Enrique Pérez Quintana
El proceso de la sucesión presidencial tiene diversas etapas, pasamos por la designación de candidatos, las campañas con las elecciones y ahora entramos a la etapa de la transición del poder.
La entrega del poder es lenta, 120 días para que el presidente constitucional entregue la banda presidencial. Cuatro meses en los que, legalmente, mantiene todo el poder que la Constitución le otorga. Sus determinaciones políticas e influencia continúan. Cosa de recordar la expropiación de la banca realizada por José López Portillo, decretada el 1 de septiembre de 1982, día de su último informe de Gobierno.
Los actos y palabras del presidente en México son escuchados y atendidos en toda ocasión. El pasado 2 de junio Claudia Sheinbaum obtuvo en las urnas 35 millones 923 mil 996 votos. Morena y sus aliados obtuvieron mayoría en el Poder Legislativo y en los próximos días sabremos si tendrán la mayoría calificada que les permita llevar a cabo las reformas constitucionales para construir el “segundo piso” de la 4T.
Qué Claudia Sheinbaum ganara la presidencia fue bien visto. Lo que despertó suspicacias en el medio empresarial, financiero y entre inversionistas fue el dominio de Morena y sus aliados en las cámaras de Diputados y Senadores, que se confirmó con las declaraciones del diputado de Morena, Ignacio Mier, en el sentido de que las reformas constitucionales enviadas por el presidente López Obrador serían aprobadas en septiembre. El mensaje fue refrendado al día siguiente por AMLO, dijo que las reformas se procesarían y aprobarían en el último mes de su mandato.
El medio financiero reaccionó de inmediato. El peso perdió fuerza y subió el dólar. Lo mismo sucedió en la Bolsa Mexicana de Valores. Claudia Sheinbaum intentó contener los efectos negativos, declarando que las reformas serían estudiadas, sometidas a discusión en parlamento abierto y después se aprobarían. Lo que contuvo el desliz negativo del peso y lo sucedido en la BMV. Sin embargo, López Obrador continuó con su posición durante la semana el viernes la remató con la frase “La justicia está por encima de los mercados”.
Dos días antes de las elecciones la cotización del peso frente al dólar estaba en 17 unidades. El índice de precios y cotizaciones de la Bolsa ese día terminó en poco más de 55 mil puntos.
El viernes 7 de junio en la tarde, la cotización del peso frente al dólar estaba en 18.39 pesos. Hubo una devaluación de 8.2 por ciento en una semana. La bolsa cerró en 52 mil 977 puntos, una caída de 3.7 por ciento.
La divergencia de criterios relacionada con las reformas constitucionales entre López Obrador y Claudia Sheinbaum fue interpretada en algunos medios como la primera confrontación entre el presidente que se va y la presidenta electa que llegará.
Comentaron algunos que López Obrador con sus declaraciones contradecía su dicho de que se retiraría de la política después de entregar el poder y con sus palabras estaba diciendo que mantendría su presencia pública, cuando dijo que se reservaba su derecho a disentir.
La presidenta electa Claudia Sheinbaum para contender con esta polémica realizó acciones y mostró movimientos políticos y económicos que instrumentará en los meses siguientes, pero que ahora le son útiles para frenar el desliz del peso frente al dólar, dar certidumbre a los inversionistas y recuperar la confianza en la BMV. Destacan la invitación a Rogelio Ramírez de la O, para que continúe como secretario de Hacienda y a Juan Ramón de la Fuente como coordinador del equipo de transición, quien definió este proceso como una acción en la que no habrá ruptura, pero tampoco sumisión.
Los reporteros, en la mañanera, le preguntaron a López Obrador si le pediría a la presidenta electa acelerar las reformas constitucionales antes de que termine su gobierno. Así respondió: “No, no, no porque yo respeto mucho a Claudia y le tengo mucha confianza, nada más que la gente votó, desde luego por los candidatos, de manera muy especial por ella porque es una mujer excepcional, es lo mejor que le pudo haber pasado a México en este tiempo”.
“Yo le voy a entregar la banda y adiós, yo me jubilo. Y nunca he actuado de manera inconsecuente, lo que digo lo sostengo, cumplo mis compromisos.”
Las palabras cuentan y pesan mucho las que vienen del poder. Por eso, los gobernantes cuidan sus expresiones. No es el caso de López Obrador que por décadas ha hablado y su gobierno tuvo como instrumento de ejercicio del poder, en la palabra, su mejor instrumento.
La turbulencia política y financiera de la semana anterior indica que nuevas variables empiezan a actuar en el escenario que se integra con la primera mujer presidenta de México que, con sutileza, le dijo a su mentor que en esta transición “no habrá ruptura, pero tampoco sumisión”.
Fue un mensaje al maestro, con cariño. Los que esperan enfrentamiento serán decepcionados. Para eso faltan muchos meses. Lo único es que el poder no se comparte. Aunque no le guste al que se va.