Cementerio de Dolores, Chihuahua, Chihuahua.
Son diversos los cementerios que han existido en la ciudad de Chihuahua, el Panteón de La Regla fue el primero que existió en la ciudad, estuvo anexo a la actual Catedral, en el centro histórico. Para 1802, con el aumento de la población, fue necesaria la construcción del cementerio de San Felipe, con una capacidad inicial de cuarenta tumbas. Ahí fueron sepultados los restos de Allende, Aldama, Jiménez y otros caudillos de la insurgencia que fueron fusilados en Chihuahua a mediados de 1811. Este fue el primer cementerio de la ciudad separado de los templos. Ocupaba parte del jardín Abraham González de la Quinta Touche y del Templo de la Trinidad. Posteriormente, parte del terreno fue destinado para talleres y escuelas. Luego, el gobernador Luis Terrazas dispuso que el cementerio anexo a la Catedral fuera desmantelado en 1886. En la misma época se desmanteló también el cementerio anexo al templo de San Francisco de Asís y sólo perdura el del Santuario de Guadalupe.
El panteón de La Merced se abrió al servicio público en 1849, en los días de la epidemia de cólera-morbus que azotó a la ciudad. Allí fueron fusilados los jefes imperialistas Julio Carranco y Carmen Mendoza en los tiempos de la intervención francesa. Terminó por clausurarse cuando ya no hubo cupo para más inhumaciones. Lo convirtieron después en el parque Jesús Urueta en 1925.
El Panteón General, que se encontraba ubicado en la llanura de Santo Niño, se inauguró a finales del siglo XIX. Fue arrasado y convertido en un campo deportivo durante la administración del coronel Roberto Fierro Villalobos, para finalmente en 1947 convertirse en la Ciudad Deportiva durante la administración del ingeniero Foglio Miramontes.
El panteón de Santa Rosa, situado al sur del cerro del mismo nombre, se abrió al servicio en 1908 y se clausuró 10 años después. Fue escenario de cientos de fusilamientos que se llevaron a cabo durante el régimen villista de 1913 a 1915. En la actualidad no queda huella de él.
Hoy en día en la ciudad de Chihuahua funcionan el panteón de Dolores, el Municipal, el de La Colina, San José, Nombre de Dios y varios más, siendo una práctica cada día más común la incineración y la colocación de las cenizas nuevamente al interior de los templos.
En Chihuahua, uno de los cementerios con más de un siglo activo, es el panteón de Dolores, ubicado en la colonia
San Jorge y en su interior descansan personajes que hicieron historia, tanto en el aspecto, político, intelectual, empresarial, social, militar y religioso.
El camposanto fue abierto en 1912, cuando a iniciativa de don José Rodríguez abrió este lugar para “guardar” los restos de los fallecidos, apoyado de su esposa. Luego, el manejo pasó a manos de sus hijos y ahora de los bisnietos.
Este camposanto tiene más de 100 años, abrió sus puertas un 12 de septiembre de 1912, la primera persona que fue sepultada llevaba por nombre Jacinta Zea, la historia cuenta que esta joven perdió la vida a la tierna edad de 22 años y durante su sepelio su sobrina siendo una niña, lloró desconsoladamente. Pasaron 95 años y de nueva cuenta familiares de Jacinta Zea, volvieron a su tumba para sepultar no en el mismo lugar, pero si cerca, a esa pequeña que tanto lloró a su tía cuando esta fue sepultada 90 años atrás.
El Panteón de Dolores, fue nombrado así a partir de la década de 1930, pues antes era el Panteón Nacional y la gente lo confundía con el Panteón Municipal, por lo que se decidió cambiarle el nombre.
A pesar de abrir sus puertas en 1912 resguarda restos y tumbas aún más antiguas que fueron expropiados y reubicados de sitios que fueron panteones antiguos como por ejemplo el Parque Revolución que, era el panteón de la Regla a mediados del siglo XIX, además de otro panteón, en lo que hoy es la calle Simón Bolívar.
Entre los personajes que descansan en el cementerio son: general Rodolfo Fierro “El carnicero”, mano derecha de Francisco Villa y que murió ahogado en la laguna de Nuevo Casas Grandes y traído para ser enterrado en el de Dolores.
Exgobernador Miguel Ahumada, Miguel Trillo secretario personal de Pancho Villa y que muriera junto con el Centauro en la ejecución de Parral. Los hermanos Navarro, que trajeron la medicina militar a Chihuahua.
Doña Luz Corral de Villa, última esposa del general de División. Pascual Orozco, los gobernadores Óscar Ornelas y su esposa Leonor; Oscar Flores; el maestros José Fuentes Mares, el padre Maldonado, donde ya no se encuentra su cuerpo pero sigue siendo la tumba más visitada.
La familia Terrazas, los Vallina, los Stegue, Don Manuel Chávez que fuera gobernador en la mitad del siglo pasado. El general Rodrigo M. Quevedo… entre otros.
También en él descansan los restos mortales de San Pedro de Jesús Maldonado, quien falleció el 11 de febrero de 1937, su tumba es una de las más visitadas. Hasta ese lugar llegan los feligreses católicos y devotos a visitar la tumba del que fue mártir y ahora declarado santo. En su tumba se pueden apreciar oraciones, cartas y pensamientos de agradecimiento. De la misma manea flores naturales y artificiales. Las fotos y objetos personales no pueden faltar, así como libros y placas de granito como muestra de agradecimiento por los favores recibidos.Una de las tumbas más antiguas es de Antonia Parra de Prieto, ella falleció el 3 de agosto de 1866; así mismo la de Espiridión Arzaga, la cual es una tumba sencilla que consta de una columna de cantera labrada que remata con unas flores.
La tumba de Rodolfo Fierro mejor conocido como «El carnicero» se encuentra en dicho panteón, fue brazo ejecutor de de Pancho Villa durante la revolución mexicana y falleció un 13 de octubre del 2015. Dicho personaje destaca por su sangrienta manera de asesinar a sus contrincantes tanto en la revolución como en otros tiempos, nacido en un pueblo llamado Charay, en El Fuerte, Sinaloa y se unió a las fuerzas villistas en 1913. Participó en las batallas de Tierra Blanca, en la toma de Chihuahua, Ojinaga, Torreón, Zacatecas que provocaron la caída de Victoriano Huerta y junto a Villa y Zapata entró triunfal a la Ciudad de México.
Otra tumba es la de la esposa de Doroteo Arango mejor conocido como Pancho Villa, doña Luz Corral, quien vivió con el general durante mucho tiempo, y quien a los 30 años enviudó, resguardándose en su casa, hoy un museo, ubicado en la calle 10° y Méndez.
Luz Corral vivió en la casa hasta su lecho de muerte, permaneciendo como la viuda de Villa por 58 años, cabe mencionar que la casa actualmente pertenece al Gobierno del Estado pues fue donado por la viuda de Pancho Villa antes de fallecer.
Un persona importante para la historia de Hidalgo de Parral es sin duda alguna Jesús Valdez Montes mejor conocido como «El cuadrado», emblemático personaje en la inundación de Parral en el año de 1944, donde miles de personas perdieron la vida al igual que sus casas. » El cuadrado» fue un hombre que rescató a personas en el desbordamiento del río Parral, el cual causó un desastre que quedó marcado en la historia de los parralenses.
El cementerio de Dolores no ha sido la excepción en contar con leyendas e historias de fantasmas, algunas de las más famosas son:
LA DAMA Y EL TAXISTA
Hace ya cerca de medio siglo, cuando en esta hospitalaria ciudad del estado más grande de la República Mexicana sucedió un jueves santo, a las once de la noche en que el taxista Ernesto Borunda, del Sitio 20 Colorado, regresaba de dejar al caporal del Rancho situado atrás del Cerro Grande, propiedad de Oviedo Baca, obligado a pasar muy cerca de los terrenos del Cementerio de Dolores, vio una dama que levantó su brazo para indicarle que requería de sus servicios. “Por favor lléveme al Templo de Santa Rita”, por lo que el taxista continuó su marcha con una pasajera y pensó que mucha gente, no se sabe alguna dirección y citan algún edificio para así orientarse, cruzó las vías del ferrocarril, pasó los Álamos Tecate, y tomó la Avenida Ocampo rumbo al punto solicitado.
Sentí cierto aire de rareza, contó Borunda, ya que la pasajera iba muy callada por lo que intentó hacer conversación-corre el viento muy frio-no recibió respuesta alguna…
Dos cuadras más abajo intentó de nuevo otro comentario-es peligroso andar de noche por acá-, por el espejo atisbaba pero ni siquiera se movía. Ya no insistió más había aprendido que en ese oficio lo mejor era callar para no importunar al cliente, si no había interés en conversar… mejor era pensar en otras cosas…
-Luego vengo, va llevarme a otros lugares-entro a la iglesia, minutos después regresó ordenando:-Al templo de Nuestra Sra. De Lourdes-“Si Señora”. Fue más rápido. Luego, al Santuario de Guadalupe, al corazón de Jesús, San Francisco, San José de la Montaña y Catedral.
Ernesto Borunda meditaba que después de todo no le iba ir mal esa noche ya que le cobraría como si hubiera hecho siete u ocho “dejadas”.
Le pidió que la llevara donde la había recogido y al llegar al lugar cercano al lugar cercano al Cementerio de Dolores, el chofer se bajó para abrirle la puerta; pero, cuál sería su sorpresa que no la encontró, solo un papel sobre el asiento que decía “Gracias por hacerme el favor, no tengo efectivo con que pagarle sus servicios, pero vaya a la calle Ojinaga 14, ahí le pagarán todo, para asegurarle que lo harán le dejo este dorzal de oro con la virgen de Fátima, devuélvalo por favor. Sin más. María Antonieta González de Creel.
Desconcertado Ernesto Borunda, del Sitio 20 Colorado, optó por irse a descansar, aquello lo había frustrado y ante el poco movimiento de esa noche lo mejor era de irse a casa.
Muy temprano llegó al domicilio indicado en aquel papel, preguntando por ella a la mucama que atendió a su llamado, la que se mostró muy sorprendida y más cuando le mostró el dorzal con la medalla religiosa, por lo que llamó a su patrón el ingeniero Alfredo Creel, quien volvió a escuchar la historia ya conocida y enseguida le dijo:” Mire, mi madre murió de la terrible enfermedad osteoporosis hace medio año, ella quedo sepultada en el panteón de Dolores, que por cierto antes de morir manifestó su deseo de visitar siete templos, en Jueves Santo, seguramente volvió para cumplir su manda. El dorzal se compró hace cuarenta años en un viaje por Europa para ella y se lo colocamos en su ataúd al sepultarla”…
DON ENRIQUE JAURRIETA
Sin embargo, una de las historias, que toma mayor relevancia en las instalaciones del panteón es la del dueño del lugar, Enrique Jaurrieta, donde según dicen los trabajadores y personal que atiende el panteón, su historia fue una de las más relevantes, comentan que el dueño del lugar se apareció a unos alumnos que se encontraban caminando entre las tumbas.
La historia comienza cuando un equipo de estudiantes acudió al lugar, pues les habían encargado trabajos documentales sobre varios temas: tradiciones, leyendas, historia regional y literatura chihuahuense.
La idea del trabajo era recabar material en forma de libros, objetos, fotografías, o bien recopilar testimonios por medio de entrevistas que podrían ser grabadas en audio o video, y completar el trabajo de investigación, listo, redactado y bien presentado, en una semana, para exponerlo frente al grupo a lo largo de tres días.
A propuesta del equipo, el tema sería el de los cementerios y las costumbres funerarias, con el que todos quedaron de acuerdo, tras de lo cual se dieron a la tarea de conseguir una cámara de video para documentar la tarea.
Una vez que elaboraron un rol para que a todos les tocara manipular la operación de la video cámara, tomaron el camión a la colonia Dale, que los dejó como a cuatro cuadras.
Caminaron por la calle 16, en medio de las florerías y de los talleres de mármol, y de monumentos funerarios que ocupan casi todos los locales de la vialidad, y al frente de la banda llevaban escrito el guión de la entrevista que le harían al encargado del panteón.
Quisieron hacerlo tan rápido como se pudiera, pero en todos los preparativos se les fueron como tres horas, más una hora que se concedieron para comer e ir a su casa a avisar que saldrían, de tal manera que vinieron llegando al panteón después de las seis, y como era invierno, el sol se había puesto desde las cinco y treinta y cinco minutos.
De ahí a que buscaron y encontraron al encargado, allá al centro del cementerio, cerca de una pila de agua y a unos metros de la tumba del Padre Maldonado, ya estaba bien oscuro. El hombre, muy amable, pues ya tenía muchos años atendiendo al público, a escolares con tareas y a la prensa, accedió de buena manera, se trataba de Don Enrique.
Él explicó cuál fue la primera persona enterrada ahí, ¿cuántos muertos hay?, ¿cuáles son las principales tumbas?, las más lujosas, las más curiosas, ¿cuáles son las principales costumbres funerarias de la gente en Chihuahua?, ¿en qué se diferencian de las costumbres de otras partes de la República?
El encargado terminó con esa entrevista cuando pasaban ya las 8 de la noche, y personalmente condujo a los muchachitos a la puerta, que estaba cerrada con candado, para tomar al camión en la parada, después de lo cual regresó, cerró por dentro las rejas metálicas y entró en su oficina.
Todo esto se lo contaron los niños al cuidador, al día siguiente, y conforme le daban detalles, él reconoció en todo a Enrique Jaurrieta, quien fungió como administrador durante mucho, mucho tiempo, pero quien, desgraciadamente, había muerto hacía más de un año.
La grabación en video y en audio del bueno de don Enrique contestando todas las preguntas de su audiencia, fue editada por el valiente equipo de la secundaria y fue proyectada en clase cuando les tocó su exposición, obteniendo con ello la mejor calificación por su trabajo, una enorme historia para el recuerdo.
En general el cementerio o panteón de Dolores en Chihuahua es un excelente lugar para recorrer, es un gran museo de arte funerario al aire libre, en donde pueden observarse una infinidad de esculturas de cantera elaboradas por artistas locales, y también pueden admirarse una serie de esculturas talladas en mármol por artistas europeos. Entre las esculturas de mármol destacan por su belleza y detalle la obra réplica de la piedad, la cual es una obra destacable en el cementerio. También pueden contemplarse cruces de cantera excelsamente adornadas con flores. El paisaje que le dan los arbustos y árboles al cementerio le producen un ambiente de olvido y nostalgia. Buena parte de las tumbas se encuentran en el olvido pero no por ello dejan de ser hermosas. El cementerio es cuidado adecuadamente por la administración, sin embargo podríamos decir que un 50% de las esculturas presentes se encuentran dañadas o vandalizadas, lo que representa una verdadera lástima.
El cementerio de Dolores en la ciudad de Chihuahua se presenta como un gran museo de arte funerario aunque no haya recibido tal mención, bien vale la pena visitarlo.