Eduardo Arredondo Delgado
El gobernante no se quisiera ir.
El presidente, Andrés Manuel López Obrador, vive tiempos férreos de encono y una oposición ridícula que no se pone de acuerdo ni lo puede poner en jaque, son pequeños frente al carisma y la firmeza de un político tabasqueño que juega con el INE y que transmite confianza a sus seguidores. La mañanera una plataforma para encabezar sus proyectos y que nadie mejor que él lo hecho. Es artista de la política.
López Obrador refleja todas las emociones de los mexicanos y el ejercicio de ayer demostró que su laboratorio tiene números fuertes para el 2024.
Hay quienes le agradecen de volver a las raíces del nacionalismo y otros le demandan que vivimos en el país de nunca jamás, bajo una crisis inflacionaria y bajo las órdenes del narco.
México vivió una plaga de corrupción con el Pri y Pan pero también con Morena, pues no se ha desbaratado los secretos de la corrupción ni sus confabuladores pero Andrés Manuel insiste en que vamos bien.
La consulta le salió inmejorable; hay confianza en el mandatario aunque la sombra del poder esté permanentemente en una lucha de grupos hostiles y sin escrúpulos. El 2024 está muy cerca.
¿Qué necesita México para avanzar? ¿De políticos o del compromiso de los mexicanos por enarbolar otro pensamiento de unidad?
La consulta tuvo doble fin. Ir viendo las armas y las debilidades de Morena rumbo al 2024 y el experimento que le redituará en poco tiempo.
México y su polarización parecen no terminar.
La agenda pendiente restituir al país, darle esperanza, dale una oportunidad de crecimiento.
La pandemia está detrás de los mexicanos que otra vez sacaron lo mejor y lo peor.
La sonrisa de Andrés Manuel dice otras cosas; México n te acabes, te necesitamos aunque sea en sala de urgencias o terapia intensiva