Plaza Monumental México. Casi lleno. Toros de Los Encinos muy desiguales en todo. Pablo Hermoso, silencio y una oreja. Enrique Ponce, dos orejas y vuelta. Sergio Flores, una oreja y una oreja. Luis David, dos orejas y silencio
Hubo un tiempo donde el toreo popular se llamaba El Cordobés, su valor era su atractivo, su valor y su heterodoxia de fácil comprensión para el aficionado de dos corridas al año. Resulta que lo del valor era relativo por los mil trucos que utilizaba ante toritos poco exigentes, y lo de la heterodoxia era puro mal gusto. Enrique Ponce en México el que ocupa el puesto de El Cordobés, pero donde el andaluz presentaba arrojo el valenciano muestra, supuestamente, arte. La heterodoxia ordinaria es la característica compartida por estos fenómenos de masa, que no de masas, porque la masa es una, de ahí viene su atemorizante fuerza.
El arte del Ponce versión mexicana son un montón de gestos irritantes al estar realizados en una carrerita continua delante de los toros. Son tres o cuatro pasitos rápidos que un coreógrafo no le consentiría a ninguno de sus bailarines y que desde esta humilde sección demandamos sean bautizados como los «poncitos». Delante de un toro la afección de esos pasitos son un insulto a la tauromaquia, luego de la carrerita corta llega el pase de cartel compuesto con, de nuevo, afección, y afectado de qué, se dirán ustedes, pues de trampa, de qué sino.
Y para la trampa hacen falta cartas marcadas en forma de bueyes. Los dos que enfrentó Ponce, al primero robotizado le sometió con sus «poncitos» combinados con cambios de mano y pases en paralelo, Con ese toro logró las dos orejas. El segundo saco de carne era un manso de libro que huyo de todo castigo, de los que devuelven en plazas de primera con gran escándalo. Lo cierto es que el de Los Encinos mostraba formar parte de los mansos coléricos, esos que en la muleta curiosamente transmiten y Ponce lo vio. Ese fue su mayor mérito, ese y durante un breve instante, para meter al manso en faena, ligó dos pases hacía dentro de verdad, el Ponce de plaza de primera, a veces. Pero fue un espejismo.
Ya con el toro donde quería regresó a los «poncitos» y a las «poncinas», todo muy afectado, cuando el manso se le dispersaba, pues un par de ligados, pero solo para seguir con el show para la masa. Pinchó y se tuvo que conformar con una vuelta al ruedo, que no hizo falta ni pedir.Distintos fueron los toros de Flores y Luis David, con menos peso y encastados. Luis David sigue con su toreo nervioso y descompuesto que le valió una cornada y absurdamente una puerta grande. Alterno algo de fijeza con adorno improvisados y el toro se lo comió.
Lo de Sergio flores fue bien distinto, con su primero estuvo vulgar, en su línea de los últimos años, pero con el séptimo de la tarde, el mejor toro de la corrida por casta y fuerza, Flores fue el joven torero poderoso de sus inicios. Qué momento tan sintomático ver a Sergio Flores ligar hasta seis pases sin mover la zapatilla, rematarlos con un pase de pecho muy profundo y escuchar la indiferencia o extrañeza de un púbico que cree que torear es lo que hace Enrique Ponce, lo que hacía el Cordobés, unos espectadores que van dos veces al año a los toros. Sergio toreó excelentemente al natural y con la derecha luciendo y mandando la casta del toro, notó el de Tlaxcala la indiferencia del público y se adornó con un circulares y un espantoso pase a la remanguillé, ahí la masa hizo olé, ¡qué lástima¡ Pinchó y mató de una gran estocada, oreja le dieron, la única de verdad de estar tarde para olvidar.
Con Flores volvió a sobresalir Gustavo Campos, el subalterno de oro, sexta vez que saluda al tercio en este ciclo de corridas mayores de La Plaza México, Campos no solo es de oro por su ejecución del tercio de banderillas, también por la sobriedad y eficacia con la que hace su lidia.
Pablo Hermoso de Mendoza volvía a Plaza México y toreó con elegancia y precisión. Con varios momentos ceñidos entre su montura y el toro. Cortó una oreja que no fueron dos por el falló de los aceros.
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Buena faena de Sergio Flores en la tarde de puertas grandes
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