Una decisión personal
El que no sabe es como el que no ve.
Desde niño tuve la compulsión por la cerveza, empecé a tomar, por supuesto a escondidas de mis padres, desde los 12 años de edad y recuerdo que mis primeras borracheras fueron entre los 14 y los 15 años de edad, también que vomite y que me puse muy mal, claro que yo desconocía todo sobre mi enfermedad, ligado a mi manera de beber, comencé a fumar como desesperado, o sea adquirir, 2 adicciones muy fuertes que estuvieron en mi durante más de 30 años de mi vida y yo me resistía aceptar que tenía un serio problema por mi manera de beber, no daba crédito que el alcohol era el causante de infinidad de problemas y estuve en la negación rotonda todo ese tiempo. No me daba cuenta de que manera perdía el sano juicio, comenzábamos a tomar en grupo, en la casa de un amigo y al poco rato yo ya estaba borracho, ya vivía y se siento, aunque tenía una tomada tranquila no era mala copa, si me metí en problemas y discusiones y cosas relacionadas con el alcoholismo, en mi casa jamás se percataron que yo tuviera una tendencia alcohólica, que estuviera entrando a un pantano de arenas movedizas, incluso el alcohol siempre estuvo presente en todos los eventos familiares y sociales en mi hogar.
Resbalón tras resbalón avisas de caídas son.
A los 17 años yo ya me sentía una persona muy grande de edad y me la pasaba en cantinas y en restaurantes, poniéndome hasta las chanclas comenzábamos a jugar dominó y terminamos hasta las 10 o 11 o 12 de la noche y yo completamente ahogado como araña fumigada, por supuesto que el día siguiente no me levantaba, mi cuerpo se quedaba sin energía y registre fallas garrafales en mi actividad laboral, pero no podía parar, era una tras de otra, así juraba y juraba que no volveré a tomar bastaba con que me sentara en la cantina en la mesa del restaurante y que mesero me dijera lo de siempre don Ernesto y yo débilmente accediera con una sonrisa y moviendo la cabeza afirmando que me sirviera lo de siempre, que era tequila doble en copa coñaquera, con una coronita para que amarre. Dios me cuido todo el tiempo.- La verdad, que nunca tuve un accidente fatal ni una consecuencia grave pero noche tras noche corría yo altas velocidades por la carretera México – Toluca, el periférico y viaducto o las grandes avenidas de la Ciudad de México tenía un alto sentido de irresponsabilidad, nunca me di el peligro ni el riesgo que corría por mi condición de borracho, ni el peligro en que ponía a conductores inocentes.
Las facturas del alcohol.
Nadie cree que te vayan a pasar las cosas que te pasan y a mí me pasaron consecuencias como mi relación tóxica de mi primer matrimonio, la violencia doméstica, mis celos, el mar de mentiras, las depresiones y todo ese cuadro que genera un borracho como yo, me quedé en la ruina económica, porque nunca tuve la conciencia de cuidar mi dinero. ganaba un dólar y gastaba 25, fracase en el aspecto laboral y cuando me casé por segunda, vez mi adicción creció de una manera impresionante, sólo que ahora acompañada de la cocaína y consumir en cantidades industriales, de la cocaína adquirir, esta compulsión, la adicción a la morfina, y a los antidepresivos, en suma llegué a fumarme cerca de 3 cajetillas al día y a sufrir los amargos estragos de las crudas mortales, sinónimo claro, de depresiones absolutas y vivía un verdadero infierno y fue cuando presionado por mi actual esposa, acepte el internado en Oceánica, por un lapso de 35 días, 35 días
donde estuve jugando la parte, negado y por supuesto, sobre ello, yo no aceptaba que era un enfermo alcohólico o maníaco depresivo y un drogadicto en potencia, no reconocía la magnitud de mi enfermedad y el mismo día que salí en la Ciudad de México me reventé con un pase de cocaína. Eso de Alcohólicos Anónimos, son puras jadas.- me dijo mi cuñado y entre al baño y de un solo tiro, me chute el pase del polvo blanco.- cerrado, en la clínica, no acepte que ya era cocainómano, un adicto, drogadicto.
Fondo tras fondo
Como esta enfermedad no perdona, durante el primer año, de mi segundo matrimonio, las borracheras eran casi todos los días y ligado a ello los pleitos y la incertidumbre de un borracho que como yo genera. un tipo neurótico, soberbio, déspota, celoso empedernido, controlador, macho, muy macho, irresponsable y drogadicto, aislado de la realidad, distante de su vida familiar y laboral, por supuesto que la salud tendiendo de un hilo, yo estaba muy amarillo, muy flaco, llegue a pesar menos de 50 kilos y perdí el sano juicio, me volví loco, perdí a mi familia me corrieron de mi trabajo y todo el mundo se me vino encima lleno de drogas, de problemas y de muchas limitantes, gracias a mi compulsión por consumir una botella diaria de vodka y entre 10 y 15 pases de cocaína todos los días, a cada momento durmiendo de día y despierto de noche, con esos delirios auditivos y de persecución, con esas actitudes de un ser hundido y confundido, por su irresponsable manera de vivir, lo perdí todo y toque fondos muy crudos y muy reales, ahora puedo decir que no he visto a nadie que le gané y se, el por qué, el mediocre, como yo, se resiste a pedir y a aceptar ayuda.- Nadie puede solo.-
Yo no podía parar, basta con una gotita de alcohol o un chirris de cocaína, basta con una pastilla antidepresivo o cualquier otra sustancia, que altere mi Sistema Central Nervioso, hoy sé que soy un enfermo alcohólico y adicto de por vida y que lo que he hecho en 20 años que me mantenido limpio, ha sido tan sólo una suspensión de esta enfermedad, perra cruel, burlona, severa maldita enfermedad perversa del alma, a la que yo llamo La Saliva del Diablo, como es el título de mi primera obra publicada sobre adicciones y de mi vida como drogadicto.
Me harte de drogarme.
Después de haber pisado más de 3 veces un hospital, donde ingrese en calidad de muerto y haber vivido ese sufrimiento por los delirios de persecución, comencé a pedir ayuda, porque ya no quería drogarme, no podía parar y así fue como llegué a un centro de rehabilitación AMAR de Chihuahua, ingresé por mi propia voluntad, pero cuando viví el internamiento, las condiciones del inmueble, deprimentes, el síndrome de supresión se adueñó de mi vida y me resistí al proceso, repudie el encierro, rechace la terapia, me resistí a trabajar en mi recuperación, tuve una actitud completamente ingobernable y el trato que se me dio fue a la par de mi soberbia y de mi negación, luego al pasar el tiempo, después de vivir el proceso lento y doloroso, viví una experiencia maravillosa, tuve un despertar espiritual y comencé a sentir la presencia de Dios en mi interior y haciendo contacto con Él, le pedí que me iluminará para entender y conocer por qué me había hecho adicto y así fue cómo empezó este proceso en mi vida, comencé a conocer a Ernesto, me eché un clavado al interior y el gran cúmulo de defectos de carácter, analice mis patrones de conducta, vi, trabaje las heridas profundas de mi alma, trabajé mucho al niño dañado