The Washington Post
WASHINGTON.– Un nuevo estudio de investigadores británicos que acaba de ser publicado en la revista científica Nature Communications descubrió los que serían los principales factores de riesgo de desarrollar demencia: la diabetes, la contaminación del aire y el consumo de alcohol.
El estudio se basó en tomografías cerebrales de casi 40.000 adultos de entre 44 y 82 años que residen en Reino Unido.
Los investigadores de la Universidad de Oxford compararon los factores de riesgo modificables de demencia, un deterioro de las funciones cognitivas que se caracteriza por la pérdida de memoria y de razonamiento, y analizaron la forma en que esos factores parecen afectar determinadas regiones del cerebro que ya son de por sí especialmente vulnerables a la enfermedad de Alzheimer y la esquizofrenia.
Esas regiones vulnerables del cerebro se desarrollan durante la adolescencia y lo ayudan a procesar e integrar “piezas de información en diferentes modalidades y a través de todos los sentidos”, apunta Gwenaëlle Douaud, profesora adjunta de la Universidad de Oxford y coautora del estudio. “Pero también son las primeras regiones del cerebro que se apagan cuando empezamos a envejecer”, advierte.
“Lo que intentamos establecer es cuáles son los factores de riesgo comunes que afectan a esas regiones del cerebro –dice Douaud–. Y estos tres son los más perjudiciales, pero obviamente los otros factores también tienen su impacto”.
Los hechos científicos
Los investigadores estudiaron los factores de riesgo genéticos y los modificables que aumentan la vulnerabilidad “de las partes más frágiles del cerebro” mediante el estudio de tomografías cerebrales de casi 40.000 personas relativamente sanas que extrajeron del Biobanco del Reino Unido.
El estudio analizó 161 factores de riesgo modificables, incluyendo presión arterial, colesterol, diabetes, peso, consumo de alcohol, tabaquismo, estado anímico, inflamación, contaminación, audición, sueño, socialización, dieta, actividad física y nivel de educación.
El diagnóstico de diabetes, la cantidad de dióxido de nitrógeno en el aire y la frecuencia con la que se bebe alcohol –desde “nunca” hasta “todos o casi todos los días– son los tres factores de riesgo más perjudiciales para estas regiones del cerebro, señala Douaud.
La diabetes, la contaminación del aire y el consumo de alcohol tienen, cada uno, un efecto que es aproximadamente el doble que el de los otros factores de riesgo principales, agrega la investigadora. Los siguientes factores que le siguen en importancia son el sueño, el peso, el tabaquismo y la presión arterial.
Los investigadores identificaron siete clusters o grupos de genes que afectan estas partes vulnerables del cerebro, algunos de los cuales también están asociados con las enfermedades de Parkinson y Alzheimer. Douaud señala que los factores de riesgo genéticos y modificables no son comparables.
El trasfondo
En el mundo hay más de 55 millones de personas que sufren demencia y, según las previsiones de la Organización Mundial de la Salud, para el año 2050 esa cifra habrá aumentado a 153 millones de personas.
La demencia es la pérdida de la función cognitiva, y sus síntomas se deben a que las neuronas del cerebro pierden su conexión con otras células cerebrales y finalmente mueren, según la descripción del Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos. Con el paso del tiempo, todos perdemos neuronas, pero en los pacientes con demencia esa pérdida es mucho más significativa.
En su estudio publicado en Nature Communications, los investigadores recuerdan que ya ha sido demostrado de manera consistente que la diabetes y el consumo de alcohol están asociados con el deterioro cerebral y cognitivo. Y cada vez hay más pruebas de que la exposición a la contaminación del aire es un factor de riesgo de deterioro cognitivo y de demencia.
Un informe sobre la demencia publicado en la revista Lancet en 2020 reveló que hay una docena de factores de riesgo modificables –como la hipertensión, la discapacidad auditiva, el tabaquismo y la obesidad– que en su conjunto explican hasta el 40% de los casos de demencia en todo el mundo.
La edad, los genes, los antecedentes familiares, una lesión cerebral traumática o un ACV también son potenciales factores de riesgo.
La opinión de otros expertos
Gill Livingston, profesora de gerontopsiquiatría del University College de Londres y autora principal del informe de Lancet de 2020, sostiene que el nuevo estudio es “muy interesante”, pero que los participantes extraídos del Biobanco del Reino Unido son un grupo altamente motivado y básicamente personas “mucho más sanas”. En su opinión, es posible que los nuevos hallazgos no sean aplicables a la población en general.
De todos modos, dice Livingston, hay decisiones que podemos tomar y que reducen el riesgo de deterioro cognitivo a medida que envejecemos.
“Son muchas las cosas que podemos hacer en nuestra vida diaria para conservar nuestra salud cognitiva. Y los nuevos datos lo confirman”, expresa.
¿Qué podemos hacer contra esos tres factores de riesgo?
En cuanto a esos tres factores, podemos tratar de comer sano y variado para ayudar a reducir el nivel de azúcar en la sangre, tomar medidas para protegerse “de la contaminación relacionada con el tránsito” y beber alcohol con moderación, enumera Douaud.
“Por supuesto que la solución de algunos de esos factores no debería recaer solo en los individuos, sino que la carga también debería ser compartida por los gobiernos a través de políticas públicas”, añade.
Livingston afirma que la actividad social y física –charlar con amigos y hacer ejercicio– “marcan una gran diferencia”, y agrega que también nos hacen bien las experiencias estimulantes, caminar al aire libre y “ver cosas diferentes”.
La pérdida de audición, cada vez más probable a medida que envejecemos, puede obturar las oportunidades de mantener conversaciones que “generen una rápida estimulación cerebral”, aclara Livingston.
“Y los que fuman, que dejen el cigarrillo”, concluye la especialista.
Por Teddy Amenabar
Traducción de Jaime Arrambide