Cuando presentamos la denuncia penal contra César Horacio Jáquez Duarte, Jaime Ramón Herrera Corral y Carlos Hermosillo Arteaga, en septiembre de 2014, le dijimos al pueblo de Chihuahua que vivíamos atrapados entre una fachada de instituciones republicanas al servicio del engaño y de una realidad atroz, encabezadas por una pandilla de delincuentes que se instaló en el poder para aprovechar esa posición y enriquecimiento con el patrimonio de los chihuahuenses, gracias a las relaciones que genera un poder despótico y sin límites en sus aviesos propósitos.
En otras palabras, que la corrupción política había llegado para entronizarse al amparo del poder presidencial de Enrique Peña Nieto y su decadente partido.
Por primera vez, una consistente lucha contra la corrupción salía a las calles de Chihuahua a dar una batalla, y lo hizo honrando la valentía, que es virtud solo cuando se pone al servicio de una causa general y generosa.
Por eso creamos Unión Ciudadana, como un gran aliento para renovar la vida pública de Chihuahua, reclamando que fuera cimentada en el derecho y en la ética.
Para lograrlo empeñamos nuestro duro deseo de permanecer en la lucha, con firmeza indoblegable, y aquí estamos, como testigos de que luchar desde la ciudadanía reditúa a la sociedad con creces.
Somos testigos de un momento altamente significativo porque finalmente se ha capturado a César Duarte Jáquez, a quien habíamos derrotado desde el momento mismo en el que le demostramos que era un traidor a su pueblo, un corrupto en la peor era de la existencia del partido de estado en la república”
Es cierto que Unión Ciudadana nunca logró concentrar en una plaza pública a los miles de seres humanos para provocar el derrumbe de esa casta gobernante.
Había en la gente de Chihuahua una gran resistencia pasiva, que se sentía por todos los rincones del territorio estatal, miles de voces nos impulsaron a seguir adelante y ahora el tirano está detenido en los Estados Unidos, con la finalidad de que se le extradite para juzgarlo por cada uno de sus crímenes.
Estamos ante un capítulo aleccionador por ponernos ante nuestros ojos las dificultades de la lucha contra la corrupción, que debiera ser más rápida en sus resultados.
César Duarte Jáquez tendrá todas las oportunidades de un debido proceso para defenderse de las imputaciones que se le formulan, pero no tiene una sola razón para evadir el irrefutable veredicto que la sociedad chihuahuense ya dictó hace años, al colocarlo entre las personas que mayor daño le han hecho en la historia de un pueblo generoso, que no merece continuar por esa senda.
Basta tiempo todavía para someterlo y castigarlo. Su mayor sanción es una moral republicana que lo condena. Pero también reconozcamos que la máxima pena que habrá de sufrir el tirano, es la devolución de lo que se robó.
Sin embargo, la justicia en Chihuahua está incompleta
Se ha practicado una especie de selectividad, con una vara se mide de manera distinta y se otorgan privilegios a quienes también debieran ser perseguidos o castigados, concretamente señalo a Jaime Ramón Herrera Corral y Pedro Hernández, pero hay muchos más.
La lucha contra la corrupción es un proceso social altamente complejo.
Pretender encasillarla otorgando méritos a unos, y restándoselos a otros es inadmisible, como también lo es regatear el esfuerzo de quienes iniciaron un combate y contribuyeron desde donde se encontraban, incluido el gobierno estatal y federal.
Por lo que respecta a Unión Ciudadana, jamás ha arriado banderas, ni lo hará, menos refugiarse en la arrogancia y la vanidad mediante la cual se pretendió desde el poder, inútilmente, tener el monopolio de la verdad, solo porque detentaba la obligación pública de perseguir a los malvados y depredadores de las instituciones públicas y su patrimonio.
Además es tarea de lo que se deberá ocuparse la historia.
Hay de los gobernantes que hacen de su egolatría, el sustento de su imagen política y se pierden en el camino.
La lucha de Unión Ciudadana deja una importante moraleja: Los chihuahuenses deben ser más acuciosos, más responsables a la hora de nombrar a sus representantes , al momento de entregar los poderes a los ciudadanos manchados, incapaces y ambiciosos.
Si no decimos esto ahora, en medio de esta resistencia, estaremos abonando a que esta sea una lucha sin fin cuando de lo que se trata es de cerrarle absolutamente las puertas a la corrupción política, a los malvados y logreros que hacen del gobierno y el estado la plataforma predilecta y privilegiada de sus negocios privados, o simplemente de sus proyectos de poder que se encierran en la ambición de dominar a los otros, haciendo a un lado los valores más altos de nuestra Constitución política.
No nos perdamos, sigamos en pos de nuestras metas. Las grandes mujeres y los grandes hombres tienen abierto ante sí un enorme campo de acción. Sepan que la tierra es fecunda y está barbechada para todos los que tienen ojos para ver, oídos para oir y corazón para amar a su prójimo. !Que viva Unión Ciudadana, Que viva Chihuahua. Que viva México!”.