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La detección potencial de signos de vida por el telescopio espacial James Webb en la exoplaneta K2-18 b, ubicada a 120 años luz de nosotros, ha sido analizada por nuevas investigaciones.
Este mundo, a menudo comparado con la Tierra por sus características oceánicas potenciales, había revelado rastros de dióxido de carbono y metano, sin amoníaco, sugiriendo un planeta hycean cubierto de océanos bajo una atmósfera rica en hidrógeno.Sin embargo, un elemento ha intrigado especialmente a los investigadores: la presencia potencial de sulfuro de dimetilo (DMS), un compuesto producido por el fitoplancton en los océanos de la Tierra. Si esta detección se confirmara, podría indicar una vida biológica activa produciendo DMS a una tasa 20 veces superior a la de la Tierra.
Estos resultados se derivan de un estudio de la Universidad de Cambridge usando el telescopio espacial James Webb (JWST). Pero un segundo análisis, realizado por científicos de la Universidad de California en Riverside (UCR), ha concluido que los datos podrían no ser concluyentes.
Según Shang-Min Tsai, líder del proyecto en UCR, la señal del DMS se superpone con la del metano, lo que dificulta su detección precisa con los instrumentos actuales del telescopio James Webb. Por lo tanto, el equipo planea utilizar otros instrumentos para continuar la observación de K2-18 b.
Este giro en la búsqueda de signos de vida extraterrestre no marca un fracaso, sino que subraya la importancia de estas investigaciones preliminares que allanan el camino para futuros descubrimientos sobre los mundos hycean, entre los más prometedores para la búsqueda de vida. Eddie Schwieterman, astrobiólogo y líder del equipo de UCR, ha destacado que las biosignaturas más prometedoras en una exoplaneta podrían ser diferentes a las de la Tierra, y que atmósferas ricas en hidrógeno podrían revelar compuestos inesperados.