Se sacuden con valentía las mentiras de la 4T y toman control de la Presa La Boquilla
Por Froilán Meza Rivera
El movimiento ya cobró una pareja de agricultores acribillada: Yessica Silva y Jaime Torres, pequeños productores de alfalfa, ella muerta y su esposo gravemente herido por las balas de una patrulla de la Guardia Nacional que perseguía la camioneta en que viajaban a la altura de la ciudad de Delicias, cuando se dirigían a su hogar en la colonia Lázaro Cárdenas. Ellos venían de participar en la toma de la Presa La Boquilla, en el municipio de San Francisco de Conchos, el martes 8 de septiembre. Este movimiento ha costado también varios heridos por las balas de goma y el gas lacrimógeno con que recibió a la multitud este cuerpo de seguridad militarizado en esta presa que ahora permanece en las manos de los productores agrícolas. Una acción triunfante de los campesinos de la región Centro-Sur del estado de Chihuahua, fue el haber tomado el control de la extracción del agua de este vaso de almacenamiento, por encima del empecinamiento del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ordenó a la Comisión Nacional del Agua que argumentara la “urgente necesidad” de cumplir con la obligación de surtir a los Estados Unidos dentro del convenio del Tratado de Aguas binacional, a costa de vaciar las presas que están dentro de la cuenca del río Conchos, incluyendo su afluente el río San Pedro y la presa de Las Vírgenes.
Por parte de López Obrador, es una guerra contra los inconformes: los ha acusado de “huachicoleros del agua”, en sus mañaneras, los ha acusado de que se dejan “manipular por los que quieren aprovechar esta situación” y ha dicho que “tenemos información (de) que hay huachicol en el manejo del agua, y (que) son sus intereses los que se oponen”. Al unísono, todos los funcionarios de la 4T, desde el llamado “súper delegado” Juan Carlos Loera de la Rosa para abajo, los diputados morenistas y articulistas que son sus fanáticos, se opusieron con “todo”, es decir, con vaguedades y armados de argumentos débiles y tramposos, al movimiento de defensa del agua.
El día de la toma, la fila de productores llegó armada de palos y de gritos estridentes, y echó de las instalaciones de La Boquilla al destacamento de la Guardia Nacional enviado a “proteger” la extracción de agua que, en teoría y según un acuerdo previo (no cumplido por la autoridad federal de la 4T) con los usuarios del riego, ya no tendría que surtir más que los últimos metros cúbicos necesarios para cumplir con el ciclo agrícola, pero no con los excedentes que López Obrador se empeña en mandarle a Donald Trump. Los productores tomaron esta decisión, enardecidos por el engaño, por las dilaciones, por la cancelación de una entrevista con el presidente López Obrador, así como también por las maniobras al estilo de “quedo bien con Dios y con el Diablo” del vacilante gobernador Javier Corral Jurado, quien terminó por no apoyarlos y que ahora sí, con el movimiento en ascenso y con una difusión internacional de la que se quiso colgar, dice que “los apoya”.
Peo ¿cómo se explica este conflicto?
Las tres presas más importantes del estado, que son La Boquilla, Las Vírgenes y El Granero, contienen aguas de la vertiente del río Conchos y afluentes, y son vasos de almacenamiento nacionales, es importante decirlo, porque no son presas internacionales, y la diferencia es esencial. A diferencia de las presas internacionales sobre el río Bravo, como la Falcón y La Amistad, diseñadas para desviar agua hacia Estados Unidos y pagar ahí la cuota de México, las tres presas grandes de Chihuahua contienen, por el contrario, el agua que la nación otorgó en concesión a los productores agrícolas, con la salvedad de que El Granero, además de surtir a los agricultores de la región fronteriza de Ojinaga, se utiliza por el Gobierno Federal para enviar los volúmenes que, cuando hay
demasías, se entregan a los Estados Unidos en la confluencia de los ríos Conchos y Bravo. Las asociaciones de usuarios del Sistema de Riego administran las concesiones particulares, que se amparan en títulos otorgados por el Estado mexicano para su usufructo en la producción de bienes agropecuarios. Anteriormente, estas presas no cerraban sus válvulas de extracción en todo el año, porque había siembra de hasta tres cultivos por temporada agrícola; ahora, en cambio, con el agotamiento de las fuentes, el cambio climático y las sequías, los usuarios tuvieron que ahorrar agua (es decir, almacenarla en las presas), así como aprender a eficientizar el riego y el consumo del líquido. Empezaron entonces a cerrar las presas un mes, luego dos meses, y terminaron por cerrarlas durante cinco meses en el año. La extracción se suspende el último día de septiembre y se reanuda hasta el mes de marzo del siguiente año, para el inicio de los riegos de la nueva temporada. En la actualidad, en el Sistema de Riego 05 (del Centro-Sur de Chihuahua) se siembra sólo un cultivo por ciclo. Los productores confían en que, además del agua que contienen las presas al momento de cerrarlas, se les pueda incrementar el volumen con las lluvias de la temporada, que en un año regular tiene su mes más lluvioso en septiembre, algo en julio, en agosto y hasta parte en octubre. Entonces, si se cierra el ciclo con las presas vacías, ya no existe oportunidad de contar con un surtido suficiente de agua para el siguiente año. Esto explica la enorme preocupación de los productores por proteger el almacenamiento de las presas. No se trata de proteger la programación de los riegos del presente ciclo, que ya está asegurada desde inicios del presente año, sino de asegurar que el ciclo del año siguiente pueda haber agua para producir. Por eso insistían las asociaciones de usuarios del Sistema de Riego en que los del Gobierno Federal no enviaran a los Estados Unidos el agua este año de sequía severa. Lo que están peleando los agricultores con sus movilizaciones, mítines, plantones y con el enfrentamiento con la Guardia Nacional, es el ahorro de agua para el siguiente año.
Ahora bien, es sabido que México viene arrastrando desde años anteriores una deuda significativa: cifras oficiales hablan de que a México le queda un poco más de un mes para pagar a Estados Unidos 319 millones de metros cúbicos de agua, volumen cercano a la cuota establecida para un año en el Tratado de Aguas de 1944. Sin embargo, la presa El Granero ya está vacía, Las Vírgenes está igual, vacía también y ya le dejaron al descubierto las obras de toma, que son filtros que conducen el líquido para su extracción y que revelan el nivel mínimo posible; a La Boquilla la quieren vaciar también, y por eso había más de mil elementos militares y de la Guardia Nacional ahí, para asegurar el pago de la deuda internacional. La Boquilla era el último ahorro de agua para el ciclo de riego 2021. Por eso, hartos ya de que el presidente Andrés López Obrador y Blanca Elena Jiménez Cisneros, la directora de la Comisión Nacional del Agua, se empeñaran a pasar por encima de los productores para quedar bien con el Imperio del norte y no molestar a Donald Trump, decidieron hacer la marcha hacia La Boquilla con miles de manifestantes y expulsar a la Guardia Nacional -utilizada en reprimir al pueblo, en lugar de mandarla a la Sierra a combatir a las poderosas bandas del narcotráfico que son allá amas y señoras-. ¿Qué fue lo que hicieron los productores en la presa de la que tomaron el control? Disminuir los niveles de extracción a lo mínimo para completar el riego del presente ciclo, nada más.
En pocas y resumidas palabras, el gobierno de la 4T se estaba llevando, con el uso de la fuerza armada contra el propio pueblo, el patrimonio de los usuarios del riego agrícola.
Tal es la lucha que se está realizando en el Centro-Sur de Chihuahua, y que tiene muy molestos a los morenistas y al presidente de la república, pero que, por otro lado, ha producido un enorme apoyo y gran simpatía en buena parte de la opinión pública nacional. El hecho de que en las filas del movimiento, junto con una gran masa de pequeños y medianos productores, haya algunos grandes usuarios que se llevan la parte del león con cultivos depredadores (“chupadores de agua”, les llaman acá), como son por ejemplo las plantaciones de nogales en gran escala, esa es otra historia.
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