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Arrogante, el gobernador Corral no se ha dado cuenta que ha llegado al final de su administración y con ello, del poder que recibió con gran esperanza de manos de los chihuahuenses y que ha desperdiciado brutal y cínicamente.
Poco a poco, lenta pero en forma sistemática, continua, ese poder se ha diluido sin que él se percatara. Incluso ha perdido la memoria y cualquier escrúpulo o prurito de ética pública. Ya no le cayó el veinte, diríase en términos coloquiales.
Sigue cometiendo los mismos errores, uno tras otro. Ciego, por ignorancia y falsa suficiencia no reconocida, deambula sin asidero alguno.
Dos golpanazos ha recibido de la actual diputación, que lo debieran ubicar en su real condición: La negativa a la ley que le daba manga ancha para intervenir en las elecciones internas de los partidos, y el disparatado crédito de último momento, demostración clara de esa pérdida de poder.
Dice la Real Academia Española que la arrogancia significa altanería y soberbia.
Pues altanero, en su calidad de titular del Ejecutivo, desplegó de principio a fin una serie de acciones sin tomar en cuenta a la sociedad organizada -la simulación del Consejo Estatal de Salud no tiene parangón-; pasó por encima de los organismos autónomos e incluso de los poderes que debían ser su contrapeso, pero que delineó para ser comparsa de sus caprichos; se metió hasta la cocina a los partidos para manipular la sucesión, pero se ha topado con pared en el PAN, donde menos lo esperaba.
Si eso hizo con la clase política, los poderes formales y las organizaciones intermedias, ignoró por completo a la sociedad, se alejó de ella, sumido en sus sueños de grandeza, en pelear contra el Tlatoani, en sentirse también él, tocado por un Dios.
Lo hizo con Peña Nieto y ahora con Andrés Manuel, pero con los dos sólo atrajo para Chihuahua calamidades financieras que hoy nos tienen al borde del colapso.
Si Chihuahua fuera una empresa privada ya enfrentaría un concurso necesario de acreedores: se deben siete mil millones de pesos a proveedores que todos los días van a caja para verificar si salió cheque, con miles de empleados y una cadena de proveeduría que no aguanta más.
Por ese motivo y las desaseadas reestructuraciones, ha crecido la deuda a largo plazo y rebasa los 60 mil millones, aunque lo niegue Arturo Fuentes Vélez, el flamante Secretario de Hacienda, que debe estarse arrancando los cabellos por la inmanejable situación. Pudo pagar aguinaldos por la conmiseración y el doble juego político con el Secretario de Hacienda federal, Arturo Herrera, que adelantó participaciones a modo de préstamo con intereses y todo.
El otro gran problema son los préstamos a corto plazo, tarjeta de crédito de alto interés, con el que Corral se ha manejado desde 2016, en una doble moral en el tema del financiamiento: con la mano derecha decía no a cualquier préstamo a largo plazo, evadiendo la incómoda intervención del Congreso, y con la izquierda se llenaba a manos llenas para obtener una liquidez que fue derrochada. En tres meses hay que pagar dos mil y pico de millones de pesos y no hay con qué.
Esa ceguera que lo aqueja, producto de su altanería, es nada frente a la soberbia que lo mantiene enajenado, viviendo francamente en un mundo distinto al de todos los chihuahuenses.
Le acababa de decir el Congreso que estaba equivocado al solicitar el préstamo, amañado de principio a fin y sin pies ni cabeza, y el señor toma alguna de las aeronaves oficiales y se traslada a Saltillo, Coahuila, a lamer sus heridas junto con los gobernadores de la Alianza Federalista.
Si el rostro de Corral lucía demacrado en la conferencia de prensa efectuada tras el descontón legislativo, allá en el presídium saltillense era de auténtico velorio. Siempre dispuesto a tomar el micrófono para intervenir aunque no se lo pidieran, guardó silencio sepulcral.
Alguien debe decirle que es enero de 2021 y que en unos meses su desastroso mandato concluye.
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Ya se le olvidó a Corral que en 2016 se opuso y operó con los legisladores panistas para negarle a Duarte la monetización del fideicomiso 80672 traducido en un crédito de 6 mil millones de pesos pagadero a 25 años. Incluso, envió cartas y sostuvo comunicaciones con los banqueros para pedirles que se negaran a prestarle dinero al gobierno de Chihuahua.
¿Cómo es capaz de solicitarle ahora al Congreso que se autorice un crédito por mil 900 millones, a pagar en 20 años, a punto de terminar, con un galimatías como propuesta?
Si en aquel entonces la mayoría sumisa del PRI en el legislativo se tiró en el bungee de la ignominia, ahora hacen lo propio, pero los panistas, con Fernando Álvarez Monge a la cabeza y sus aliados, que por orden suya votaron en favor de un endeudamiento injustificado.
Tras la derrota, ¿qué postura asume Corral por la congruencia que demostraron los dos legisladores panistas que le negaron su capricho? Se les va a la yugular.
Son auténticos héroes esos legisladores y quienes votaron en contra del capricho senil sexenal, en un contexto de descomposición social, económica y política, provocada por el mal manejo de quien debía ser la cabeza serena de los chihuahuenses.
Más aún, desesperado ha manipulado la sucesión a la gubernatura en todos los partidos políticos. Ninguno quedó fuera de su ambición, PRI, Morena, Movimiento Ciudadano, PRD; en el PAN, ha desplegado una brutal y despiadada persecución en contra de Maru Campos.
Se ha envuelto el gobernador en el manto de la justicia que es simulación vil. Jugó con el timing de principio a fin, para amenazar, acorralar, someter.
Con el ministerio público y los jueces en sus manos, bien pudo haber realizado el procedimiento desde hace cuatro años, pero no lo hizo para conservar una ventaja. Hizo de la justicia un ariete político. Ya no halla, en su desesperación, que hacer para descarrilar a la única personalidad que puede refrendar al PAN por seis años más en el gobierno.
Sólo que en dicho partido la decisión no es de un solo hombre ni de una sola mujer. Si hay una institución política auténticamente de cuadros y de bases articuladas e independientes, lo es la de Manuel Gómez Morín.
Incongruente hasta la médula, tristemente protagoniza el papel de lo que siempre ha condenado, el abuso de poder, el lineazo, la intromisión indebida. Quiere arrebatarles la autodeterminación, que es lo más valioso que tienen.
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En el fondo es un asunto de conciencia. La del gobernador no debe estar nada tranquila. De otra manera, no habría tanta obsesión por controlar la sucesión de la gubernatura en la entidad. Dejaría que los partidos libremente eligieran a sus candidatos y que la sociedad, en junio, votara al mejor de ellos.
Pero en lugar de adoptar esa postura de Jefe de Estado, se entromete y opera con descaro. En el caso del PAN, lo hará hoy. Sacará al personal bajo amenazas, para que operen y en su caso voten.
No escatimará artilugio alguno, como lo hizo con el Congreso, donde de un plumazo aumentó en 300 millones la solicitud de préstamo, para pagar el favor a los legisladores que le vendieron a ese precio su voto.
Carece de cualquier residuo de moralidad en una etapa de la administración en la cual tendría que estarse preparando para irse; en lugar de ello se aferra a la silla con uñas y dientes, con un hambre voraz de privilegios que ningún crédito puede saciar.