JIRONES DE NUESTRA HISTORIA
TERESA URREA “LA SANTA DE CÁBORA”, DESAFIÓ A PORFIRIO DÍAZ, INSPIRÓ DOS LEVANTAMIENTOS ARMADOS Y MOTIVÓ EL ORIGEN DEL MOVIMIENTO CHICANO EN ESTADOS UNIDOS… ¿UNA SANTA, UNA CURANDERA O UNA MUJER MILAGROSA?
Por José Luis Jaramillo Vela
El origen de una hija ilegítima
Nació en Ocoroni, Mpio. Sinaloa de Leyva, Sinaloa, el 15 de octubre de 1873, producto de los amoríos extramaritales del poderoso hacendado Don Tomás Urrea y Cayetana Chávez, una india tehueca que trabajaba en una de sus haciendas; originalmente fue bautizada por su madre como Gracia Nona María Rebeca Chávez, en vista de que Don Tomás Urrea se negó a reconocerla como su hija.
Don Tomás Urrea, quien residía en Álamos, Sonora, pero que tenía ranchos y haciendas por todo el sur de Sonora y norte de Sinaloa, con tal de evitar un escándalo familiar, envía a Cayetana y su hija a uno de sus ranchos en Acahuiquichi, Mpio. Quiriego, Sonora, lejos de donde en ese momento era su lugar de residencia.
En enero de 1888, tenía 14 años de edad cuando fallece su madre Cayetana Chávez, se entera de que su padre estaba de paso en su hacienda de Cábora, Mpio. Quiriego, Sonora y acude a él, buscando un poco de ayuda para ver si podría darle trabajo en alguno de sus ranchos y haciendas; se acercó a Don Tomás Urrea de la manera más cautelosa, para no exponerlo a que la gente ni su familia se enterara de que era hija de él.
Don Tomás Urrea no solo la recibió de muy buen agrado, sino que al enterarse del fallecimiento de su madre y de que había quedado sola, la reconoce como hija suya y de inmediato acude con el Párroco de Álamos, Sonora, el Padre Luis Bourdier y con el Obispo de Sonora, Monseñor Herculano López de la Mora, ante quienes la reconoce como su hija legítima y la rebautiza con el nombre de Teresa Urrea Chávez; después, con su amigo el Gobernador de Sonora, Ramón Corral Verdugo, quien ordena asentar en el Registro Civil el nombre Teresa Urrea Chávez, mismo que llevaría el resto de su corta vida.
Teresa Urrea “muere y resucita” con poderes e influencia “sobrenaturales”
En el año de 1890, ya viviendo en Cábora, Sonora bajo la tutela de su padre Don Tomás Urrea, sufre un extraño incidente que marcaría un punto de inflexión en su vida y que le daría su fama de “santidad” entre la población. Teresa aparentemente “muere”, durante catorce días permaneció en un estado inanimado, parecía que estaba muerta, pero su cuerpo no se descomponía (hoy se cree que cayó en un estado de catalepsia).
Ante la situación, después de catorce días, Don Tomás con mucha tristeza preparó los funerales de su hija y ordenó fuera velada en su hacienda de Cábora, Sonora, abriendo las puertas de su hacienda a toda la gente y amigos de la región, para velar a su hija “fallecida”; era el día número quince de haber caído en esa situación y ya se corría el rumor entre la gente de que Teresa había muerto pero su cuerpo no se descomponía y eso ya le estaba generando una aureola de “santidad” entre los pobladores.
Mientras era velada y para sorpresa de todos quienes abarrotaban su velorio, Teresa vuelve en sí, causando entre todos los asistentes la impresión de que había “resucitado”, como es de suponer, la noticia de la “mujer resucitada” se esparció como plaga en toda la región, al grado de que en unos cuantos días ya estaban en el pequeño pueblo de Cábora, los corresponsales y reporteros de los influyentes periódicos “El Monitor” y “El Tiempo” de la Ciudad de México y del más afamado medio de la época, la “American Magazine”, de circulación en América y Europa; todos para cubrir e informar de lo que parecía una mujer milagrosa.
Comienza la leyenda de “La Santa de Cábora”
Después de este episodio, Teresa Urrea, con dieciséis años de edad experimentó una serie de cambios en su vida y en su persona; cosas que antes nunca tuvo, como los estados de éxtasis o de “iluminación”, el sentido de pre cognición, en los que profetizaba ciertas cosas por venir; adquirió una actitud de defensa en contra de la injusticia y de los grupos oprimidos, pero sobre todo, a decir de la gente, adquirió poderes curativos y de sanación.
Cuando Teresa vuelve en sí y ve a toda la gente a su alrededor conmocionada porque creían estar viendo una resurrección, se levanta del féretro donde estaba siendo velada y saluda a todas las personas, diciéndoles que está bien y que no hay nada de que preocuparse respecto a su salud; se dirige a su padre Don Tomás Urrea y le dice en un tono triste pero profético, que el féretro que pensaban utilizar para su funeral, lo usen mejor para el funeral de “La Huila”, porque lamentablemente moriría esa noche, y en efecto, así sucedió (“La Huila” era un personaje muy conocido en la región, apodado así por su delgadez).
Como resultado de esos catorce días en los que “no estuvo ni viva ni muerta” como decía ella, comenzó a tener una serie de visiones proféticas y desarrolló una extraña capacidad para detectar y curar las aflicciones y malestares de la gente; ahí mismo, en su “velorio”, después de profetizar la muerte de La Huila, de entre la gente, vió a una señora conocida y se le quedó mirando un instante, se acercó a ella, la llamó por su nombre y con voz cálida y tranquila le dijo: “estás enferma, ¿qué te pasa?”, la mujer le responde que padece de los riñones y le duele; entonces Teresa, de frente a ella toma sus manos, derecha con derecha e izquierda con izquierda, con ambos pulgares erguidos y tocándose con las yemas e inclina su cabeza sobre ella y después
con su mano extendida la pasa frotando suavemente la zona afectada, la mujer manifestó de inmediato que los dolores habían desaparecido, la gente, que había presenciado en unos cuantos minutos una “resurrección”, la predicción de que una persona iba a fallecer esa noche y luego la sanación de la mujer, estaba atónita y no podían esperar para ir a contar lo presenciado; ese sería a partir de ahí su método de curación y sanación, incluída la frotación del área afectada con una mezcla de su propia saliva y tierra y en algunos casos, con su propia sangre y con algunos remedios naturales como tratamiento posterior a la sanación.
La noticia corrió más rápido que la luz y en semanas, gente de Sonora, Chihuahua y Sinaloa hacían largas filas en el pueblo de Cábora, esperando ser atendidos por “Santa Teresa de Cábora” o “La Niña de Cábora”, como se le comenzó a llamar; y en cuestión de meses, Cábora estaba abarrotado por gente de todos los rincones del norte y centro de México y del sur de Estados Unidos.
Los “poderes” dan verdadero poder sobre la gente; duro contra Porfirio y contra la Iglesia
Teresa Urrea no cobraba por atender y sanar a la gente, ella decía que esos “poderes” y esos “dones” los había puesto Dios en ella para ayudar a la gente, sin embargo, nunca faltó quien le dejara por ahí sin que ella se diera cuenta, el chivito, la gallinita, el costalito de papas o de harina o algún dinerito sobre la mesa, regalos que Teresa al darse cuenta, los donaba a las personas humildes de la región.
Según las crónicas de la época, se dice que Teresa Urrea siempre emanaba un sutil aroma a rosas y que mucha gente tocaba su piel para intentar que se le quedara el aroma de ella; otro cambio que experimentó Teresa, fue su lucha contra la injusticia y la opresión, comenzó a influir en la gente para que no se dejara pisotear por el poderoso, emprendiendo duras críticas al Presidente Porfirio Díaz; también incitó a la gente a amar, querer y creer en Dios, sin necesidad de ir a dejarle su dinero a la Iglesia.
Todo esto llegó a oídos del gobernador de Chihuahua Lauro Carrillo y después al Gobernador Rafael Pimentel, quienes lo hicieron llegar a oídos del Presidente Porfirio Díaz, quien para ese entonces traía serios problemas con las tribus Yaquis y Mayos de Sonora y los Tarahumaras de Chihuahua, proscribiendo a Teresa Urrea y tachándola de persona indeseable.
En 1891, Teresa accedió con agrado a trasladarse de Cábora, Sonora a Caborachi, Mpio. Guachochi, Chihuahua, para atender a un sinfín de personas que no podían trasladarse hasta Cábora, ahí atendió a un grupo de mestizos y de Tarahumaras, procedentes de Tomochi, Mpio. Guerrero, Chihuahua, encabezados por su líder Cruz Chávez, quien le contó a Teresa de la situación tan difícil que estaban teniendo con el gobierno de Díaz, con el gobernador de Chihuahua Rafael Pimentel y con los caciques regionales; Teresa los alentó a luchar por su pueblo y por lo que ellos creían.
Antes de partir de regreso a Tomochi, Cruz Chávez le pide a Teresa Urrea su bendición y su protección y ella les ofrece su bendición y les dice que van protegidos por Dios.
La Rebelión de Tomochi y Temósachi
De regreso en Tomochi, el líder Cruz Chávez reúne al pueblo y cansados de los abusos del gobierno y de la propia Iglesia, expulsan al párroco del lugar y le dicen que no lo necesitan porque Dios los ha abandonado y ahora están protegidos por la “Santa de Cábora”, y proceden a levantarse en armas; el ahora gobernador Lauro Carrillo, envía un mensaje al Presidente Díaz donde le cuenta de la situación en Tomochi, del levantamiento armado y de la supuesta injerencia de Teresa Urrea, “La Santa de Cábora”.
Porfirio Díaz envía 800 soldados federales al mando del General Rosendo Márquez con la orden precisa de sofocar la rebelión, sin embargo Márquez hace un único intento por dialogar con Chávez buscando la rendición, pero es infructuoso, Chávez le dice que están cansados de los abusos de los caciques porfiristas en contubernio con la Iglesia y alude de nuevo a la supuesta “protección” que les brinda la “Santa de Cábora”; en respuesta, el General Rosendo Márquez barre con el pueblo de Tomochi, matando a casi todos sus habitantes y quemando todo el pueblo hasta sus cimientos.
Porfirio Díaz y la Iglesia van sobre Teresa Urrea, “La Santa de Cábora”
El Arzobispo de México, Próspero María Alarcón y Sánchez de la Barquera presiona a Porfirio Díaz para el arresto de Teresa Urrea bajo el pretexto de atacar a la Iglesia y levantar a la población contra el gobierno; Porfirio viendo que se le podía incendiar la región y sintiendo en Teresa Urrea una verdadera y real amenaza, puesto que estaba manejando asuntos de fé revueltos con descontento social y pobreza, decide ordenar su arresto y expulsión del país.
Teresa fue asociada a esas rebeliones y aunque ella no incitaba directamente, su postura anti porfirista y la fé que la población iba teniendo en ella, los hacía enarbolar su bandera de santidad, sintiéndose protegidos y amparados por ella; era tanto el descontento en la región contra el régimen porfirista y contra la Iglesia, que los veían como a uno solo y ahora su fé religiosa la veían en la figura de “La Santa de Cábora”.
El Gobierno Porfirista ordena su arresto, Teresa se ve obligada a esconderse en la Sierra de Chihuahua, de Sonora y norte de Sinaloa, donde los mismos pobladores la refugiaban y la escondían de los soldados; entonces Porfirio decide hacer prisionero a su padre Don Tomás Urrea, es entonces que Teresa decide entregarse al ejército; el 19 de mayo de 1892, Teresa es arrestada y sin un juicio previo, fue desterrada hacia Estados Unidos junto con su padre.
Para entonces, Teresa ya tenía una nube de seguidores en toda la Sierra de Sonora, Chihuahua y Sinaloa y muchos mexicoamericanos en el sur de Estados Unidos; al ser exiliada, sus seguidores le consiguieron una casa en Nogales, Arizona donde estuvo viviendo y curando y sanando gratuitamente a miles de mexicoamericanos y mexicanos. Es importante señalar que muchos de esos pacientes fueron los abuelos de los “chicanos” de los años sesenta.
En todo ese tiempo, Teresa nunca dejó de criticar al “mal gobierno” de Porfirio Díaz y la opresión y miseria que había provocado en miles de indios mexicanos en todo el país, que ya los niveles de explotación en algunas regiones como Sonora, Yucatán y Oaxaca, estaban cercanos al nivel de esclavitud.
La Rebelión de los Yaquis, vuelven a culpar a Teresa Urrea
El 12 de agosto de 1896, los indios Yaqui atacan de manera muy violenta la Aduana de Nogales, Sonora y la ciudad permanece sitiada durante varios días, trastocando el comercio y la buena vecindad con Nogales, Arizona; el gobierno de Porfirio envía de nuevo al General Rosendo Márquez a aplacar la rebelión, Márquez le informa al Presidente que los indios portan algunos estandartes con la leyenda “Viva la Santa Teresa de Cábora” y al grito de “Fuera el mal gobierno”, justo el mismo lema que manejaba Teresa Urrea en sus críticas al gobierno.
También el General Rosendo Márquez le informa a Porfirio que en la recuperación de la Aduana y de la ciudad, podría haber bajas de civiles inocentes de ambos lados de la frontera; Porfirio le pide al Presidente de Estados Unidos, Grover Cleveland que cierre toda la ciudad de Nogales, Arizona porque van a desalojar a los indios Yaqui. El ataque del General Rosendo Márquez fue quirúrgico, desalojó la Aduana Fronteriza matando a todos los indios y obligando a los demás a huir hacia el desierto de Altar. Muchos de los indios muertos portaban retratos de Teresa Urrea con la leyenda “Santa de Cábora”.
Este incidente tuvo repercusiones en ambos lados de la frontera, en Nogales, Arizona, las autoridades ya no quisieron la presencia de Teresa Urrea en la ciudad, la catalogaban no como una santa, sino como una bruja capaz de influir y ejercer control de manera tan negativa en los indígenas, orillándolos a sublevarse y la llamaron “La Bruja de Nogales”; la expulsaron de la ciudad, refugiándose en Clifton, Arizona.
En México, Porfirio Díaz descargó su furia contra las tribus Yaquis, enviándolos a realizar trabajos forzados a Yucatán y Oaxaca, prácticamente en calidad de esclavos.
Porfirio Díaz ordena el asesinato de Teresa Urrea, sus “poderes” la salvaron
En el año de 1900, Teresa ya tenía cuatro años establecida en Clifton, Arizona y de repente aparece en su vida un indio yaqui de nombre José Guadalupe Rodríguez, que comienza a cortejarla y se casan; el matrimonio terminó al día siguiente, Teresa (según relató a la policía), tuvo una “visión” en la que supo que la iba a matar su esposo y pudo evitar el ataque; por su parte, José Guadalupe confesó a la policía haber sido contratado por el gobierno de México para asesinar a Teresa.
“La Santa de Cábora” se va de gira
Ese mismo año de 1900, una vez superado el incidente de su matrimonio, es contratada por una compañía médica estadounidense, con el fin de hacer una gira médica por Estados Unidos en la que se cobraría por sus servicios de curación y sanación; Teresa, que siempre lo había hecho de manera gratuita, aceptó la oferta que era muy buena, ella se llevaba el cincuenta por ciento de las ganancias, después de los gastos.
A Teresa le fue muy bien, ella ahorraba casi todo su dinero, pues sus gastos estaban cubiertos, durante la gira se casa con un joven estadounidense, hijo del dueño de la compañía y tuvieron dos hijas. La gira fue un éxito completo por todo el sur de Estados Unidos, pero comenzó a decaer a medida que salían de la zona de influencia mexicoamericana; ya en el norte, en Nueva York, con el público anglosajón no tuvieron éxito y optaron por regresar a Los Ángeles, California en 1903, en donde Teresa dio por terminado el contrato.
Los últimos años de la “Santa de Cábora”
En 1903, una vez terminado su contrato, Teresa regresó a Clifton, Arizona, donde con sus ahorros construyó un hospital para seguir curando gente; las personas que la conocieron y la trataron cuentan que su “espíritu” poco a poco se fue agotando y apagando; pero hay otras personas y otras versiones que indican que Teresa Urrea siguió lidereando e incitando a los inconformes contra el gobierno, se dice también que tenía contacto con todos los enemigos de Porfirio Díaz, sobre todo con Don Lauro Aguirre, dueño del periódico “El Independiente” de El Paso, Texas, desde donde se publicaban todo tipo de ataques al régimen porfirista y que incluso tenía ya planeado el ataque a la Aduana Fronteriza de Ciudad Juárez.
También hay versiones nunca confirmadas de que ella fue la instigadora de los hermanos Flores Magón y sus huelgas, así como de muchos otros iniciadores de la Revolución Mexicana; para el escritor comunista Mario Gill, Teresa Urrea fue siempre una revolucionaria antes que sanadora.
Finalmente, Teresa Urrea Chávez, “La Santa de Cábora”, fallece el 12 de febrero de 1906 en Clifton, Arizona a los 33 años, víctima de una tuberculosis, no dejó de sanar gente hasta su final.
Teresa Urrea ¿precursora del movimiento chicano?
La Universidad de Arizona, a través de su Departamento de Antropología realizó un amplio y extraordinario trabajo en el que se ubica a Teresa Urrea en el contexto de inspiración del movimiento chicano en Estados Unidos, que surgió en los años sesenta; principalmente permaneció en la memoria de todos aquellos mexicoamericanos que ella atendió, curó y sanó y que se identificaron con ella por la enorme labor que hizo en toda la comunidad mexicoamericana de principios del siglo XX.
Esas generaciones transmitieron todo ese sentido de mexicanidad y de pertenencia a sus hijos y nietos, quienes a la postre serían los creadores del Movimiento Chicano que lucha por sus derechos en Estados Unidos, inspirados en una mujer que más allá de sus “poderes” o no, siempre ayudó e impulsó a la comunidad de mexicanos en Estados Unidos y siempre les inculcó luchar por sus derechos y nunca olvidar a su patria de origen.
Fuentes Bibliográficas:
+ scielo.org.mx
+ inehrm.gob.mx + www.gob.mx/cultura
+ reversos.mx
+ anecdotassonorenses.com
+ nomadicborder.com
+ colmex.mx
+ colson.edu.mx
+ arizona.edu
+ inah.gob.mx
+ es.wikipedia.org