Morante de la Puebla se estrelló con un toro descastado y desfondado que echó el freno muy pronto. Nada pudo hacer el torero, más que intentarlo sin lucimiento por la falta de emoción del animal.
Joselito Adame se impuso al segundo, que embistió algo descompuesto y por el pitón derecho tuvo tendencia a irse a tablas. Lo sometió el mexicano, que lo llevó por abajo y largo. Mejor por el pitón derecho. Llegó mucho al público. Mató de una estocada desprendida pero efectiva y fue premiado con las dos orejas muy benévolas.
El primero de Bañuelos resultó incierto de salida, sin entrega en el capote de un Antonio Ferrera que optó por la brega y el cuidado para que fluyeran sus virtudes. Y éstas salieron en la muleta, donde lo consintió mucho el extremeño hasta llegar al punto de la exigencia. Entonces aprovechó Antonio para tirar de veteranía y oficio con lo poco que le daba el animal. Una estocada contundente facilitó el paseo de la primera oreja de la tarde.
Joselito Adame entiende y cuaja la gran clase del segundo de Bañuelos, al que desoreja
Enseñó su clase de salida el segundo, que tuvo entrega y codicia en un brillante saludo a la verónica de Joselito Adame que remató rodilla en tierra, con mucha torería. Apretó en el jaco el de Bañuelos, al que quitó Adame por chicuelinas antiguas, calando mucho en el tendido. Con la muleta, el mexicano entendió a la perfección al animal, cuya clase invitaba a cuajarlo despacio. Lo hizo Joselito con la mano derecha, haciendo que la faena tomase vuelo. Pero fue al natural donde llegó lo más rotundo, que remató con unas ceñidas manoletinas y un estocadón en la suerte de recibir que tiró al toro sin puntilla. Dos orejas para el mexicano y una ovación para el toro en el arrastre.
Una fuerte oltereta al tirarse a matar merma a Isiegas, que escucha silencio con el tercero
Al tercero, que resultaría ser otro buen toro, lo saludó Jorge Isiegas con dos largas cambiadas en el tercio y con un ramillete de verónicas bien compuestas. Volvió a torear de capa para quitar también por verónicas el aragonés, y demostró su decidida actitud con los tres péndulos que sirvieron para iniciar su faena de muleta. Animoso y dispuesto, puedo extraer algunos muletazos estimables de un toro que se fue yendo muy a menos. Hasta que a la hora de matar, se tiró Isiegas a cuerpo limpio, llevándose una fortísima y fea voltereta de la que, afortunadamente, no pareció resultar herido. Eso sí, quedó tan magullado que le costó matar al de Bañuelos y todo quedó en silencio.