· The Economist: AMLO no es candil de la calle, y hay oscuridad en su casa.
La columna
POR CARLOS JARAMILLO VELA
· Sergio Carrillo: ante la posibilidad se ser el caballo negro.
· The Economist: AMLO no es candil de la calle, y hay oscuridad en su casa.
Sergio Carrillo, candidato del PRI a la Presidencia Municipal de la capital chihuahuense podría ser el caballo negro en el actual proceso electoral. Empresario por vocación natural desde hace muchos años, forjador de su propio destino, filántropo dedicado a ayudar a los grupos más vulnerables de la sociedad, y fiel miembro de una iglesia cristiana, Carrillo posee un perfil realmente atractivo para el electorado. De manera tenaz y con un equipo de colaboradores eficiente, Sergio Carrillo ha ido penetrando territorialmente en las colonias de la ciudad de Chihuahua, donde hasta la fecha ha recorrido casi la totalidad de la demarcación municipal, logrando obtener la aceptación de un número considerable de simpatizantes.
Entre los miembros del equipo de Sergio Carrillo cabe destacar la presencia de dos importantes elementos que sea han distinguido por su discreta pero eficiente labor de promoción política, tanto en redes sociales como en campo: los ingenieros Arturo Amador y José “Pepe” Cortinas son dos de sus leales y eficaces colaboradores, que con sus esfuerzos personales han contribuido al crecimiento de la imagen y popularidad del candidato priista a la alcaldía. No debe perderse de vista a Sergio Carrillo, quien podría ser la revelación del proceso electoral 2021, en la capital de Chihuahua.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha continuado montado sobre el proceso electoral, es decir, no desaprovecha sus conferencias mañaneras para impulsar a su partido, pese a hallarse esto prohibido por la ley. Recientemente, la prestigiada revista inglesa The Economist publicó en su portada la imagen del presidente, señalándolo como un falso mesías para México y escribiendo respecto a él un artículo en el que señala que ha dividido a los mexicanos y es un peligro para la democracia. Al verse evidenciado en el escaparate internacional por dicho medio, el presidente López Obrador respondió con su conocido estilo.
La discursiva del mandatario mexicano ha sido siempre la misma en estos casos, en los cuales se ve señalado por los desatinos que ha cometido al frente del gobierno de México, es decir, cuando se le censura por su autoritarismo, su desacato a las leyes electorales, su intromisión en la labor de los órganos autónomos, o de los otros poderes del Estado, y la violación de los tratados internacionales. Ante estas circunstancias la narrativa del discurso presidencial ha sido simplemente la descalificación de todas aquellas voces que con sobrada razón cuestionan su erróneo proceder al frente del gobierno en turno.
Cada vez que es objeto de una crítica, el presidente López Obrador trata de defenderse con respuestas simplistas y carentes de fundamento, diciendo que las censuras son solo ataques para desprestigiarlo que proceden de sus adversarios,
a los cuales alude con diversos (des)calificativos como: conservadores, neoliberales, corruptos y políticos ansiosos de recuperar espacios de poder.
La verdad es que hay ciertos temas en los que el presidente López Obrador ha hecho muy las cosas. Dentro y fuera del país amplios sectores de opinión cuestionan seriamente, y con razón, la actuación del gobierno que dirige el presidente Andrés Manuel López Obrador. En el centro de estas críticas se hallan fundamentalmente tres cuestiones: la inseguridad, el desacato a las normas jurídicas nacionales e internacionales -con la consecuente obstaculización de grandes proyectos de inversión-, y la amenaza a las libertades jurídicas y democráticas de los mexicanos.
Durante el actual proceso electoral la violencia política a manos del crimen organizado ha alcanzado una dimensión exagerada, hasta este momento 34 aspirantes o candidatas y candidatos a puestos de elección popular han sido asesinados. En un mal intento por minimizar la gravedad del evidente problema de inseguridad que ha afectado a todos los partidos políticos y sus candidatos, el presidente López Obrador, con su clásica manera de tratar de simplificarlo todo conforme su conveniencia, ha dicho que los medios exageran la situación porque son sensacionalistas y amarillistas. Hay que recordarle al presidente estos dos aspectos: primero, los 34 asesinatos no son una invención de nadie, sino una realidad que su gobierno no ha podido evitar a pesar de tener la obligación de hacerlo; segundo, los medios no son amarillistas, solo han publicado estas noticias porque es su función hacerlo.
A nivel internacional existe inconformidad y preocupación en los círculos periodísticos y empresariales, ante la postura asumida por el presidente mexicano. En el ámbito nacional diversos medios de comunicación, así como líderes de opinión, empresarios, políticos, intelectuales, dirigentes de organizaciones de la sociedad civil y muchos ciudadanos, también han señalado reiteradamente su desacuerdo y malestar, tanto por las desacertadas decisiones como por los yerros y atropellos constitucionales en los que, de manera abierta e intencional cotidianamente incurre el presidente. Lo publicado por The Economist refleja una realidad: El presidente López Obrador no es candil de la calle, y mantiene en oscuridad a su propia casa.