Ginés Marín volvió a toparse con un gran toro de Alcurrucén, como aquel día de su confirmación de alternativa en esta misma plaza, y lo cuajó a placer por naturales para cortarle las dos orejas y conquistar una valiosa Puerta Grande que habla bien de su madurez y las ganas de seguir consolidándose como uno de los toreros jóvenes más importantes de su generación.
Y es que «Secretario» había salido un tanto frío, tal y como suelen ser los toros del encaste Núñez, y se fue definiendo a partir del tercio de banderillas, hasta llegar a la muleta con unas embestidas humilladas y profundas que el torero jerezano aprovechó a cabalidad, para hacer una faena artística que enloqueció al público que llenaba el aforo permitido de la plaza y donde reinaba un magnífico ambiente propicio a pasarla bien y alentar el triunfo de los toreros.
La clave de la faena de Ginés fue el compás, ese juego de cintura, acompañado de cadencia, y una muñeca muy bien afinada para dejar al toro listo tras cada pase y ligar el siguiente en un palmo de terreno.
Y conforme crecía la intensidad de su toreo con la zurda, la gente iba a más, y el toro también, hasta desembocar en una estocada ejecutada con rotundidad, de la que el toro tardó un poco en morir, y eso fue lo que puso en sus manos las dos orejas de ese noble «Secretario», el toro de mejores hechuras de un encierro desigual en juego del que también sobresalió el primero, un toro encastado, que se ceñía y acudía al capote de Morante con la cara alta, aunque lo hacía con transmisión y obedecía los toques.
Esa otra faena también cautivó al público, que aquilató el gran toreo de capote de Morante, que llevó al toro al puyazo con unas tapatías y luego le hizo un quite precioso por verónicas.
La faena mantuvo el mismo tono de reciedumbre y valor que lo que había hecho hasta entonces, y la gente sacó olés de las entrañas para jalearse una faena concisa, bien estructurada, en la que dejó constancia de su capacidad para entender y torear bien a muchos toros como éste, que era exigente.
Una estocada ligeramente desprendida no impidió que le entregaran la oreja que se pidió con fuerza, y Morante dio una torera vuelta al ruedo envuelto en ese clamor que se ha ganado a pulso al estar llegando a su fin la que quizá sea la mejor temporada de su vida.
Uno de los pasajes estelares de la tarde fue la rivalidad en quites en el tercer toro, cuando Morante ejecutó unas bellas chicuelinas que hicieron crujir a la plaza, y Ginés Marín le dio la réplica con otras, tratando de dar su toque artístico y superar al maestro, que no era fácil, pero consiguió prender la llama de la emoción y la gente vivió este momento con mucho regocijo.
Alberto López Simón sorteó el lote más deslucido de la corrida, estuvo valiente en todo momento. Inclusive, el tercero le echó mano de fea manera en un estatuario del inicio de una faena en la que evidenció su falta de sitio, aunque se sobrepuso con arrestos a la fuerte paliza recibida.
La otra faena fue un tanto similar y tampoco tuvo limpieza, pero sin una sinceridad de ponerse delante de otro toro que no decía nada y al que también mató de una excelente estocada, muy parecida a la anterior que, después de la petición de oreja que tuvo, debió haber sido premiada.
La corrida terminó con la Puerta Grande de Ginés Marín, que dejó un grato sabor a una Feria de Otoño atípica en la que varios toreros rayaron a buen nivel, siendo los dos máximos triunfadores el propio Marín y también Emilio de Justo, que le cortó dos orejas a un poderoso toro de Garcigrande el sábado 2 de octubre.
Además, los tres novilleros mexicanos que pasaron estos días por Madrid, aprobaron el examen con nota alta, y tanto Isaac Fonseca y Alejandro Adame, que estuvieron muy cerca de cortar una oreja, así como el novillero sin picadores Rubén Núñez, causaron una magnífica impresión y es muy posible que el año entrante la empresa los vuelva a tomar en cuenta.
Porque hoy, tratándose de la tradicional Corrida de la Hispanidad, debió haber toreado un espada americano, para no perder ese cariz de internacionalidad de una fecha clásica de la temporada de Madrid que, poco a poco, está volviendo a una esperanzadora normalidad.Ficha
Madrid, España.- Plaza de Las Ventas. Noveno y último festejo de la Feria de Otoño. Corrida de la Hispanidad. Lleno de «Agotado el boletaje» (unas 12 mil personas, el 50 por ciento) en tarde espléndida. Toros de Alcurrucén, bien presentados, un tanto disparejos en hechuras, variados de juego en general, de los que destacaron el 1o., que fue encastado, y el 6o. que tuvo clase. Pesos: 515, 520, 525, 530, 525 y 560 kilos. Morante de la Puebla (azul celeste y oro): Oreja y silencio. López Simón (azul marino y oro): Ovación tras petición y palmas. Ginés Marín (lila y oro): Ovación y dos orejas. Incidencias: Antes de romper filas en el paseíllo, se tocó el himno de España. La infanta Elena de Borbón presenció la corrida desde una barrera del tendido 9. También acudió a la corrida Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la comunidad de Madrid, que estaba en un burladero del callejón. Sobresalieron en banderillas José Chacón y Jesús Arruga, que saludaron en el 5o.