Han dado paso a leyendas urbanas
Las personas disfrutan contando historias de miedo y de terror. Algunos de esos relatos se inspiran en hechos reales, los cuales dieron pie a la creación de míticas leyendas urbanas.
Juan Carlos, Claudia y Gregorio tuvieron algo en común: se volvieron parte de esas narraciones. El primero, llamado popularmente «El Monstruo de Ecatepec», dijo que mató a varias mujeres en dicho municipio mexiquense antes de ser detenido junto con su esposa en el 2018.
La segunda mató a sus hijos. De acuerdo con el periodista Héctor de Mauleón, Claudia Mijangos tomó tres cuchillos, entró al cuarto de los menores y los apuñaló en el año de 1989.
El tercero, al igual que Juan Carlos, mataba mujeres. En su arsenal, Gregorio Cárdenas contaba con cintas y cuerdas para estrangularlas. ¿La razón de los asesinatos? El odio, sentimiento que, de acuerdo con el asesino, le hacía sentir como si la sangre le hirviera, como si de él surgiera una bestia. Estas son sus historias.
«El baño está chiquito»Cuando fue capturada por las autoridades, Patricia «N» narró uno de los crímenes cometidos por su marido, Juan Carlos «N». Contó que en una ocasión, una joven adicta a los solventes arribó a la casa de ambos feminicidas, ubicada en el municipio de Ecatepec.
La víctima fue atraída por la esposa del sujeto, quien «se le acercó y le comenzó a decir que estaba muy bonita». Acto seguido: el hombre amarró a la joven y la tumbó sobre un colchón. Posteriormente, Juan Carlos le pidió a su mujer que tocara y besara a la víctima. Patricia se negó y se salió con su hijo.
Cuando regresó a casa, de acuerdo con la columna publicada por el periodista Héctor de Mauleón en El Universal, encontró a la muchacha degollada y «partida a la mitad». Patricia protestó, el baño había quedado lleno de sangre, y Juan Carlos le dijo: «¿Qué quieres? El baño está chiquito».
El padre de la víctima los visitó también, se drogó durante un rato y después se fue «porque estaba muy pasado». Juan Carlos rebanó a la muchacha y sacó, de acuerdo con lo narrado por su esposa, un kilo de bisteces que asaron y acompañaron con salsa.
Ambos fueron detenidos en calles de la colonia Jardines de Morelos el 4 de octubre de 2018, cuando salieron de su domicilio con una carriola en la que transportaban restos humanos.
Reina de belleza, madre catequista, ¿asesina?Claudia Mijangos nació en Mazatlán, Sinaloa, en 1956. Durante su juventud ganó un concurso de belleza en su ciudad natal y, de acuerdo con BBC, es recordada como una católica muy devota.
Cuando se casó, la mujer se mudó junto con Alfredo, su esposo, a Querétaro y ahí abrió una tienda de ropa. Fruto de ese matrimonio nacieron tres pequeños: Alfredo Antonio, Claudia María y Ana Belén; sin embargo, ambos progenitores comenzaron a tener problemas en su relación, lo que derivó en la separación. Se ganó el mote de «La Hiena de Querétaro».
La nota roja de la época no daba crédito a que la mujer pudiera asesinar a sus hijos a sangre fría, ya que había sido catequista en la escuela de éstos, pero fue en abril de 1989 cuando Mijangos Arzac tomó tres cuchillos y apuñaló a los menores de seis, nueve y 11 años de edad.
«La noche anterior a la tragedia, riñó con el padre de sus hijos y tuvo una crisis. Durante los últimos días había manifestado actitudes extrañas, conductas violentas. Alguna vez había agredido a Alfredo con unas tijeras. Desde el año anterior creía que los vecinos le echaban pájaros muertos en el patio.
«El 24 de abril, Claudia tomó los tres cuchillos. Entró a la habitación de su hijo de seis años, que aún dormía, y le cercenó una mano. Cuando la despertaron los gritos, su hija mayor, de 11, intentó detenerla. La acuchilló seis veces. Y luego se lanzó tras su hija de nueve».
Por estos hechos, la madre de los tres niños fue condenada a 30 años de cárcel. Exámenes neurológicos determinaron que Mijangos padecía epilepsia del lóbulo temporal y esquizofrenia.
Incluso algunos comentaban que la asesina era amante de un sacerdote, otros dijeron que declaró no recordar nada, mientras que otros más señalaban que Claudia hablaba de sus hijos como si, aún después del crimen, estuvieran vivos, pues cuando narraba lo sucedido ante el Ministerio Público, pidió permiso para ir a darles de desayunar.
El árbol de granadas y una plaga de moscasAdentro de la casa en la que vivió Gregorio Cárdenas reinan la oscuridad y el silencio total. A través de una ventana con los cristales rotos, sólo se puede ver el interior de una recámara de dicho inmueble.
Elvira Bustos, una mujer que tiene un puesto de quesadillas en la calle de Mar del Norte, contó a El Universal que únicamente conoció a dos mujeres que llegaron a habitar esa casa después de los asesinatos de mujeres cometidos por «Goyo».
Señaló que adentro esa propiedad creció un árbol de granadas que Gregorio Cárdenas tenía, plantado en la misma tierra donde enterró a sus víctimas tras asesinarlas. Agrega que ese par de mujeres de edad avanzada, a las que sí conoció, la invitaban a cortar de los frutos de ese árbol.
«Se daban muchas granadas y nísperos, a mí (ellas) me compraban sopes y me decían: ‘vaya a cortar granadas, Elvira, tenemos muchas granadas y nísperos’. Les decía yo: ‘sí, sí voy a ir’, pero no… Porque ahí (donde estaba el árbol de) las granadas, nos platicaban, ahí enterraban a las señoras que estrangulaban».
Otra de las vecinas, de nombre Teresa Gómez, relató que a poco de que se descubrieran los crímenes del vecino de una de las cerradas de la calle, comenzaron a haber muchas moscas. «Empezó a ver muchas ‘moscas panteoneras’, moscas grandes, feas, ¿has visto cuando hay un perro muerto, el tipo de moscas que hay? Esas son las moscas que había y me imagino que olía feo (por) los cuerpos en descomposición», declaró.
Contó que fueron los habitantes quienes pusieron escaleras para asomarse a la propiedad. Fue en ese momento cuando se percataron que las víctimas estaban enterradas, casi a ras de suelo, en el patio.
«Las tenían enterradas casi a flor de tierra y una tenía los pies de fuera. Entonces le hablaron a la policía, y fue como vinieron y empezaron a escavar y fue que dieron con todas estas muertas», declara la mujer a este medio antes de puntualizar que el sujeto jamás hizo mención de dos posibles cómplices, dos sujetos a quienes ella recuerda que apodaban «El punto negro» y «El calavera».
«Nunca me he asomado (a esa casa), nunca. ¿Miedo? No sé si a los vecinos (les dé), hay gente que te dicen que oyen voces, quién sabe qué se meten. No creo que ningún muerto regrese, nos tienen más miedo a nosotros que ellos donde están», finalizó Gómez antes de reanudar con sus labores.
Gregorio Cárdenas mató a al menos cuatro mujeres y fue encarcelado en Lecumberri y fue en 1976 cuando Luis Echeverría le dio el indulto presidencial y Cárdenas Hernández es liberado tras pasar 34 años preso.