El cambio climático y sus efectos ambientales representan una amenaza que puede afectar la seguridad hídrica, alimentaria y energética del país y el mundo, con efectos negativos en las actividades productivas.
Por esa razón, especialistas de distintos ámbitos advierten que el cambio climático debe ser considerado un tema de seguridad nacional, sobre todo ante las evidencias que comprueban que la temperatura del planeta aumenta.
Según datos de la Organización Meteorológica Mundial, los años 2015, 2016 y 2017 han sido los más calurosos desde que hay registros. Tan sólo el año pasado la temperatura media en la superficie del planeta fue 1.1 grados superior a la de la época preindustrial, de 1880 a 1900.
«Ese aumento es alarmante», dice Paulina Ordóñez, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM. «Los expertos coinciden en que si sobrepasamos dos grados puede haber cambios irreversibles en el sistema climático, y hay proyecciones de hasta cuatro grados», afirma.
En los estudios de cambio climático uno o dos años no son representativos, pero sí lo es la continuidad, afirma. «Para hacer una climatología se requieren al menos tres décadas de registros, y en varios ciclos de 30 las cifras de temperatura van al alza, coincidiendo con la presencia humana en la Tierra».La investigadora destaca que lo más importante de estos datos es la tendencia creciente desde que hay registros. «La temperatura es muy superior a la de la era preindustrial, y durante la década actual el calentamiento es bastante fuerte», señaló.
Actualmente, los datos medidos con termómetros, barómetros y pluviómetros, entre otros instrumentos, comprueban que «los últimos tres años han batido récord», afirma.
AFECTA A LA ACTIVIDAD ENERGÉTICA
El cambio climático ya tiene efectos en las actividades energéticas del país. En Nuevo León, el gobierno federal tuvo que invertir 5,000 millones de pesos para reconfigurar una planta de energía eléctrica diseñada para trabajar a una temperatura mínima de 20 grados y una máxima de 32.
«Pero en los últimos años ese nivel bajó 5 grados en invierno y aumentó entre 4 y 5 grados en primavera y verano, lo que ponía en riesgo su operación», dijo el Mtro. Leonardo Beltrán Rodríguez, subsecretario de Planeación y Transición Energética, de la Secretaría de Energía (Sener), durante el foro Paquete de reformas sobre seguridad climática, organizado por la Presidencia de la Comisión de Cambio Climático del Senado.
Esa planta, explicó, no podía operar a temperaturas por abajo o por arriba del nivel que había sido configurada, pues de lo contrario estaba en riesgo la disposición de energía eléctrica para país y el estado.
«Esa instalación genera 1% del flujo de la energía para el país y 10% para Nuevo León, y si no se dispone de ella para desarrollar actividades comerciales, hay pérdidas para Comisión Federal de Electricidad, sangría para el comercio, la industria y empresas, y puede perjudicar a los equipos de generación de electricidad», dijo.
CONSECUENCIAS COSTOSAS
La advertencia llama la atención porque los efectos económicos y sociales del cambio climático no son tan visibles, pero sus consecuencias están a la vista. Una muy grave es el cambio en los ciclos de agua y los fenómenos hidrometeorológicos.
Allí está el problema que padece Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, que actualmente es el ejemplo más grave de la escasez de agua en el planeta, dice Benjamín Martínez, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.
«Si continúan bajando los niveles de ese recurso, se podría declarar el ‘día cero’ para mayo o junio, y las tuberías de hogares y negocios tendrán que cerrarse hasta que lleguen las lluvias», afirma.
Esto ocurrió por una serie de eventos importantes: «Uno es que, aunque generalmente la precipitación de invierno es variable en esa zona, los últimos tres inviernos fueron muy secos», explica. Además, hubo déficit de precipitación en la época húmeda (de mayo a octubre), lo que agravó la sequía.
Otro factor es que en los últimos 20 a 30 años la precipitación anual acumulada ha ido a la baja. La que se observó en 2017 en esa zona fue de aproximadamente un tercio de la ocurrida en 1980, cuando «los datos arrojaron unos 500 milímetros anuales, y el año pasado fueron 173 milímetros».
Los especialistas se percataron también de que la temperatura del mar en el área cercana a Ciudad del Cabo ha aminorado. «Se supone que con el calentamiento del planeta hay un corrimiento de los vientos hacia el Polo Sur. Esa zona de los mares del sur es donde se da la mayor transferencia de energía del océano a la atmósfera. Los vientos comienzan a darle más energía a esa masa de agua y se incrementa una corriente que bordea toda la Antártida», dice Martínez.
Pero «esto es todavía especulación, que tenemos que estudiar para ver qué ocurre al respecto», aclara.
Pese al escenario, la investigadora Paulina Ordóñez considera que aún estamos a tiempo de revertir la tendencia. «Está en nuestras manos evitar llegar a los dos grados y disminuir las cifras actuales».
Esto depende en gran parte de los políticos, dice, porque tienen los medios para facilitar políticas ambientales. Pero también los ciudadanos «tenemos la responsabilidad de poner nuestro granito de arena, usando bicicleta y separando la basura, por ejemplo».
El cambio climático y el calentamiento global son una realidad que involucra a todos los habitantes del planeta.
En ascenso. Según datos de la Organización Meteorológica Mundial, los años 2015, 2016 y 2017 han sido los más calurosos desde que hay registros. (EFE)