Valeria Martínez
¿Sabían que si analizamos la filmografía de Richard Gere resulta imposible encontrar un bombazo de taquilla desde hace casi 20 años? El último en superar las nueve cifras fue ¿Bailamos?, aquella comedia romántica de 2004 que recaudó $170 millones mientras nos motivaba a mover los pies junto a Jennifer Lopez y Susan Sarandon. No es que solo haya tenido fracasos desde entonces, hubo otras producciones que convocaron al público como Noche de tormenta (2008) y El nuevo exótico Hotel Marigold (2015), pero sus resultados estuvieron muy lejos de las cifras que solía conseguir con verdaderos blockbusteres como Chicago (2002), Novia fugitiva (1999) o El chacal (1997).
Sin embargo, aunque su rostro esté grabado a fuego en nuestra memoria colectiva gracias a películas como Mujer bonita (1990) o Reto al destino (1982), lo cierto es que lleva varias décadas siendo uno de los outsiders de una industria que lo observa por la esquina del ojo.
No hace blockbusteres, no participa en producciones de grandes presupuestos, no forma parte de sagas taquilleras ni ha sucumbido a la tentación de fichar por Star Wars, Marvel y compañía. ¿El motivo? Tal y como él mismo ha confesado al mundo, una parte de Hollywood no lo quiere en sus películas y él tampoco quiere estar en ellas.
Teniendo en cuenta que todavía marca tendencia cada vez que emiten Mujer bonita en televisión y que fue uno de los galanes eternos del cine moderno, elegido hombre más sexy del mundo por la revista People a los 50 (ya tiene 74), seguramente más de uno se estará preguntando… ¿por qué el destierro?
Para comprender mejor su desaparición de las grandes ligas hollywoodenses debemos remontarnos a 1993, específicamente al 29 de marzo. Fue el día que Richard utilizó su momento presentando el Óscar a mejor dirección artística para hacer un llamamiento al gobierno chino pidiendo que retire sus tropas del Tíbet, refiriéndose a “la horrible situación de derechos humanos” que se vive allí. Nadie sabía que iba a hacerlo, ni siquiera el director de la ceremonia. Y si bien su discurso de casi dos minutos fue recibido con aplausos nadie imaginó que sería el principio del fin de sus lazos con la cima de Hollywood.
En aquel momento le vetaron el ingreso a cualquier premio de la Academia durante 20 años por salirse del guion (Insider) y nunca ha sido nominado a un Oscar. Un hecho que le dolió cuando no lo nominaron por Chicago (lo confesó él mismo hace unos años, fuente: OK!). Y si bien es cierto que hemos visto decenas de discursos políticos y activistas en los premios más importantes del cine, sobre todo en los últimos años y sin que nadie fuera vetado, el caso de Richard Gere estaría más relacionado con proteger las relaciones económicas de la industria hollywoodense con la todopoderosa taquilla china. O al menos así lo cree él.
El actor mantiene una relación muy estrecha con el Tíbet desde que descubrió el lugar y el budismo tibetano durante un viaje por Nepal en 1978, cuando ya había iniciado su camino como actor tras abandonar la carrera de filosofía. Es amigo cercano del Dalai Lama y en 2007 contó a Independent que desde muy joven tenía preguntas existenciales sobre la naturaleza del ser, y encontró su camino hacia las respuestas en el budismo.
Pero volviendo al destierro… A pesar del veto de la Academia, él continuó sus protestas convocando al boicot de las Olimpiadas de Beijing en 2008 y dando decenas de declaraciones sobre la situación política que vive el Tíbet con el paso del tiempo. Además, cofundó una organización sin fines de lucro llamada Tibet House US para preservar la cultura tibetana y forma parte de la junta de directores de International Campaign for Tibet, otra organización que promueve las libertades democráticas de los tibetanos. Incluso, como apoya públicamente el movimiento de independencia del Tíbet, tiene prohibida la entrada a China de por vida.
De este modo, contar con Richard Gere entre el reparto supondría un riesgo demasiado elevado para las superproducciones hollywoodenses que necesitan del potente mercado chino. Para empezar, China es uno de los salvavidas más efectivos de Hollywood. Cuando una película no funciona del todo en el mercado doméstico, como le pasó a Transformers: el último caballero en 2017 con un debut de $69 millones, el mercado chino lo duplicó con $123 millones. Mientras que el primer trimestre de 2018 demostró que podía superar a la taquilla estadounidense siendo el mercado más grande del mundo en ese momento.
Sin embargo, las restricciones chinas solo permiten 34 largometrajes extranjeros al año haciendo que Hollywood cuide al máximo sus relaciones con el país y haya impulsado los acuerdos de coproducción (si una película es cofinanciada por China no cuenta como extranjera, siempre y cuando cuente con un tercio de los actores chinos en los papeles protagonistas y pase los requisitos de la censura, World101).
“Definitivamente hay películas en las que no puedo aparecer porque China diría ‘no con él’”, dijo Richard Gere en 2017 a The Hollywood Reporter. “Recientemente tuve un episodio donde alguien dijo que no podían financiar una película conmigo porque enfadaría a los chinos”, añadió como anécdota. Es más, Gere contaba que tenía previsto hacer un proyecto con un director chino “y dos semanas antes de comenzar a rodar, llamó diciéndole, ‘perdón, no puedo hacerlo’”, en una conversación telefónica que mantuvieron en una línea protegida. “Si hubiera trabajado con este director, él y su familia jamás habrían sido permitidos salir del país nunca más y él jamás volvería a trabajar”.
Y como evidencia de su realidad en la industria al posicionarse como defensor del Tíbet y, por ende, enemigo de China, volvemos a remontarnos a su filmografía, donde no solo vemos que Noche de tormenta fue su última producción de estudio (Warner Bros. /Village Roadshow), sino que también encontramos la película que sentenció su destino. Fue el thriller Justicia roja (1997) donde interpretaba a un hombre de negocios acusado por error de asesinato en China.
“Todos estaban felices con la película”, contó Gere 10 años más tarde a The Hollywood Reporter. Revela que lo llamaban los jefes del estudio, que dio entrevistas en programas como Oprah y, de repente, le dijeron que no querían que hiciera más prensa. “MGM quería cerrar un acuerdo con los chinos y China les dijo ‘si estrenas esas películas, no compramos’. Y así, la desestimaron”. Justicia roja terminó pasando sin pena ni gloria por la taquilla internacional, con críticas tibias y una recaudación de apenas $22 millones en territorio doméstico (ni siquiera hay cifras internacionales).
Es decir, según él mismo, este actor que fue uno de los héroes románticos favoritos de toda una generación de cinéfilos habría vivido el destierro de las altas esferas de la industria por representar una amenaza económica para las alianzas con el mercado chino. Pero esta realidad no ha hecho que deje de trabajar o se aleje de la industria. Sencillamente optó por otras vías, convirtiéndose en una figura recurrente entre los dramas de menor presupuesto. Donde, todo hay que decirlo, incluso ha desplegado algunas de sus mejores interpretaciones, como vimos en Norman: el hombre que lo conseguía todo (2016).
“No estoy interesado en interpretar al Jedi sabiondo en tu blockbuster”, dice a los estudios (THR). “Fui lo suficientemente exitoso las últimas tres décadas como para permitirme hacer películas menores ahora”. Y es que si tiramos de hemeroteca encontraremos que durante su arduo divorcio de su segunda esposa se dijo que su fortuna estaba estimada en los $250 millones (RadarOnline), así como que que cobró $15 millones por películas como Infidelidad (iMDB). Es decir, no le hacen falta los blockbusteres.
Y él sigue, disfrutando de su segunda vida como padre de los dos hijos que tuvo en los últimos años con la española Alejandra Silva, y trabajando cuando encuentra un proyecto que le apasione. En el último tiempo apenas lo vimos en Norman: el hombre que lo conseguía todo, La cena y Three Christs, películas en las que se entregó al 100% pero con una recaudación mundial que no superó los $10 millones en conjunto. Entre 2019 y 2023 estuvo completamente desaparecido de nuestras pantallas. Recién volvió este año con la comedia romántica Quizás para siempre con una recaudación tristísima de $3.9 millones. ¡En todo el mundo!
“Los estudios están interesados en la posibilidad de hacer grandes ganancias. Pero yo sigo haciendo las mismas películas que hacía cuando empecé. Historias pequeñas, interesantes, centradas en el personaje y la narrativa. Esto no ha impactado mi vida en absoluto” concluía en 2017. Una realidad que no ha cambiado desde entonces.
En junio de 2020, Richard testificó en el Senado estadounidense frente a un subcomité dedicado a evaluar el impacto de la censura china sobre los intereses económicos de EEUU. En aquel momento aseguró que “la combinación de la censura china junto al deseo de los estudios de cine americanos para acceder al mercado chino puede llevar a la autocensura y pasar por alto problemas sociales que las grandes películas americanas una vez trataban”, añadiendo que personas de la industria china le han asegurado que no pueden trabajar con él porque acabaría con sus carreras (savetibet.org).
Sin embargo, Richard no está solo. En agosto de 2020, la organización PEN America publicó un análisis de 94 páginas que detallaba que los estudios de cine estaban tomando decisiones -de reparto, trama, escenarios o diálogos- “basándose en el esfuerzo de evitar antagonizar a los oficiales chinos”.
De todos modos, la labor humanitaria de Richard Gere va mucho más lejos que el Tíbet. Ha promovido campañas y fundado fundaciones para la concienciación del SIDA en la India, apoyado la creación de centros de atención para mujeres y niños infectados, mientras también ha formado parte en campañas ecológicas. Su amiga Susan Sarandon aplaude su «valentía» mientras Diane Lane lo define como «un alma sencilla» con quien aprendió a meditar desde muy joven en los sets de sus películas. Y mientras tanto él sigue trabajando cuando lo desea.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.