Por: EFE
Washington.- El presidente, Donald Trump, se enfrenta a un inusual desafío político: no encuentra quien quiera ocupar el cargo de influyente jefe de gabinete de la Casa Blanca, puesto que su actual ocupante, el general retirado, John Kelly, ha calificado de “miserable”.
La oferta de este puesto de trabajo en la Casa Blanca suele generar más competencia que dudas, dada la relevancia y prestigio que conlleva.
Sin embargo, también en este aspecto la Presidencia de Trump ha roto con la tradición, ya que se ve ahora en la extraña disyuntiva de no encontrar sustituto.
Tras anunciar Trump este sábado que Kelly dejaría el puesto “a finales de año”, la única opción que había sobre la mesa, Nick Ayers, el jefe de gabinete del vicepresidente Mike Pence, optó por hacerse a un lado él mismo y anunciar su regreso al estado de Georgia.
Para tratar de calmar las crecientes dudas, Trump salió rápidamente al paso el domingo en su cuenta de Twitter para revelar que se encontraba “en proceso de entrevistar a algunas personas realmente importantes para el puesto de Jefe de Gabinete de la Casa Blanca”.
“Las Noticias Falsas han estado diciendo con certeza que iba a ser Nick Ayers, una persona espectacular que siempre estará con nuestra agenda de Hacer Grande a EEUU de Nuevo. Tomaré una decisión pronto”, agregó.
Pero lo cierto es que los nombres que han ido apareciendo en los medios como alternativas ya cuentan con importantes cargos en el Gobierno o han expresado poco interés en pasar a trabajar codo con codo con el presidente número 45.
Es el caso del secretario del Tesoro, Steven Mnuchin; el director de la Oficina de Presupuesto de la Casa Blanca, Mick Mulvaney; o el representante de Comercio Exterior, Robert Lighthizer, quien ha reconocido estar “desconcertado” por la propuesta.
Los comentarios sobre el ambiente en el ala oeste de la residencia presidencial, un lugar de trabajo frenético pero también ideal para impulsar ambiciones políticas, no son especialmente alentadores.
Kelly se había quejado en diversas ocasiones de que la Casa Blanca de Trump era “un lugar miserable para trabajar”, según han recogido medios como The New York Times y The Washington Post, y llevaba meses estudiando su salida.
En el libro del reportero Bob Woodward, “Miedo”, sobre el primer año en Washington de Trump, Kelly reconocía que “no tiene ningún sentido tratar de convencerle (al presidente) de nada” y que está “totalmente desbocado”.
El general retirado había llegado en julio de 2017 para tratar de poner orden en un primer año de Presidencia de Trump cargado de filtraciones, peleas intestinas y dramas cortesanos, que convirtieron la cobertura mediática de la Casa Blanca en un vodevil político repleto de luchas de ego y puñaladas por la espalda.
En su lista de reproches, Kelly apuntó desde el comienzo a la hija del mandatario, Ivanka Trump y su esposo, Jared Kushner, designados como asesores presidenciales y quienes, a su juicio, actúan sin control alguno y siguiendo sus propios intereses.El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad estatal de Iowa, Steffen Schmidt, reconoce en declaraciones a Efe la dificultad de la tarea: “El trabajo ya es de por sí difícil y lleno de problemas. Normalmente hay un alto nivel de reemplazo. En sus ocho años como presidente, Barack Obama (2009-2017) tuvo cuatro jefes de gabinete, tres de ellos en su primer mandato”.
No obstante, Schmidt subrayó que “el modo profundamente molesto en el que la gente del equipo de Trump se va y los insultos que les dedica después convierten en una idea desagradable trabajar para su Gobierno”.
Antes de Kelly, el cargo estuvo ocupado por Reince Priebus, ex presidente del Partido Republicano, de quien Woodward afirma en su libro que Trump despreciaba como “una pequeña rata, que simplemente se escabullía”, por lo que había pedido a algunos de sus más estrechos colaboradores que ignorasen sus instrucciones.