Se equivocan –de principio a fin–, quienes suponen que tanto el PRI, como el gobierno federal o los estrategas del candidato José Antonio Meade, pretenden tirar la candidatura de Ricardo Anaya. Por: Ricardo Alemán
Los que difunden la especie –y quienes al mismo tiempo hacen crecer la especulación–, no entienden que si un gobierno o un partido deciden aplastar a un adversario político, lo primero que consiguen es la creación de un mártir.
Por eso, sabedor de los efectos positivos para su causa de la estrategia del “martirologio”, el candidato Ricardo Anaya “fanfarroneo” con el clásico: “Si el gobierno tiene algo en mi contra, que venga por mí”, dijo.
Y es que Anaya sabe que el gobierno federal, el de Peña, no cometerá el mismo error que Vicente Fox, cuyo gobierno persiguió penalmente al jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, y lo único que logró fue convertirlo en un poderoso mártir que casi gana la elección presidencial del 2006, a pesar de los escándalos de corrupción de Bejarano y más, y Ponce.
No, el gobierno de Peña Nieto no llevará a prisión al candidato Ricardo Anaya. No, lo cierto es que la justicias va por su “compadre” y operador financiero, Manuel Barreiro, quien podría ser “la mano que mece la cuna”. Es decir, Barreiro podría ser el encargado de señalar la responsabilidad de Ricardo Anaya en el presunto delito de lavado de dinero.
Por eso, para los estrategas políticos del PRI, se convirtió en una verdadera joya la aparición del video que muestra la boda de Barreiro, su amistad con Anaya y la relación de compadrazgo.
Y pueden decir misa los malquerientes del gobierno federal del PRI y de la candidatura de José Antonio Meade, pero lo cierto es que el video de la boda de Barreiro fue producto no solo del fuego amigo, sino que se trata de la primera señal contundente de que el grupo compacto de Ricardo Anaya empieza a desmoronarse.
¿De qué estamos hablando?
Resulta que Ricardo Anaya llegó al control del partido y se apoderó de la candidatura presidencial, “montado” en la lealtad, la amistad, y la complicidad de un pequeño grupo de amigos y aliados.
Esa claque se mantuvo unida con el cemento de los negocios y las promesas de un futuro prometedor. La lealtad al jefe del clan, a Ricardo Anaya, se mantuvo mientras no estaba en riesgo la libertad y el prestigio de sus aliados.
Sin embargo, a partir del descubrimiento de las presuntas corruptelas de Anaya “la mazorca se empezó a desmoronar”.
¿Qué quiere decir lo anterior?
Que ninguno de los socios, aliados o cómplices de Anaya parece dispuesto a cargar con el fardo de la culpa, cuando –dicen– el principal culpable es Anaya.
La investigación contra el lavado de dinero y contra otros presuntos delitos en los que abrían participado socios y amigos de Anaya ya empezó a dar resultado. Y el primero de ellos fue el video de la boda de Barreiro, que según algunos panistas no fue una casualidad, tampoco un hallazgo policiaco y menos “un buscapiés” lanzado por el gobierno.
Se trata de una advertencia a Ricardo Anaya y a su círculo cercano. ¿Y qué es lo que le advierten?
El mensaje es suficientemente claro. Nadie, entre el grupo de amigos, operadores y aplaudidores de Anaya está dispuesto a jugar el papel de chivo expiatorio.
Y entre ese grupo compacto empieza a cundir no solo miedo, sino verdadero pánico. Y es que solo falta que uno de los cercanos a Anaya diga lo que sabe de los escándalos de manejo irregular de dinero, para que la cascada se desborde.
La ola expansiva del escándalo tocará a muchos más que uno. ¿Cuántos de ellos estarán dispuestos as pagar por culpas ajenas? Cuántos sacrificarán nombre, carrera, fortuna y hasta la libertad, por un candidato presidencial con escasas o ninguna posibilidad de victoria.
Por lo pronto la autoridad federal está cerca de conseguir el regreso de Manuel Barreiro y de iniciar la carpeta de consignación en su contra, por el presunto delito de lavado de dinero.
¿Se imaginan lo que podría decir Barreiro en su declaración si es consignado? El gobierno federal va por Barreiro, quien podría ser “la mano que mece la cuna”.
Por eso la preocupación en el PAN, el PRD y MC, partidos a los que muchos advirtieron sobre el riesgo de “la papa caliente” que significaba para la contienda presidencial el hoy candidato Ricardo Anaya. Los focos rojos se prendieron desde mucho antes y desde todos los flancos, pero nadie hizo caso.
Por eso en esos tres partidos ya es posible descubrir el fantasma de la sustitución de Ricardo Anaya.
Al tiempo.