revolución de la plaza de toros de Cinco Villas, a 27 kilómetros de la capital de México, finalizó este domingo con dos orejas para el mexicano Isaac Fonseca, una para su compatriota Diego San Román y ninguna para el también mexicano Leo Valadez.
Saltaron al ruedo cuatro toros de Teófilo Gómez, escasos de trapío y de desigual juego. Dos de José Barba, bien presentado el sexto que se empleó con bravura. Se registró un lleno en los tendidos.
De nuevo Diego San Román dejó evidencia de su valor y sitio frente a los toros. San Román está haciendo de la virtud costumbre, pero también de la falta de trapío y bravura de sus rivales santo y seña.
Posee el mexicano el conocimiento del fuego que sustenta el porqué de la tauromaquia. Corre el riesgo de perderlo sino lo valida anunciándose con ganado serio. Única medida válida de este arte.
Su oreja la obtuvo ante una res con algo de casta complicada pues acortaba el viaje.
San Román lo lidió con mucho sitio por los dos pitones, dándole la distancia justa para estirar la menguante embestida. El espada realizó de salida tandas compuestas hasta por cuatro pases. Muy ceñidos, pues citaba Diego volcado sobre el pitón contrario, tragando lo necesario cuando su rival dudaba entre tomar la muleta o el cuerpo del matador.
Faena importante por el cómo devaluada por el con quién. Mató con una estocada trasera y cortó una oreja.
Al quinto, protestado por su sospechosa edad, San Román le buscó la distancia adecuada con desigual acierto. Sí ejecutó tandas ligadas con la mano derecha en los albores de la fase de muleta.
Por lo demás alargó de más su presencia en busca de la segunda oreja. Basó sus argumentos para obtenerla en mostrar coraje ante un bovino el cual amenazaba más con caerse encima del de luces que con la posibilidad de prenderlo. Falló con los aceros y recibió un aviso.
El triunfo fue para Isaac Fonseca. El torero mexicano parece abonado a un concepto populista que ni de ligar requiere para lograr salir por la puerta grande.
Las dos orejas pertenecían al sexto de la tarde del hierro de José Barba. Bien presentada, la res dio muestras tempranas de bravura no vistas en los cinco ejemplares de Teofilo Gómez.
Lo recibió Isaac Fonseca a puerta gayola. La apuesta por el tremendismo de Fonseca es firme y a pesar de ser arrollado insistió en torear con largas cambiadas de rodillas. Logró salir con una ajustada media verónica, lo mejor que realizó.
Con el público de su lado toreó con distancia, en paralelo, dejando pases sueltos con mucha afectación gestual. Un revolcón, provocado por la total ausencia de mando en su lidia, aumentó el ya efervescente ambiente de los tendidos. Mató al primer intento cortando así los dos apéndices.
El toro se fue en arrastre lento sin haber sido lidiado. Antes, con un colorado de bonita estampa, pocas defensas y años de vida, Fonseca, recibió al animal con largas cambiadas.
Se animó a un quite Valadez contestado con chicuelinas por Fonseca. El endeble astado llegó a la muleta de Isaac Fonseca con lo justo. La faena a media altura del diestro acertó en dar aire al toro. Una labor quieta que tras breves tandas de ortodoxia tornó en toreo en redondo y circulares traseros del gusto de la tribuna.
Descabelló con acierto tras estocada y aviso. Se solicitó premio que la autoridad no otorgó.
Leo Valadez en sus dos toros aprovechó el viaje y cuando citaba lo hacía con la muleta atrasada en paralelo.
Saludaron al tercio los banderilleros Gustavo Campos y Christian Sánchez.
Leo Valadez en sus dos toros aprovechó el viaje y cuando citaba lo hacía con la muleta atrasada en paralelo.
Borja Ilián
(c) Agencia EFE