por Karina Aguilar
Por: Karina Aguilar y Valeria Chaparro
Vida y muerte regresaron a sellar la tradición de Día de Muertos. Atrás quedó ese 2020 que impidió a cientos de familias despedirse o recordar a sus difuntos en los cementerios con música, flores, sus platillos favoritos o un velorio para decir adiós.
Es por ello que especialistas coinciden en que los rituales de este 1 y 2 de noviembre son ideales para superar el duelo al que se han enfrentado los familiares de más de un millón de personas que fallecieron el año pasado, de los cuales más de 200 mil se fueron debido al Covid-19.
Y es que el no poder despedirse de un ser querido mediante un velorio o sepelio genera estrés, ansiedad, tristeza y dolor.
“Las circunstancias son diferentes, porque el impacto de la pandemia no nos permite estar con nuestro familiar cuando el paciente se complica; a ello se suman situaciones importantes como son los rituales que normalmente tenemos para despedirnos del ser querido que falleció, como el velorio y el entierro, hace que a veces el duelo se prolongue”, declaró en entrevista el doctor Miguel Silva, especialista en medicina interna y tanatólogo.
Estas condiciones extraordinarias –explicó– hacen que el duelo dure más tiempo, “que las emociones, sentimientos, pensamientos respecto a esa muerte y al sufrimiento que pudo o no tener este paciente, sea más intenso y más profundo y uno puede lidiar con situaciones de estrés postraumático que puede durar meses o incluso años».
Consideró que la familia y los amigos siempre serán la principal red de apoyo para pasar el duelo. Además, recomendó ayudar a las personas a expresar sus sentimientos y estar presentes, sin dar palabras que en la mayoría de las ocasiones suenan vacías. “Si quiere llorar que llore, si quiere gritar que grite, tiene que hacerlo”; pero advirtió que si la depresión o el enojo permanecen, es necesario acudir a un psicólogo o a un tanatólogo.
Al respecto, la tanatóloga y psicóloga, Victoria Chaparro, coincidió en que la llegada del Día de Muertos, puede generar un shock o trastorno psicológico, principalmente a los familiares de personas que murieron por Covid-19 y de las que no pudieron despedirse.
Por ello, recomendó utilizar la ofrenda para colocar una foto de la persona fallecida para despedirse, “con esa tradición que tenemos tan importante, las personas pueden aprovechar para realizar un ritual. En esa parte del altar, podemos darle un lugar a la persona. Una foto chiquita, grandota. Es el momento de que: si no me despedí o no le pude decir esto, poner ese altar y lo que más les gustaba, y despedirme”.
Chaparro explicó que al colocar la foto en el altar para muertos, la mente va a entender que esa persona ya no está y ayudará a cerrar el ciclo. Por lo mismo, advierte que puede ser una actividad difícil.
Destacó la importancia de retomar algunos conceptos del pensamiento prehispánico sobre la muerte, en las que se sustenta una parte de esta tradición mexicana: “Algunas creencias religiosas nos enseñaron que hay que sufrir por la muerte”.
La psicoterapeuta, Graciela Miramontes, recomendó que después de la pérdida de un ser querido, se tome un par de días “abstrayéndose de la rutina cotidiana para llorar y recordar lo vivido con la persona que partió, hacer ajustes/cambios que de alguna manera compensen el hueco que se experimente y muy importante buscar un nuevo sentido a la nueva vida que vamos a vivir”.
‘Sentimiento, dolor… nada más queda’
Personas que perdieron seres queridos por el SARS-CoV-2 coincidieron en que el mayor dolor durante este año que pasó es la falta de una despedida “como antes”.
«Te sientes así como que con sentimiento, porque con esta pandemia no te dejan hacer nada, ni despedirlos como debería de despedirse a los que se van. Sentimiento, dolor… nada más queda”, expresó José Minor, cuyo cuñado falleció a causa de la enfermedad de Covid-19.
En la misma situación está Angie Sánchez, quien perdió a su papá, y afirma que tras su muerte el duelo ha sido complicado debido a que padece ataques de ansiedad y tiene problemas para dormir.
“Me duele tanto que haya partido solo y que la última vez que lo vi hablaba bien, lo abracé, le di un último beso. Y cuando lo volví a ver fue tendido, es una imagen que nunca voy a olvidar”.
Al dolor por la falta de un ser querido se suman la tristeza y los gastos. Fanny recordó que su abuela y tía murieron con una semana de diferencia.
“Dejando de lado los gastos, el que pierdas a dos personas prácticamente una semana después que la otra, sí te pega mucho y llegas a entrar hasta en depresión, porque ni siquiera te puedes despedir de tus familiares”.
La mujer consideró que debido a que se enfermaron en una temporada de muchos contagios, las condiciones del hospital donde los atendieron no eran las óptimas, pues les informaron que no había camillas ni personal.
“Te afecta demasiado ver cómo tratan a tus familiares, y el no poderte despedir. Y que la última vez que los hayas visto sea en muy mal estado”, expresó Fanny, quien comentó que en esta celebración del Día de Muertos prevé colocar un altar para cada uno de sus familiares.
En tanto, Elda Méndez comentó que tras el fallecimiento de su hermano, fue necesario acudir con especialistas para llevar su duelo y entender que “no estaba en mi control y él cumplió su tiempo aquí. Me quedo disconforme con eso, pero igual no puedo cambiarlo”.
Y comentó que para superar el luto procura enfocarse en sus papás, hermanos menores y “mi hermosa sobrina de seis años”.
LEG