El reciente fallo del Tribunal Estatal Electoral ha definido el reparto de espacios plurinominales del Congreso del Estado, con PAN y Morena empatados en representación y el PRI manteniendo su presencia. En paralelo, la política local y nacional se ve sacudida por la reaparición del Partido del Trabajo y el Partido Verde, así como por la situación legal del exgobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, y la búsqueda de un nuevo fiscal en Sinaloa, en medio de serias acusaciones y desafíos institucionales.
el Partido Acción Nacional (PAN) y Morena estarán empatados con 12 espacios cada uno en el próximo Congreso del Estado, mientras que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantendrá sus cinco posiciones. Esta distribución, aunque esperada, no deja de ser una confirmación de las dinámicas que han dominado la política local en los últimos años, con la dualidad PAN-Morena marcando la pauta y el PRI conservando una presencia significativa, aunque claramente menor.
La noticia del regreso del Partido del Trabajo al Congreso del Estado, tras la deserción de Jael Arguelles a Morena, es un recordatorio de las idiosincrasias de la política mexicana, donde las alianzas y traiciones pueden alterar rápidamente el equilibrio de poder. La situación de Arguelles, que debilitó al PT y fortaleció a Morena, resalta la volatilidad del panorama político y la fragilidad de los compromisos partidarios.
El Partido Verde también celebra la recuperación de una curul, ocupada por Octavio Borunda. La incertidumbre sobre la postura de Borunda en las discusiones clave revela una constante en el escenario político: el pragmatismo de los actores, que muchas veces priorizan su supervivencia y relevancia sobre una postura ideológica firme.
El exgobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, se encuentra en el centro de la atención mediática, enfrentando acusaciones de peculado mientras se prepara para asumir su puesto como senador. A pesar del fuero constitucional que le otorga cierta protección, Corral ha declarado su intención de enfrentar el proceso legal en su contra, una postura que podría interpretarse tanto como un acto de valentía como una estrategia para mantener la imagen de un líder incorruptible. La decisión de desistirse del amparo para evitar órdenes de captura, en un contexto de denuncia por presuntas irregularidades, añade una capa de complejidad a un caso ya cargado de tensión política.
Mientras tanto, en Sinaloa, el proceso para elegir al nuevo fiscal general sigue su curso, con Myrelle Oralia Lozoya Molina avanzando hacia la fase final. La vacante surge tras la renuncia de Sara Bruna Quiñónez Estrada, en un contexto marcado por las revelaciones de irregularidades en la investigación del asesinato del líder político Héctor Melesio Cuén Ojeda. La búsqueda de un nuevo fiscal se ha convertido en un tema crucial, especialmente dada la posible conexión del caso con el narcotraficante Ismael “El Mayo” Zambada. La selección de candidatos refleja un proceso serio, con cinco aspirantes que han demostrado cumplir con los requisitos y etapas del proceso, aunque la incertidumbre sobre la elección final persiste.
En resumen, la política local y nacional sigue siendo un escenario de continuos ajustes y sorpresas, donde las decisiones y movimientos de los actores clave continúan moldeando el panorama. La entrada en la nueva legislatura, la resolución de casos judiciales prominentes y la selección de cargos importantes como el fiscal general son reflejos de una dinámica política en constante cambio y, a menudo, cargada de controversias.