JIRONES DE NUESTRA HISTORIA: HÉROES INJUSTAMENTE OLVIDADOS
XICOHTÉNCATL AXAYACATZIN, PRIMER HÉRÓE MEXICANO SÍMBOLO DE LA RESISTENCIA A LA CONQUISTA; A 502 AÑOS DE SU ASESINATO.
Por: José Luis Jaramillo Vela
La llegada de Cortés, para ponernos en contexto
En 1519, Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano con once barcos y casi 700 hombres, desembarcan en la isla de Acuzamil (actual Cozumel), para de ahí bordear la península de Yucatán y llegar hasta las costas del Golfo de México, donde desembarca y funda la Villa Rica de la Vera Cruz (actual Veracruz).
La región era territorio de las tribus Totonacas o Zempoaltecas, debido a que su capital era la ciudadela de Zempoala, donde gobernaba el emperador o tlatoani Xicomecóatl o “Cacique Gordo” como lo bautizaron los españoles debido a su obesidad; los Zempoaltecas eran tributarios de los Aztecas, quienes los tenían sometidos, pero estos totonacas a pesar de estar hartos y a pesar de ser treinta pueblos, eran pacíficos y no eran grandes guerreros.
A la llegada de los españoles, los totonacas creyeron estar viendo a los mismísimos dioses, nunca habían visto gente blanca, altos, rubios, de ojos verdes y azules y además enfundados en armaduras metálicas y montados en caballos, animal que ellos tampoco conocían; bajados de enormes palacios flotantes (así llamaron a los once galeones de Cortés), por todo eso, los recibieron creyendo que eran sus dioses que venían a visitarlos.
Xicomecóatl el Cacique Gordo los recibió como dioses y les abrió las puertas de su imperio, los recibieron con regalos de oro, plata y piedras preciosas, lo que despertó la codicia de los españoles; le comentaron a
Cortés que estaban sometidos por los Aztecas, a los que debían rendirle tributo; al preguntar Cortés quienes eran los Aztecas, le dijeron que era la tribu dominante y que su capital era La Gran Tenochtitlán, ciudad imponente donde abundaba el oro, pero que para llegar ahí, había un pequeño problema, tendrían que pasar por el Imperio de Tlaxcallan, tribus muy bravas pero que nunca habían podido vencer a los Aztecas, por lo que también estaban sometidos.
Y Cortés marcha rumbo a Tlaxcallan….
El Imperio Tlaxcalteca se le rinde a Cortés… con excepción de un guerrero
Los totonacas y tlaxcaltecas eran tribus vecinas, por lo que Xicomecóatl el Cacique Gordo, envía un grupo de guerreros zempoaltecas al mando de cuatro “embajadores” para indicarles el camino, que no tuvieran problemas y también para presentar a Cortés con el tlatoani o emperador tlaxcalteca.
El Imperio de Tlaxcallan era gobernado por el Emperador o Tlatoani Huéhue Xicohténcatl (Xicohténcatl el Viejo); el imperio estaba dividido en cuatro grandes “altépetl”, o “señoríos” o reinos y en cada uno de ellos gobernaba un “señor”. Huehue Xicohténcatl era el Gran Tlatoani y además era el señor de Tizatlán; Maxixcatzin gobernaba el señorío de Ocotelulco; Tlahuexolotzin gobernaba el señorío de Tepeticpac y Citlalpopocatzin gobernaba el señorío de Quiahuixtlán; y para tener el poder total, Huehue Xicohténcatl tenía a su hijo Xicohténcatl Axayacatzin como jefe de todos los ejércitos del Imperio de Tlaxcallan.
Para efectos de la narrativa, vamos a diferenciar a los dos Xicohténcatl, padre e hijo; el padre Huehue Xicohténcatl será “Xicohténcatl el Viejo” y el hijo, Xicohténcatl Axayacatzin será “Xicohténcatl el Joven”, tal y como los diferenciaron los españoles.
Los españoles ya habían advertido que los nativos los veían como sus propios dioses hechos realidad y Cortés jugó con esa situación y le volvió a resultar, Xicohténcatl el Viejo los recibió con la seguridad de que eran los dioses y reunió a sus cuatro señoríos y a su jefe militar en torno a ellos; todos se rindieron ante los que consideraron sus dioses, todos menos Xicohténcatl el Joven, Jefe de todos los Ejércitos de Tlaxcallan.
Xicohténcatl el Joven, muy rápido advirtió que éstos no eran dioses y mucho menos los de ellos, por lo que su actitud hacia los españoles no fue de respeto, sino de desconfianza y suspicacia, lo que le acarreó el regaño de su padre y las críticas de los señoríos, en especial de Maxixcatzin, del señorío de Ocotelulco, con quien Xicohténcatl el Joven tenía mala relación debido a que Xicohténcatl el Joven deseaba que su padre lo nombrara jefe del señoría de Ocotelulco y este se lo había dado a Maxixcatzin.
En la cultura tlaxcalteca, existía un consejo de ancianos, o de “senadores”, o de “sabios”, gente de mucha experiencia y ellos nombraban al Emperador o Gran Tlatoani, de entre los señoríos o altépetl; Xicoténcatl el Joven, al no tener un señorío, estaba fuera de la línea de sucesión de su propio padre, quien lo había puesto al frente de los ejércitos por ser de su máxima confianza, pero al sacarlo de la línea sucesoria, Xicohténcatl el Viejo corría el riesgo de perder su lealtad, cosa que no ocurrió, pero si los roces de su hijo con los otros tres señoríos, en especial con Maxixcatzin de Ocotelulco.
Hernán Cortés y Xicohténcatl Axayacatzin el Joven, una muy difícil relación… desde el inicio
En el Consejo del Senado tlaxcalteca, Cortés por intermedio de los cuatro embajadores zempoaltecas, solicita al Senado y a Xicohténcatl el Viejo, el permiso para pasar por su territorio con rumbo a la Gran Tenochtitlán; de todo el Consejo, el Gran Tlatoani y los Señoríos, Xicoténcatl el Joven fue el único que se opuso de manera tajante a que los españoles pasaran por su territorio y amenazó con atacarlos.
También Xicohténcatl el Joven cuestiona las supuestas cualidades divinas de Cortés y le pide a su padre y al Senado, que le exijan una prueba de su divinidad para creer que son dioses; la petición no solo fue rechazada, sino que Xicohténcatl el Joven se llevó la reprimenda del Consejo, el regaño de su padre y las burlas abiertas de Maxixcatzin en su contra.
Cortés sabe que su posición está en riesgo y actúa de manera muy prudente, diplomática y condescendiente con la jerarquía tlaxcalteca, pero en el fondo sabe que tiene que deshacerse del bravo y suspicaz guerrero Xicohténcatl Axayacatzin; por ese motivo inicia un acercamiento con el consejo de ancianos, con Xicohténcatl padre y con Maxixcatzin, a quien además de enemigo de Xicohténcatl el Joven, ya considera como un aliado.
El 2 de septiembre de 1519, Xicohténcatl Axayacatzin al frente del ejército tlaxcalteca, sin ninguna orden ni permiso del Consejo ni de su padre, en el pueblo de Tecohuactzingo ataca a Hernán Cortés y sus tropas, incluidos los zempoaltecas, quienes no eran buenos guerreros, pero hacían bulto. En este zipizape no hubo claro ganador, pero si provocó que Maxixcatzin, Señor de Ocotelulco retirara al ejército de su señorío de las tropas de Xicohténcatl el Joven y lo acusara ante el Consejo y su padre, por actuar sin órdenes o permiso previos.
Al día siguiente, Xicohténcatl vuelve a atacar a Cortés al mediodía, con los mismos resultados, no hubo un claro ganador, aunque Cortés adoptó la estrategia de solo defenderse; mediante las intrigas de Maxixcatzin en su contra, Tlahuexolotzin, Señor de Tepeticpac retira a su ejército del mando de Xicohténcatl el Joven. Ese mismo día pero por la madrugada, Xicohténcatl lanza un ataque nocturno, creyendo que el sol les daba poder y energía a los rubios españoles, pero ante las deserciones de las tropas de dos Señoríos, tampoco pudo vencer a Cortés.
Fastidiado por los ataques de Xicohténcatl el Joven, Cortés pierde la compostura que había mantenido y lanza incursiones nocturnas a poblados y aldeas tlaxcaltecas; el Senado tlaxcalteca comienza a dudar de que los españoles sean sus dioses, partiendo de la base de que éstos no los atacarían de esa manera y optan por ofrecerle la paz a Cortés y ordenan a Xicohténcatl Axayacatzin suspender las hostilidades contra los visitantes.
Tlaxcaltecas y españoles pactan la paz y establecen una alianza, Cortés sigue siendo un dios
Desde la llegada de Cortés, los zempoaltecas y los tlaxcaltecas los consideraron como los dioses que habían venido a visitarlos, ni Cortés y ninguno de los españoles dijeron ser dioses, ni se hicieron pasar por dioses, simplemente se dejaron llevar por las creencias rudimentarias de estos pueblos nativos y aprovechando la
circunstancia, se dejaron querer y ser agasajados como dioses y lo más importante, recibieron grandes cantidades de regalos en oro, plata y joyas preciosas, pero nunca dijeron ser dioses.
Ahora es diferente, Cortés nota, percibe que la jerarquía tlaxcalteca comienza a dudar de la divinidad que de manera errónea les habían atribuído y piensa que no es conveniente para sus intereses, a él le conviene que sigan pensando que son dioses para ejercer superioridad sobre ellos y comienza a idear un arriesgado plan para que en la mente de los nativos permanezca la idea de que son los dioses.
Los tlaxcaltecas habían perdido Cholula, habían sido traicionados por los cholultecas y se habían separado de su imperio, Xicohténcatl el Viejo anhelaba volver a dominarlos, por eso su hijo Xicohténcatl Axayacatzin era el jefe de todos los ejércitos tlaxcaltecas, tenía la esperanza de que él lograra someterlos de nuevo. Cortés sabía esto, porque se lo había dicho Xicomecóatl, el Cacique Gordo de Zempoala, los tlaxcaltecas no le habían comentado nada sobre la situación con lo de Cholula, y ve aquí una oportunidad de jugar al dios.
El Senado Tlaxcalteca le ofrece a Cortés un pacto de paz, en esa reunión Xicohténcatl el Joven le hace fuertes reclamos, encara a Cortés y lo desafía a que demuestre que es un dios y que no viene a quitarles sus territorios y sus riquezas, entonces Cortés, como ignorándolo, se vuelve hacia donde está el Gran Tlatoani Xicoténcatl el Viejo y sacando tremendo as de la manga le dice: “yo puedo hacer que recuperes Cholula y que te ofrezcan perdón por el agravio”; esto dejó perplejos a todos, puesto que nadie le había dicho nada a Cortés sobre Cholula y él lo sabía y les estaba ofreciendo traerlos de vuelta su dominio.
Esta fue una muy dura derrota moral para Xicohténcatl el Joven, Cortés lo había ridiculizado y lo había exhibido como un bravucón sin razón ante su padre y toda la jerarquía tlaxcalteca; ahí mismo, Maxixcatzin, Señor de Ocotelulco y ya franco enemigo de Xicohténcatl el Joven, le dice al Senado y a su propio padre el Gran Tlatoani, que su hijo es indigno de ser el jefe de todos los ejércitos tlaxcaltecas y propone sea destituido y en su lugar se nombre a su segundo Chichimecaltecuhtli, quien por su parte dice que él está a las órdenes únicamente del Gran Tlatoani. De todas maneras, Xicohténcatl el Joven es ratificado por su padre, con toda la confianza del Imperio puesta en él.
Cortés recupera Cholula para los tlaxcaltecas en una sangrienta batalla donde en solo dos días asesinaron a tres mil cholultecas y obligándolos a ofrecer disculpas al Imperio de Tlaxcallan por haberlos traicionado. Cortés recupera le credibilidad de los tlaxcaltecas, sin embargo, Xicohténcatl Axayacatzin sabe que es un falso profeta y que sus intenciones son perversas y negativas para ellos y continúa desafiándolo.
Alianza Cortés- Tlaxcallan; Xicohténcatl Axayacatzin derrotado y triplemente humillado por Cortés
El Imperio de Tlaxcallan deseaba dejar de ser sometidos por los aztecas, bravura no les faltaba, pero en número de guerreros eran muy superiores los aztecas y ése era el problema; Cortés le ofrece una alianza a Xicohténcatl el Viejo, los tlaxcaltecas le pondrían cuatro mil guerreros y él iría a derrotar a los aztecas.
El Gran Tlatoani Huehue Xicohténcatl el Viejo, el Senado Tlaxcalteca y los Señoríos estaban prácticamente “endiosados” con Hernán Cortés y aceptan la alianza que les propone, invitándolo al palacio, en donde lo colman de regalos y presentes por haber recuperado Cholula; por su parte, Xicohténcatl el joven habla con su padre, con el Senado y con los Señoríos y les expone que Cortés no es quien ellos creen y que si va a la
Gran Tenochtitlán, no es para ayudarlos ni para liberarlos de los aztecas, sino para quedarse con todo y someter a todos los pueblos y quitarles su territorio; de entre todos los tlaxcaltecas, Xicohténcatl el Joven parecía ser el único que estaba consciente de la realidad y les dice a su padre y al Senado que con todos esos guerreros que van a poner al servicio de Cortés, le bastarían a él para acabar con los invasores.
Hernán Cortés decide intervenir y puesto que parece tener más credibilidad que el propio hijo del Gran Tlatoani, se dirige al Senado y al Emperador y propone que el ejército tlaxcalteca y su jefe Xicohténcatl Axayacatzin sean puestos bajo sus órdenes para salir rumbo a la Gran Tenochtitlán y para sellar la alianza, ofrece a dos de sus generales, los hermanos Jorge y Pedro de Alvarado, para ser ofrecidos en matrimonio para las princesas Xicot y Tecuelhuetzin, hijas del Tlatoani y hermanas de Xicohténcatl el Joven.
Las propuestas de Cortés son aceptadas y con eso queda sellado el pacto y la alianza entre Tlaxcallan y los españoles; y mientras tanto Xicohténcatl Axayacatzin queda terriblemente humillado, él y su ejército son puestos bajo las órdenes de Cortés y sus dos hermanas van a ser casadas con dos generales de Cortés; este evento marcó el inicio de la ruptura entre Huehue Xicohténcatl y su hijo Xicohténcatl Axayacatzin, quien le reclamó muy fuerte a su padre el haber entregado el Imperio Tlaxcalteca y sus dos hijas a los extraños invasores; esta relación que terminaría de la peor manera.
Marcha a la Gran Tenochtitlán, decepción, deserción y traición
Apenas quedó sellada la alianza, viene la decepción, Cortés y su gente comienzan a mostrar los primeros signos de crueldad y mal trato hacia los indígenas, durante la marcha a la Gran Tenochtitlán, ellos son los encargados de cargar toda la artillería sobre sus espaldas, los pesados cañones y las bolas de cañón, incluso algunos hasta cargando a españoles a sus espaldas y se comienzan a ver malos tratos como azotes y garrotazos; se empieza a notar una cierta decepción.
Mientras tanto, Xicohténcatl Axayacatzin marcha al frente de sus guerreros, bajo las órdenes de Cortés, quien le ofrece un trato despectivo, pero Xicohténcatl va preocupado por el rompimiento con su padre, el reino de Tlaxcallan se quedó a merced de Maxixcatzin, del Señorío de Ocotelulco y de Chichimecaltecuhtli su segundo general en el ejército, quien se quedó en Tlaxcallan con una fuerza de ocho mil guerreros y todos ellos, tanto su padre el Gran Tlatoani, como los otros dos, abiertamente en favor de Cortés; todo eso traía pensativo a Xicóhténcatl, quien sentía que se iba a perder el Imperio de Tlaxcallan y podía caer en las manos equivocadas si él no hacía algo por evitarlo.
Llegando a Texcoco, Xicohténcatl ya lo tenía bien decidido, regresaría a Tlaxcallan y tomaría el poder que él consideraba que por línea directa le correspondía, pensaba que su padre estaba ya dominado por Cortés y era necesario sustituirlo del Tlatoanato; entonces deserta de las filas de Cortés y con sus guerreros se dirige a esconderse unos días en un lugar de las montañas, para desde ahí tomar el poder en Tlaxcallan e irse con todo su ejército contra Hernán Cortés.
Cortés envía un emisario a informarle a Xicohténcatl el Viejo de la deserción de su hijo y éste, traicionando a su hijo les dice que planea un golpe de estado al imperio y les dice donde es lo más probable que puedan encontrarlo; como se dice coloquialmente, se los entregó en charola de plata, o “lo puso en la cruz”; Cortés
no pierde tiempo y ordena a Alonso de Ojeda ir en su busca y traerlo a como diera lugar; Ojeda lo encuentra y lo lleva ante Cortés, quien ordena que sea ahorcado en el centro de Texcoco para que todos lo vean; en la cultura tlaxcalteca un guerrero solo podía tener dos formas de morir con dignidad: en el campo de batalla o ser hecho prisionero y ser sacrificado a los dioses, el morir ahorcado era sinónimo de traición y era sumamente indigno.
Muerte y legado de un gran guerrero
El 12 de mayo de 1521, en pleno zócalo de Texcoco y siguiendo las órdenes de Hernán Cortés, Alonso de Ojeda pone en la horca a Xicohténcatl Axayacatzin en una ejecución pública que produjo el efecto contrario al que Cortés deseaba, pues a partir de ahí se cayó por completo el velo de deidad que los nativos les habían puesto a los españoles, mostrando su verdadero rostro de crueldad, tiranía y avasallamiento; las tribus locales terminaron por convencerse de que quien tenía razón era Xicohténcatl Axayacatzin y que Cortés y los españoles terminarían por asesinar a los líderes, jefes y tlatoanis para apoderarse de sus imperios y señoríos.
Xicohténcatl Axayacatzin, bravo y decidido jefe guerrero tlaxcalteca murió a los 37 años y tuvo que morir para descubrir a los verdaderos invasores y sus intenciones de conquista y sometimiento, nunca se imaginaron que terminarían siendo despojados y esclavizados y reducidos a condiciones de vida infrahumanas, a las que ni sus tribus enemigas los sometían. La muerte de Xicohténcatl sirvió para que se desencadenara la debacle de la Noche Triste, pero Cortés regresó al año siguiente, con mucha más gente y volvió a hacer alianzas con los nuevos jefes; esto es indicativo de que no tenemos memoria histórica ni social y por eso nos vemos condenados a repetir las mismas tragedias.
En la actualidad, el nombre de Xicohténcatl es sinónJIRONES DE NUESTRA HISTORIA: HÉROES INJUSTAMENTE OLVIDADOS
XICOHTÉNCATL AXAYACATZIN, PRIMER HÉRÓE MEXICANO SÍMBOLO DE LA RESISTENCIA A LA CONQUISTA; A 502 AÑOS DE SU ASESINATO.
Por: José Luis Jaramillo Vela
La llegada de Cortés, para ponernos en contexto
En 1519, Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano con once barcos y casi 700 hombres, desembarcan en la isla de Acuzamil (actual Cozumel), para de ahí bordear la península de Yucatán y llegar hasta las costas del Golfo de México, donde desembarca y funda la Villa Rica de la Vera Cruz (actual Veracruz).
La región era territorio de las tribus Totonacas o Zempoaltecas, debido a que su capital era la ciudadela de Zempoala, donde gobernaba el emperador o tlatoani Xicomecóatl o “Cacique Gordo” como lo bautizaron los españoles debido a su obesidad; los Zempoaltecas eran tributarios de los Aztecas, quienes los tenían sometidos, pero estos totonacas a pesar de estar hartos y a pesar de ser treinta pueblos, eran pacíficos y no eran grandes guerreros.
A la llegada de los españoles, los totonacas creyeron estar viendo a los mismísimos dioses, nunca habían visto gente blanca, altos, rubios, de ojos verdes y azules y además enfundados en armaduras metálicas y montados en caballos, animal que ellos tampoco conocían; bajados de enormes palacios flotantes (así llamaron a los once galeones de Cortés), por todo eso, los recibieron creyendo que eran sus dioses que venían a visitarlos.
Xicomecóatl el Cacique Gordo los recibió como dioses y les abrió las puertas de su imperio, los recibieron con regalos de oro, plata y piedras preciosas, lo que despertó la codicia de los españoles; le comentaron a
Cortés que estaban sometidos por los Aztecas, a los que debían rendirle tributo; al preguntar Cortés quienes eran los Aztecas, le dijeron que era la tribu dominante y que su capital era La Gran Tenochtitlán, ciudad imponente donde abundaba el oro, pero que para llegar ahí, había un pequeño problema, tendrían que pasar por el Imperio de Tlaxcallan, tribus muy bravas pero que nunca habían podido vencer a los Aztecas, por lo que también estaban sometidos.
Y Cortés marcha rumbo a Tlaxcallan….
El Imperio Tlaxcalteca se le rinde a Cortés… con excepción de un guerrero
Los totonacas y tlaxcaltecas eran tribus vecinas, por lo que Xicomecóatl el Cacique Gordo, envía un grupo de guerreros zempoaltecas al mando de cuatro “embajadores” para indicarles el camino, que no tuvieran problemas y también para presentar a Cortés con el tlatoani o emperador tlaxcalteca.
El Imperio de Tlaxcallan era gobernado por el Emperador o Tlatoani Huéhue Xicohténcatl (Xicohténcatl el Viejo); el imperio estaba dividido en cuatro grandes “altépetl”, o “señoríos” o reinos y en cada uno de ellos gobernaba un “señor”. Huehue Xicohténcatl era el Gran Tlatoani y además era el señor de Tizatlán; Maxixcatzin gobernaba el señorío de Ocotelulco; Tlahuexolotzin gobernaba el señorío de Tepeticpac y Citlalpopocatzin gobernaba el señorío de Quiahuixtlán; y para tener el poder total, Huehue Xicohténcatl tenía a su hijo Xicohténcatl Axayacatzin como jefe de todos los ejércitos del Imperio de Tlaxcallan.
Para efectos de la narrativa, vamos a diferenciar a los dos Xicohténcatl, padre e hijo; el padre Huehue Xicohténcatl será “Xicohténcatl el Viejo” y el hijo, Xicohténcatl Axayacatzin será “Xicohténcatl el Joven”, tal y como los diferenciaron los españoles.
Los españoles ya habían advertido que los nativos los veían como sus propios dioses hechos realidad y Cortés jugó con esa situación y le volvió a resultar, Xicohténcatl el Viejo los recibió con la seguridad de que eran los dioses y reunió a sus cuatro señoríos y a su jefe militar en torno a ellos; todos se rindieron ante los que consideraron sus dioses, todos menos Xicohténcatl el Joven, Jefe de todos los Ejércitos de Tlaxcallan.
Xicohténcatl el Joven, muy rápido advirtió que éstos no eran dioses y mucho menos los de ellos, por lo que su actitud hacia los españoles no fue de respeto, sino de desconfianza y suspicacia, lo que le acarreó el regaño de su padre y las críticas de los señoríos, en especial de Maxixcatzin, del señorío de Ocotelulco, con quien Xicohténcatl el Joven tenía mala relación debido a que Xicohténcatl el Joven deseaba que su padre lo nombrara jefe del señoría de Ocotelulco y este se lo había dado a Maxixcatzin.
En la cultura tlaxcalteca, existía un consejo de ancianos, o de “senadores”, o de “sabios”, gente de mucha experiencia y ellos nombraban al Emperador o Gran Tlatoani, de entre los señoríos o altépetl; Xicoténcatl el Joven, al no tener un señorío, estaba fuera de la línea de sucesión de su propio padre, quien lo había puesto al frente de los ejércitos por ser de su máxima confianza, pero al sacarlo de la línea sucesoria, Xicohténcatl el Viejo corría el riesgo de perder su lealtad, cosa que no ocurrió, pero si los roces de su hijo con los otros tres señoríos, en especial con Maxixcatzin de Ocotelulco.
Hernán Cortés y Xicohténcatl Axayacatzin el Joven, una muy difícil relación… desde el inicio
En el Consejo del Senado tlaxcalteca, Cortés por intermedio de los cuatro embajadores zempoaltecas, solicita al Senado y a Xicohténcatl el Viejo, el permiso para pasar por su territorio con rumbo a la Gran Tenochtitlán; de todo el Consejo, el Gran Tlatoani y los Señoríos, Xicoténcatl el Joven fue el único que se opuso de manera tajante a que los españoles pasaran por su territorio y amenazó con atacarlos.
También Xicohténcatl el Joven cuestiona las supuestas cualidades divinas de Cortés y le pide a su padre y al Senado, que le exijan una prueba de su divinidad para creer que son dioses; la petición no solo fue rechazada, sino que Xicohténcatl el Joven se llevó la reprimenda del Consejo, el regaño de su padre y las burlas abiertas de Maxixcatzin en su contra.
Cortés sabe que su posición está en riesgo y actúa de manera muy prudente, diplomática y condescendiente con la jerarquía tlaxcalteca, pero en el fondo sabe que tiene que deshacerse del bravo y suspicaz guerrero Xicohténcatl Axayacatzin; por ese motivo inicia un acercamiento con el consejo de ancianos, con Xicohténcatl padre y con Maxixcatzin, a quien además de enemigo de Xicohténcatl el Joven, ya considera como un aliado.
El 2 de septiembre de 1519, Xicohténcatl Axayacatzin al frente del ejército tlaxcalteca, sin ninguna orden ni permiso del Consejo ni de su padre, en el pueblo de Tecohuactzingo ataca a Hernán Cortés y sus tropas, incluidos los zempoaltecas, quienes no eran buenos guerreros, pero hacían bulto. En este zipizape no hubo claro ganador, pero si provocó que Maxixcatzin, Señor de Ocotelulco retirara al ejército de su señorío de las tropas de Xicohténcatl el Joven y lo acusara ante el Consejo y su padre, por actuar sin órdenes o permiso previos.
Al día siguiente, Xicohténcatl vuelve a atacar a Cortés al mediodía, con los mismos resultados, no hubo un claro ganador, aunque Cortés adoptó la estrategia de solo defenderse; mediante las intrigas de Maxixcatzin en su contra, Tlahuexolotzin, Señor de Tepeticpac retira a su ejército del mando de Xicohténcatl el Joven. Ese mismo día pero por la madrugada, Xicohténcatl lanza un ataque nocturno, creyendo que el sol les daba poder y energía a los rubios españoles, pero ante las deserciones de las tropas de dos Señoríos, tampoco pudo vencer a Cortés.
Fastidiado por los ataques de Xicohténcatl el Joven, Cortés pierde la compostura que había mantenido y lanza incursiones nocturnas a poblados y aldeas tlaxcaltecas; el Senado tlaxcalteca comienza a dudar de que los españoles sean sus dioses, partiendo de la base de que éstos no los atacarían de esa manera y optan por ofrecerle la paz a Cortés y ordenan a Xicohténcatl Axayacatzin suspender las hostilidades contra los visitantes.
Tlaxcaltecas y españoles pactan la paz y establecen una alianza, Cortés sigue siendo un dios
Desde la llegada de Cortés, los zempoaltecas y los tlaxcaltecas los consideraron como los dioses que habían venido a visitarlos, ni Cortés y ninguno de los españoles dijeron ser dioses, ni se hicieron pasar por dioses, simplemente se dejaron llevar por las creencias rudimentarias de estos pueblos nativos y aprovechando la
circunstancia, se dejaron querer y ser agasajados como dioses y lo más importante, recibieron grandes cantidades de regalos en oro, plata y joyas preciosas, pero nunca dijeron ser dioses.
Ahora es diferente, Cortés nota, percibe que la jerarquía tlaxcalteca comienza a dudar de la divinidad que de manera errónea les habían atribuído y piensa que no es conveniente para sus intereses, a él le conviene que sigan pensando que son dioses para ejercer superioridad sobre ellos y comienza a idear un arriesgado plan para que en la mente de los nativos permanezca la idea de que son los dioses.
Los tlaxcaltecas habían perdido Cholula, habían sido traicionados por los cholultecas y se habían separado de su imperio, Xicohténcatl el Viejo anhelaba volver a dominarlos, por eso su hijo Xicohténcatl Axayacatzin era el jefe de todos los ejércitos tlaxcaltecas, tenía la esperanza de que él lograra someterlos de nuevo. Cortés sabía esto, porque se lo había dicho Xicomecóatl, el Cacique Gordo de Zempoala, los tlaxcaltecas no le habían comentado nada sobre la situación con lo de Cholula, y ve aquí una oportunidad de jugar al dios.
El Senado Tlaxcalteca le ofrece a Cortés un pacto de paz, en esa reunión Xicohténcatl el Joven le hace fuertes reclamos, encara a Cortés y lo desafía a que demuestre que es un dios y que no viene a quitarles sus territorios y sus riquezas, entonces Cortés, como ignorándolo, se vuelve hacia donde está el Gran Tlatoani Xicoténcatl el Viejo y sacando tremendo as de la manga le dice: “yo puedo hacer que recuperes Cholula y que te ofrezcan perdón por el agravio”; esto dejó perplejos a todos, puesto que nadie le había dicho nada a Cortés sobre Cholula y él lo sabía y les estaba ofreciendo traerlos de vuelta su dominio.
Esta fue una muy dura derrota moral para Xicohténcatl el Joven, Cortés lo había ridiculizado y lo había exhibido como un bravucón sin razón ante su padre y toda la jerarquía tlaxcalteca; ahí mismo, Maxixcatzin, Señor de Ocotelulco y ya franco enemigo de Xicohténcatl el Joven, le dice al Senado y a su propio padre el Gran Tlatoani, que su hijo es indigno de ser el jefe de todos los ejércitos tlaxcaltecas y propone sea destituido y en su lugar se nombre a su segundo Chichimecaltecuhtli, quien por su parte dice que él está a las órdenes únicamente del Gran Tlatoani. De todas maneras, Xicohténcatl el Joven es ratificado por su padre, con toda la confianza del Imperio puesta en él.
Cortés recupera Cholula para los tlaxcaltecas en una sangrienta batalla donde en solo dos días asesinaron a tres mil cholultecas y obligándolos a ofrecer disculpas al Imperio de Tlaxcallan por haberlos traicionado. Cortés recupera le credibilidad de los tlaxcaltecas, sin embargo, Xicohténcatl Axayacatzin sabe que es un falso profeta y que sus intenciones son perversas y negativas para ellos y continúa desafiándolo.
Alianza Cortés- Tlaxcallan; Xicohténcatl Axayacatzin derrotado y triplemente humillado por Cortés
El Imperio de Tlaxcallan deseaba dejar de ser sometidos por los aztecas, bravura no les faltaba, pero en número de guerreros eran muy superiores los aztecas y ése era el problema; Cortés le ofrece una alianza a Xicohténcatl el Viejo, los tlaxcaltecas le pondrían cuatro mil guerreros y él iría a derrotar a los aztecas.
El Gran Tlatoani Huehue Xicohténcatl el Viejo, el Senado Tlaxcalteca y los Señoríos estaban prácticamente “endiosados” con Hernán Cortés y aceptan la alianza que les propone, invitándolo al palacio, en donde lo colman de regalos y presentes por haber recuperado Cholula; por su parte, Xicohténcatl el joven habla con su padre, con el Senado y con los Señoríos y les expone que Cortés no es quien ellos creen y que si va a la
Gran Tenochtitlán, no es para ayudarlos ni para liberarlos de los aztecas, sino para quedarse con todo y someter a todos los pueblos y quitarles su territorio; de entre todos los tlaxcaltecas, Xicohténcatl el Joven parecía ser el único que estaba consciente de la realidad y les dice a su padre y al Senado que con todos esos guerreros que van a poner al servicio de Cortés, le bastarían a él para acabar con los invasores.
Hernán Cortés decide intervenir y puesto que parece tener más credibilidad que el propio hijo del Gran Tlatoani, se dirige al Senado y al Emperador y propone que el ejército tlaxcalteca y su jefe Xicohténcatl Axayacatzin sean puestos bajo sus órdenes para salir rumbo a la Gran Tenochtitlán y para sellar la alianza, ofrece a dos de sus generales, los hermanos Jorge y Pedro de Alvarado, para ser ofrecidos en matrimonio para las princesas Xicot y Tecuelhuetzin, hijas del Tlatoani y hermanas de Xicohténcatl el Joven.
Las propuestas de Cortés son aceptadas y con eso queda sellado el pacto y la alianza entre Tlaxcallan y los españoles; y mientras tanto Xicohténcatl Axayacatzin queda terriblemente humillado, él y su ejército son puestos bajo las órdenes de Cortés y sus dos hermanas van a ser casadas con dos generales de Cortés; este evento marcó el inicio de la ruptura entre Huehue Xicohténcatl y su hijo Xicohténcatl Axayacatzin, quien le reclamó muy fuerte a su padre el haber entregado el Imperio Tlaxcalteca y sus dos hijas a los extraños invasores; esta relación que terminaría de la peor manera.
Marcha a la Gran Tenochtitlán, decepción, deserción y traición
Apenas quedó sellada la alianza, viene la decepción, Cortés y su gente comienzan a mostrar los primeros signos de crueldad y mal trato hacia los indígenas, durante la marcha a la Gran Tenochtitlán, ellos son los encargados de cargar toda la artillería sobre sus espaldas, los pesados cañones y las bolas de cañón, incluso algunos hasta cargando a españoles a sus espaldas y se comienzan a ver malos tratos como azotes y garrotazos; se empieza a notar una cierta decepción.
Mientras tanto, Xicohténcatl Axayacatzin marcha al frente de sus guerreros, bajo las órdenes de Cortés, quien le ofrece un trato despectivo, pero Xicohténcatl va preocupado por el rompimiento con su padre, el reino de Tlaxcallan se quedó a merced de Maxixcatzin, del Señorío de Ocotelulco y de Chichimecaltecuhtli su segundo general en el ejército, quien se quedó en Tlaxcallan con una fuerza de ocho mil guerreros y todos ellos, tanto su padre el Gran Tlatoani, como los otros dos, abiertamente en favor de Cortés; todo eso traía pensativo a Xicóhténcatl, quien sentía que se iba a perder el Imperio de Tlaxcallan y podía caer en las manos equivocadas si él no hacía algo por evitarlo.
Llegando a Texcoco, Xicohténcatl ya lo tenía bien decidido, regresaría a Tlaxcallan y tomaría el poder que él consideraba que por línea directa le correspondía, pensaba que su padre estaba ya dominado por Cortés y era necesario sustituirlo del Tlatoanato; entonces deserta de las filas de Cortés y con sus guerreros se dirige a esconderse unos días en un lugar de las montañas, para desde ahí tomar el poder en Tlaxcallan e irse con todo su ejército contra Hernán Cortés.
Cortés envía un emisario a informarle a Xicohténcatl el Viejo de la deserción de su hijo y éste, traicionando a su hijo les dice que planea un golpe de estado al imperio y les dice donde es lo más probable que puedan encontrarlo; como se dice coloquialmente, se los entregó en charola de plata, o “lo puso en la cruz”; Cortés
no pierde tiempo y ordena a Alonso de Ojeda ir en su busca y traerlo a como diera lugar; Ojeda lo encuentra y lo lleva ante Cortés, quien ordena que sea ahorcado en el centro de Texcoco para que todos lo vean; en la cultura tlaxcalteca un guerrero solo podía tener dos formas de morir con dignidad: en el campo de batalla o ser hecho prisionero y ser sacrificado a los dioses, el morir ahorcado era sinónimo de traición y era sumamente indigno.
Muerte y legado de un gran guerrero
El 12 de mayo de 1521, en pleno zócalo de Texcoco y siguiendo las órdenes de Hernán Cortés, Alonso de Ojeda pone en la horca a Xicohténcatl Axayacatzin en una ejecución pública que produjo el efecto contrario al que Cortés deseaba, pues a partir de ahí se cayó por completo el velo de deidad que los nativos les habían puesto a los españoles, mostrando su verdadero rostro de crueldad, tiranía y avasallamiento; las tribus locales terminaron por convencerse de que quien tenía razón era Xicohténcatl Axayacatzin y que Cortés y los españoles terminarían por asesinar a los líderes, jefes y tlatoanis para apoderarse de sus imperios y señoríos.
Xicohténcatl Axayacatzin, bravo y decidido jefe guerrero tlaxcalteca murió a los 37 años y tuvo que morir para descubrir a los verdaderos invasores y sus intenciones de conquista y sometimiento, nunca se imaginaron que terminarían siendo despojados y esclavizados y reducidos a condiciones de vida infrahumanas, a las que ni sus tribus enemigas los sometían. La muerte de Xicohténcatl sirvió para que se desencadenara la debacle de la Noche Triste, pero Cortés regresó al año siguiente, con mucha más gente y volvió a hacer alianzas con los nuevos jefes; esto es indicativo de que no tenemos memoria histórica ni social y por eso nos vemos condenados a repetir las mismas tragedias.
En la actualidad, el nombre de Xicohténcatl es sinónimo de bravura, gallardía y dignidad, está considerado como el “símbolo de la resistencia, de la libertad y del orgullo de raza de los pueblos nativos y originarios de América frente a los invasores” y es reconocido desde las tribus de Canadá hasta las tribus de la Patagonia. En México, Xicohténcatl Axayacatzin es considerado el máximo símbolo de la identidad en los habitantes de Tlaxcala, el Estado lleva en su honor el nombre oficial de Estado Libre y Soberano de Tlaxcala de Xicohténcatl. Los historiadores lo valoran mucho, pero la historia oficial de México no lo ha reconocido en su justa y real medida.
Xicohténcatl Axayacatzin nació en 1484 en el Señorío de Tizatlán, Imperio de Tlaxcallan y murió el 12 de mayo de 1521 en Texcoco, Señorío de Tenochtitlán, a los 37 años de edad.
Fuentes Bibliográficas:
+ iib.unam.mx
+ memoriapoliticademexico.org
+ biografiasyvidas.comimo de bravura, gallardía y dignidad, está considerado como el “símbolo de la resistencia, de la libertad y del orgullo de raza de los pueblos nativos y originarios de América frente a los invasores” y es reconocido desde las tribus de Canadá hasta las tribus de la Patagonia. En México, Xicohténcatl Axayacatzin es considerado el máximo símbolo de la identidad en los habitantes de Tlaxcala, el Estado lleva en su honor el nombre oficial de Estado Libre y Soberano de Tlaxcala de Xicohténcatl. Los historiadores lo valoran mucho, pero la historia oficial de México no lo ha reconocido en su justa y real medida.
Xicohténcatl Axayacatzin nació en 1484 en el Señorío de Tizatlán, Imperio de Tlaxcallan y murió el 12 de mayo de 1521 en Texcoco, Señorío de Tenochtitlán, a los 37 años de edad.
Fuentes Bibliográficas:
+ iib.unam.mx
+ memoriapoliticademexico.org
+ biografiasyvidas.com