La Revolución Mexicana es uno de los hechos históricos más significativos de nuestro país. Podría decirse que este suceso abarcó desde la oposición al gobierno de Porfirio Díaz y su derrocamiento, hasta la instauración de un gobierno posrevolucionario. Conoce más de este episodio de nuestra historia.
Sin duda, uno de los eventos que ha marcado socialmente a nuestro país ha sido la Revolución Mexicana. A continuación, te mostramos una síntesis que podrá ser un buen comienzo para entender este complejo movimiento social.
La Revolución Mexicana
Causas de la Revolución Mexicana
A principios del siglo XX, miles de mexicanos se levantaron en armas bajo la dirección de figuras carismáticas, caudillos, políticos y militares que prometían tierra y libertad a la población. A esto se le conoce como la Revolución Mexicana. En realidad no fue un movimiento unificado contra un solo enemigo. No había dos bandos, sino muchos que se aliaban y traicionaban entre sí, pero ¿Qué fue lo que causó que miles de mexicanos tomaran las armas a lo largo y ancho del país?
El porfirismo
Porfirio Díaz gobernó al país durante casi 30 años, entre 1876 y 1911, en siete periodos presidenciales distintos. Este controversial personaje es defendido por algunos por el desarrollo económico e infraestructural que impulsó en el país, y condenado por otros por la falta de libertad política y la desigualdad que provocó el modelo económico de su gobierno. Un ejemplo de esto último son las fincas de henequén, en las que se practicaba el esclavismo sin nombrarlo como tal. Esto fue reportado por el periodista estadounidense John Kenneth Turner en una serie de artículos bajo el título “México bárbaro” en 1909.
En 1908, Díaz dio una entrevista al periodista estadounidense James Creelman, en la que declaró que México estaba listo para la apertura política y que no se reelegiría. Muchos historiadores señalan este punto como decisivo para el desarrollo político de los siguientes años. Con la esperanza de participar en las elecciones de 1910, se consolidaron partidos de oposición, como el Democrático, en el que participó Benito Juárez Mata, hijo del Benemérito de las Américas, el Nacional Antirreeleccionista de Francisco I. Madero y el Liberal Mexicano de los magonistas.
Puede ser que las declaraciones de Porfirio Díaz ante la prensa extranjera fueron para dar una cara distinta, democrática, ante el exterior, pero tal vez solo cambió de opinión al ver de cerca el momento de dejar el poder. Sea lo que haya sido, Díaz se postuló de nuevo a la presidencia, encarceló a Madero y ganó. La gente estaba cansada y Díaz, además de las elecciones, se había ganado suficientes enemigos.
Desarrollo de la Revolución Mexicana
Plan de San Luis
Francisco I. Madero huyó a San Antonio, Texas. Ahí redactó un documento que se conocería como el “Plan de San Luis”, el cual firmó con la fecha del último día que estuvo en San Luis, el 5 de octubre de 1910, como si aún estuviera ahí. El plan proponía un levantamiento armado contra del gobierno de Díaz para el día 20 de noviembre de 1910. La propuesta tuvo éxito y varios grupos se levantaron en armas. Como resultado, Díaz renunció y se exilió a Francia. Años después sería enterrado en el cementerio Montparnasse en París, tan solo a unos metros de la tumba de Simón de Beauvoir y Jean-Paul Sartre.
Madero ganó las elecciones de 1911 y se instaló como presidente. Se había acabado el gobierno de Díaz, pero, ¿por qué siguió la lucha armada?
Después del porfirismo
Los grupos que se levantaron en armas solo tenían en común su oposición a Porfirio Díaz. No existía una alianza formal entre ellos. Cuando Madero llegó a la presidencia, las diferencias se volvieron latentes. Las fuerzas armadas lideradas por Emiliano Zapata, en el sur del país, reclamaban que las tierras robadas por los hacendados allegados al régimen porfirista no habían sido devueltas a ellos, los campesinos. Ante la negligencia de Madero, promulgaron el “Plan de Ayala” el 25 de noviembre de 1911. En el norte, las fuerzas del general Pascual Orozco, inconformes con las reformas maderistas, se levantaron de nuevo en el norte del país, entre Chihuahua, Coahuila y Durango. Pronto las fuerzas de Orozco serían vencidas por el ejército, con Victoriano Huerta como general.
Decena Trágica
El 9 de febrero de 1913 el general Mondragón se levantó en armas con un grupo de militares opositores en la Ciudad de México. Durante la sublevación, logró liberar a los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz, simpatizantes porfiristas, quienes estaban presos por rebelarse contra Madero. El general Lauro Villar, encargado de la defensa del Palacio Nacional, logró repeler el asalto y asesinar a Reyes, pero fue herido. Madero nombró en su lugar al general Victoriano Huerta, quien era simpatizante porfirista, sin saber que este estaba tramando un golpe de Estado junto con los opositores.
Poco después, en la embajada de los Estados Unidos de América y con el apoyo del embajador estadounidense Henry Lane Wilson, Huerta firmó un documento con Félix Díaz, conocido como “El Pacto de la Embajada”, en el cual las fuerzas opositoras acordaban unirse contra el presidente Madero para desconocerlo y destituirlo, poniendo en su lugar al general Huerta. El episodio terminó con el arresto y asesinato de Madero y José María Pino Suárez, el entonces vicepresidente.
A este evento se le conoce en la historia como la Decena Trágica. En total duró 10 días, entre el 9 de febrero, cuando inició la sublevación, y el 19 del mismo mes, cuando el presidente Madero fue obligado a renunciar (aunque Madero y Pino Suárez fueron asesinados unos días más tarde), y es uno de los ejemplos más notables del intervencionismo estadounidense en la política mexicana.
La rebelión contra Huerta
Los campesinos, trabajadores, mineros, ganaderos y disidentes cuyas demandas más básicas seguían sin cumplirse bajo el gobierno de Madero, vieron menos posibilidades de llegar a un acuerdo con Huerta. Además, algunos de los grupos políticos que alcanzaron el poder durante el gobierno de Madero vieron peligrar sus logros. Se levantaron grupos armados en Coahuila y en Sonora, bajo el liderazgo de sus gobiernos. En Chihuahua también se levantaron en armas, aunque con un bandolero como líder: el célebre Francisco Villa o como popularmente se le conoce “Pancho Villa”, quien de cualquier forma sería nombrado gobernador provisional en 1913, aunque por un corto periodo de tiempo.
La rebelión en el norte dio a luz a una nueva alianza, el Ejército Constitucionalista. Su líder era el gobernador de Coahuila Venustiano Carranza. Villa se posicionó como líder de este movimiento en Chihuahua, con su División del Norte como fuerzas armadas. En el sur, el ejército zapatista cobraba fuerza. Conforme la oposición a Huerta avanzaba hacia la Ciudad de México, crecieron las diferencias entre los villistas y carrancistas. Sus ideologías y bases sociales eran muy distintas, pero llegaron a un acuerdo. Villa se quedaría en el norte y Carranza llevaría al Ejército Constitucionalista a tomar la presidencia. A mediados de 1914, Huerta fue derrocado. Carranza se instaló como Presidente de México.
Convencionistas contra constitucionalistas
Para establecer el consenso entre las diferentes facciones que habían luchado contra Huerta, Carranza y los constitucionalistas llamaron a una convención en Aguascalientes. Sin embargo, no se concretó una alianza general que permitiera la gobernabilidad del país. Las diferencias entre zapatistas y villistas, por un lado, y los más allegados a Carranza, por el otro, se hicieron notar.
Según los historiadores Garcíadiego y Ficker, las bases populares de obreros, ferrocarrileros, mineros y ganaderos de Villa encontraron mejor afinidad con los zapatistas, cuya base era mayormente campesina, aunque esta afinidad no era absoluta. Pronto estos villistas y zapatistas se rebelarían contra el nuevo gobierno de Carranza, formando la facción “convencionista”, pues seguía sin ser una fuerza política con voluntad y capacidad de cumplir sus demandas.
El gobierno de Carranza se trasladó temporalmente a Veracruz y los convencionistas tomaron la Ciudad de México. Fue en diciembre de 1914 cuando se tomó la famosa fotografía en la que Pancho Villa aparece sentado en la silla presidencial, junto con Emiliano Zapata, quien, según dicen, se negó a sentarse en la silla por temor a convertirse en “una persona mala”. De cualquier forma, no pudieron sostener la ocupación por mucho tiempo. Menos de un año después, la ciudad sería retomada por las fuerzas de Carranza.
Una guerra que parecía no tener fin
Poco después, los EE.UU. y varias potencias europeas, ya entrada la Gran Guerra, reconocieron el gobierno de Carranza como legítimo. Las fuerzas de Villa, replegadas en el norte, atacaron en venganza el poblado de Columbus, Nuevo México, en 1916. También dicen que en realidad atacó para robar armas y equipo militar. La hazaña y la falta de gobernabilidad en este periodo llevó al vecino de norte a incursionar en territorio mexicano para buscar a Villa. A este suceso se le conoce como la “expedición punitiva”, que duró alrededor de un año. No lograron capturarlo.
Con el villismo y el zapatismo controlados, Carranza llamó a un congreso constituyente que derivó en la Constitución de 1917, promulgada el 5 de febrero de ese año. En el congreso participaron delegados cercanos a la facción conservadora de Carranza. Eran mayoría los que creían en la reforma agraria, aunque los zapatistas habían sido vetados del proceso.
Gracias a este contrapeso zapatista se incluyó el artículo 27, que prometía el reparto agrario y garantizaba la propiedad de la tierra a la nación, aunque no eliminaba la noción de propiedad privada de esta.
Después de la Constitución de 1917
En diciembre de ese año Carranza tomaría posesión como presidente bajo la nueva constitución, pero los movimientos armados revolucionarios seguían presentes. Pronto habría elecciones y el general Álvaro Obregón se postuló como opositor al candidato de Carranza, el ingeniero Ignacio Bonillas. El presidente inició una campaña de desprestigio contra Obregón, a quien consideraba demasiado radical, por lo que intentó arrestarlo.
Bonillas resultó ganador en las elecciones presidenciales de 1920. Obregón, quien gozaba de gran popularidad, se levantó en armas con la promulgación del “Plan de Agua Prieta”. Contó con el apoyo de los movimientos más radicales que seguían armados, como los zapatistas. Pronto la rebelión triunfó y Carranza fue asesinado. Se instaló a Adolfo de la Huerta como presidente provisional y se dieron nuevas elecciones. Obregón resultó vencedor.
El fin de la Revolución Mexicana
Es difícil marcar cuándo terminó la Revolución Mexicana. Se podría argumentar que fue en 1920, cuando terminaron la mayor parte de los conflictos bélicos. Después se inició un gobierno posrevolucionario más o menos estable bajo una nueva constitución. Emiliano Zapata había sido asesinado un año antes. Sus seguidores desistieron o se aliaron con Obregón. Francisco Villa, cansado y envejeciendo, optó por firmar un armisticio con Adolfo de la Huerta. Huerta le otorgó tierras y una pensión vitalicia. Lo que quedaba de su ejército se fue a vivir con él. De cualquier forma, el mítico Pancho Villa fue asesinado en 1923 en Parral, Chihuahua.
¿Cuándo se conmemora el día de la Revolución Mexicana?
Conmemoramos la Revolución el 20 de noviembre, pues ese fue el día propuesto por Madero como el inicio de un levantamiento armado generalizado contra la dictadura de Porfirio Díaz. Sin embargo, el proceso que ahora conocemos como la Revolución Mexicana es más complicado que un simple conflicto entre dos bandos.
Esta revolución, como las de otras partes del mundo, fue un proceso largo en el que participaron numerosas fuerzas políticas.
Quizás se le pueda poner fecha al inicio y al fin de los conflictos armados revolucionarios, con sus debidas excepciones, pero no al proceso de cambio en sí. Las ideas de la revolución se diluyeron o petrificaron con el paso del tiempo, pero siguen latentes hoy en día.