Te explicamos qué fue la Revolución mexicana, sus causas, acontecimientos más importantes y sus consecuencias.
Fuente: humanidades.com
¿Qué es la Revolución mexicana?
La Revolución mexicana fue un conflicto armado que tuvo lugar en México a principios del siglo XX. Comenzó en 1910 como un levantamiento contra la dictadura de Porfirio Díaz (quien fue derrocado luego de 30 años en el poder) y se extendió a lo largo de diez años.
En este período, diversas facciones políticas combatieron o se aliaron entre sí, y algunos dirigentes ocuparon la presidencia, como Francisco I. Madero (entre 1911 y 1913) y Venustiano Carranza (entre 1917 y 1920). En general, predominó el rechazo al latifundismo y a las desigualdades sociales heredadas del Porfiriato. Pero la diversidad de proyectos políticos y sociales provocó conflictos que, en ocasiones, se resolvieron con el asesinato de líderes revolucionarios, como Emiliano Zapata o Francisco “Pancho” Villa.
Entre las consecuencias de la Revolución mexicana, se cuenta la Constitución de 1917 que sigue vigente en la actualidad. En ella se recogieron algunas de las demandas sociales del período revolucionario, como la inhabilitación de la reelección presidencial, los derechos laborales y la capacidad del Estado de expropiar yacimientos petrolíferos y fraccionar latifundios.
Causas de la Revolución mexicana
Las causas principales de la revolución fueron económicas, sociales y políticas. En primer lugar, fue una insurrección contra la dictadura de Porfirio Díaz, quien había ocupado la presidencia durante 30 años y se había hecho reelegir en las elecciones de 1910. Esto inspiró un movimiento antirreeleccionista que reunió a diversos grupos que abogaban por la alternancia presidencial.
En segundo lugar, fue una sublevación contra los grandes latifundios que promovían la desigualdad social y mantenían a los campesinos en la pobreza. Algunos de los referentes de la revolución proponían la reforma agraria y la consagración de derechos laborales para evitar los abusos, tanto en el campo y las minas como en las industrias. También hubo acciones contrarias a los intereses de capitales extranjeros, especialmente estadounidenses.
Historia de la Revolución mexicana
Comienzo de la Revolución mexicana
Luego de gobernar durante 30 años (los últimos 26 de forma consecutiva), Porfirio Díaz había manifestado que no volvería a ser candidato a la presidencia. Pero en 1910 se presentó a elecciones, mandó encarcelar a su principal opositor, el liberal antirreeleccionista Francisco I. Madero, y se proclamó vencedor.
Este hecho desencadenó una campaña de insurrección contra el Porfiriato, conocida como Plan de San Luis, que fue promovida por Madero y planificada para iniciar el 20 de noviembre de 1910.
El resultado no fue una insurrección inmediata y unificada, pero sí una sucesión de levantamientos armados en distintos puntos de la nación mexicana, muchos de ellos protagonizados por campesinos y encabezados por líderes revolucionarios como Emiliano Zapata, en Morelos, o Pascual Orozco y Pancho Villa, quienes tomaron Ciudad Juárez en 1911.
Estos hechos forzaron la renuncia de Porfirio Díaz (firmada el 25 de mayor de 1911) y dejaron abierto el camino a la presidencia de Madero. Sin embargo, los conflictos militares y las insurrecciones continuaron durante toda la década.
La presidencia de Victoriano Huerta
Tras la renuncia de Porfirio Díaz, se celebraron elecciones extraordinarias que colocaron en la presidencia a Francisco I. Madero . Este comenzó a gobernar el 6 de noviembre de 1911, pero sus reformas moderadas no complacieron a amplios sectores que habían apoyado el proceso revolucionario, especialmente campesinos que ansiaban una reforma agraria.
Emiliano Zapata encabezó revueltas apoyadas en un manifiesto de finales de noviembre de 1911, llamado Plan de Ayala, que desconocía al gobierno de Madero y reclamaba la devolución de las tierras a los campesinos que las trabajaban. Pascual Orozco también se manifestó contra Madero.
Incluso el gobierno estadounidense se mostró descontento con el gobierno mexicano, tanto por su posición conciliadora con algunos grupos revolucionarios que amenazaban los intereses económicos de Estados Unidos en la región, como por la decisión de Madero de gravar la explotación petrolera.
Finalmente, Madero fue derrocado por uno de sus generales, Victoriano Huerta, quien se unió a una conspiración de militares afines al Porfiriato apoyados por el embajador estadounidense (esta conspiración recibió posteriormente el nombre de “Decena Trágica”). Huerta fue proclamado presidente el 19 de febrero de 1913 y Madero fue asesinado tres días después.
La presidencia de Victoriano Huerta
Huerta ocupó la presidencia entre febrero de 1913 y julio de 1914. Instauró un régimen dictatorial que contó con la oposición de diversas facciones revolucionarias y constitucionalistas, con excepción de las que conducía Pascual Orozco.
Venustiano Carranza firmó el Plan de Guadalupe que desconocía al gobierno de Huerta, y organizó el Ejército Constitucionalista para deponerlo. Los revolucionarios Álvaro Obregón y Pancho Villa se sumaron a los esfuerzos de Carranza en el norte, y Zapata lo hizo en el sur. El nuevo presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, asumió en marzo de 1913 y decidió apoyar a los constitucionalistas.
Los triunfos militares de la División del Norte de Pancho Villa y de las otras fuerzas del Ejército Constitucionalista obligaron a Huerta a renunciar y exiliarse en julio de 1914. Carranza se proclamó presidente en calidad de jefe del Ejército Constitucionalista, con el apoyo de Obregón, pero Villa y Zapata se opusieron y proclamaron soberana a una convención celebrada en Aguascalientes que eligió a otro presidente. Así comenzó una guerra entre el Ejército Constitucionalista de Carranza y las fuerzas convencionistas de Villa y Zapata.
Venustiano Carranza y la Constitución de 1917
A partir de 1915, las tropas de Villa sufrieron importantes derrotas frente al Ejército Constitucionalista. Este contaba, además, con el apoyo de Estados Unidos, razón por la que Villa llegó a atacar el pueblo de Columbus, en Nuevo México. Esto provocó que fuera perseguido no solo por el ejército federal mexicano sino también por tropas estadounidenses.
Mientras se hacía fuerte en todo el territorio mexicano, el gobierno de Carranza convocó a un Congreso Constituyente que, en 1917, proclamó una nueva Constitución. Carranza fue electo presidente constitucional y consagró a través de la carta magna algunos principios liberales pero también demandas sociales surgidas al calor de la revolución:
- La separación entre la Iglesia y el Estado,
- la educación laica, obligatoria y gratuita,
- la inhabilitación de la reelección presidencial,
- una serie de derechos laborales,
- la capacidad del Estado para explotar minerales e hidrocarburos y expropiar latifundios para fraccionarlos.
Durante la presidencia constitucional de Carranza, el movimiento zapatista fue vencido y en 1919 Zapata fue asesinado. En el norte, los villistas fueron perdiendo poder y, luego de que Carranza fuera asesinado en 1920, el presidente interino Adolfo de la Huerta le ofreció a Villa tierras para sus hombres y una hacienda a cambio de que se retirara de la actividad política. Villa aceptó. Estos hechos marcaron el final de la Revolución mexicana. De todos modos, los hechos de violencia continuaron, como demuestra el asesinato de Villa en 1923.
Consecuencias de la Revolución mexicana
Los enfrentamientos militares y otros hechos de violencia que tuvieron lugar durante los diez años que duró la Revolución mexicana dejaron un saldo de muertes muy elevado. A esto se sumaron las hambrunas y enfermedades que se desataron durante los conflictos. En general, se estima que las víctimas superaron el millón de personas.
También encontraron la muerte durante el proceso revolucionario importantes líderes políticos y sociales, como Francisco I. Madero, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza y Pancho Villa.
El final de la revolución no terminó con los hechos de violencia, pero tanto las demandas sociales y económicas de los revolucionarios como los principios y derechos consagrados en la Constitución de 1917 ejercieron su influencia en la actividad política de los años siguientes.
Una de las consecuencias más importantes de la revolución fue la inclusión en la Constitución de la reforma agraria, que había nacido de las demandas de los sectores más radicales. Consistía mayormente en la capacidad estatal para fraccionar latifundios y repartir tierras entre los campesinos pobres. También fue importante el reconocimiento constitucional de los derechos laborales.
De todos modos, las medidas adoptadas no solucionaron en la práctica los problemas de las poblaciones pobres y campesinas. Cuando asumió la presidencia Lázaro Cárdenas en 1934, el problema de la distribución y capacidad productiva de las tierras seguía siendo un asunto en gran medida irresuelto.
Conmemoraciones de la Revolución mexicana
Cada 20 de noviembre se celebra en México con un desfile el Día de la Revolución, en conmemoración de la fecha establecida en el Plan de San Luis para el levantamiento contra el Porfiriato. En 2010, se realizaron festividades por el Centenario de la Revolución Mexicana, en simultáneo con los festejos por el Bicentenario de la Independencia de México.
En distintas regiones de la nación mexicana existen museos y monumentos dedicados a la revolución, como el Monumento a la Revolución en la Ciudad de México, el Museo de la Revolución mexicana en Puebla, o el Museo Histórico de la Revolución en Chihuahua.
La Revolución mexicana en el arte
La Revolución mexicana ha tenido una gran influencia en el arte del siglo XX. Muchas novelas, películas, pinturas y obras arquitectónicas se centran en esta época para representar la historia de México o conmemorar hechos y personajes del pasado.
Por ejemplo, se destacan las novelas Cartucho: relatos de la lucha en el norte de México (1931), de Nellie Campobello, o La muerte de Artemio Cruz (1962), de Carlos Fuentes. Y películas como El compadre Mendoza (1934) y Vámonos con Pancho Villa (1936), dirigidas por Fernando de Fuentes; Los de abajo (1976), dirigida por Servando González; o ¡Viva Zapata! (1952), dirigida por Elia Kazan. En el arte plástico, se destaca el mural Del porfirismo a la Revolución (1957-1966), de David Alfaro Siqueiros.