El año pasado, justo antes de que se declarara la pandemia, la transmisión registró su menor audiencia de la historia
Associated Press
A George Bradley le encantaba ver los Premios de la Academia. El británico de 28 años que ahora vive en San Diego se quedaba despierto hasta tarde en su país natal sólo para sintonizarlo.
Aunque ahora está en la zona horaria correcta, simplemente no está interesado, y eso se debe principalmente a la pandemia.
“Para mí, el creciente dominio de los servicios de streaming le ha quitado el brillo a los Oscar”, dice. “Simplemente no obtienes la misma sensación cálida y difusa de cuando reconoces una película de la pantalla grande”.
Unos las ven por amor, otros por la fascinación que crea el odio, y otros en fin han desertado como Bradley, pero lo cierto es que las entregas de premios han sufrido desde que el coronavirus cerró los cines y las presentaciones en vivo. Sin embargo, la caída de los índices de audiencia para las noches de premios comenzó mucho antes de la llegada del COVID-19.
Durante gran parte de este siglo, los Oscar atrajeron entre 35 y 45 millones de espectadores, a menudo ubicándose justo detrás del Super Bowl. El año pasado, justo antes de que se declarara la pandemia, la transmisión sin anfitrión por la cadena ABC registró su menor audiencia de la historia, 23,6 millones de espectadores, 20% menos que el año anterior.
Los ratings de los Globos de Oro en la era de la pandemia, poco más de un año después, se desplomaron a 6,9 millones de espectadores, 64% menos que el año pasado y apenas superaron los de 2008, cuando una huelga de guionistas obligó a la NBC a anunciar a los ganadores en una conferencia de prensa. El año pasado, antes del cierre, el programa tuvo 18,4 millones de espectadores, según la empresa de medición de audiencia Nielsen.
En marzo, los productores del Grammy evitaron la incomodidad del Zoom que ha caracterizado otras entregas de premios y presentaron actuaciones de algunas de las estrellas más importantes de la industria, en vano. La transmisión de CBS llegó a 9,2 millones de espectadores, tanto en televisión como streaming, la cifra más baja registrada y una caída de 51% desde 2020, de acuerdo con Nielsen.
John Bennardo, de 52 años, en Boca Raton, Florida, es un cinéfilo graduado de cine y guionista, y dirige un negocio de videos para clientes principalmente corporativos. Este año es inútil para los Oscar.
“Me encantan las películas y aspiro estar en ese mismo escenario de los Oscar recibiendo mi propio premio algún día”, dice. “Lo veo todos los años y lo asimilo, participo en concursos en los que trato de elegir a los ganadores y trato de ver todas las películas. Pero algo cambió este año”.
Para empezar, no ha visto una sola película nominada en ninguna categoría.
“Quizás vea ‘Zach Snyder’s Justice League’ en vez. Puede que sea más corta”, bromea Bennardo sobre el espectáculo de los Oscar.
Al igual que otras entregas de premios, los Oscar se retrasaron debido a las restricciones de la pandemia y preocupaciones de seguridad. El espectáculo se había postergado sólo tres veces antes, pero nunca con tanta antelación. Los organizadores el pasado junio lo programaron para el 25 de abril en lugar de su habitual fecha en febrero o principios de marzo.
Eso también sería parte de las fuerzas impulsoras detrás de la fatiga de los Oscar. Otro problema, según antiguos fanáticos del programa, es tener que ver las películas nominadas en pantalla chica y buscar cuándo y dónde están disponibles en los servicios de streaming y a la carta. Para algunos ha sido una gran confusión.
Priscilla Visintine, de 62 años, en St. Louis, Missouri, solía esperar con ansias los Premios de la Academia. Asistía a fiestas para ver la gala cada año, por lo general vestida elegantemente para la ocasión.
“Definitivamente el cierre de los cines provocó mi falta de interés este año”, dice. “No tuve ninguna sensación de alboroto por los Oscar”.
Pero no todos los fanáticos han renunciado a su entrega de premios favorita.
En Knoxville, Tennessee, Jennifer Rice, de 50 años, y su hijo Jordan, de 22, han corrido por años a ver tantas películas nominadas como han podido. En años pasados, era su “locura de febrero”, dice, y documentaban con gráficos sus predicciones. Incluso pudo asistir a los Oscar en 2019 a través de su trabajo para una compañía de belleza en aquel momento.
“Mis otros dos hijos, de 25 y 19 años, no están interesados en los Oscar. Es sólo algo especial para Jordan y para mí”, dice Rice. “Los Oscar en realidad nos impulsan a ver películas que quizás nunca hubiéramos elegido. No estoy tan emocionada este año, pero todavía estamos tratando de ver todo antes de la ceremonia de premios”.
A medida que las dificultades de la vida real se han intensificado para muchos espectadores, desde la inseguridad alimentaria y la interrupción del trabajo hasta el aislamiento de las cuarentenas y las dificultades que atraviesan los padres, las entregas de premios ofrecen menos escapismo y atractivo que en el pasado, y a menudo se basan en actuaciones pregrabadas y cuadros de Zoom para los nominados. Además, las estadísticas muestran poco interés entre las generaciones más jóvenes por la televisión en general.
Pierre Subeh, un joven de 22 años de Orlando, Florida, amante de las películas y cineasta, dejó de ver los Oscar en 2019.
“Apenas podemos mantener la atención en un TikTok de 15 segundos. ¿Cómo esperan que nos sentemos a ver una ceremonia de premios prolongada de cuatro horas llena de anuncios y chistes ofensivos obsoletos? Vivimos en la época de la curación de contenido. Necesitamos algoritmos para descubrir qué queremos ver y que nos muestren lo mejor de lo mejor”, dice.
Inmigrante musulmán del Medio Oriente, Subeh también ve poca inclusión de su cultura en el cine convencional, y ni hablar del escenario de los Oscar.
“Sólo nos mencionan cuando hablan de ‘Aladdin’. No me siento motivado a reunir a mi familia un domingo para ver una ceremonia de premios de cuatro horas que nunca hace ningún tipo de mención a nuestra cultura y religión. Como musulmanes, representamos aproximadamente el 25% de la población mundial”, añade.
Jon Niccum, de 55 años, en Lawrence, Kansas, enseña escritura de guiones en la Universidad de Kansas. Es cineasta y ha trabajado como crítico de cine. Él y su esposa organizan una fiesta anual de los Oscar, con 30 invitados en su mejor momento, que incluye apuestas con dinero por los ganadores y premios. Este año será sólo para su familia debido a la pandemia, pero las apuestas están en marcha.
¿Y ver las mejores películas en casa? En general, dice, “fue menos satisfactorio”. ¿Lo sificiente como para no ver la transmisión de los Premios de la Academia?
“No me he perdido un Oscar en 45 años. Veré cada minuto de la gala”, dice Niccum.
En Medford, Nueva Jersey, Deb Madison, de 65 años, también estará viendo como lo ha venido haciendo desde que era una niña y su mamá la llevó por primera vez al cine.
En 2018, durante un viaje en casa rodante con su esposo, ambos fueron en bicicleta a la ciudad de Carlsbad, Nuevo México, para encontrar un lugar para ver los Oscar. El viaje de regreso fue en plena oscuridad. Otro año, cuando trabajaba en la recepción en una gran fiesta en Filadelfia la misma noche de los Oscar, los coordinadores colocaron el cable y le proporcionaron un pequeño televisor que escondieron bajo su escritorio para que pudiera ver la entrega.
Este año, tratar de mantenerse al día con los nominados desde casa ha sofocado su entusiasmo, dice Madison.
“Soy una fanática de la alfombra roja y los vestidos y del ‘Dios mío, no puedo creer que ella usara eso’. Otra cosa es que no me interesa ver a los actores en su entorno doméstico”, dice entre risas. “Este año, si me lo pierdo, no sería trágico. Nadie necesitaría tender el cable este año. Pero todavía me encantan las películas”.