La columna
POR CARLOS JARAMILLO VELA
· Renuncia del rector de la UACH: una salida anunciada.
· La seguridad… una vez más, motivo de giras, “mañaneras” y discursos.
La renuncia del Rector de la Universidad Autónoma de Chihuahua, Luis Alberto Fierro, ocurrida durante la realización de sesión de Consejo Universitario efectuada en la mañana del viernes 26 de noviembre, confirma la vulnerabilidad en la que se halla la institución universitaria frente a consideraciones de tipo político. Al ahora ex rector Fierro le pesaron, gravemente, su relación con el ahora ex gobernador Javier Corral, así como el proyecto de reforma administrativo-académica que intentó implementar durante su gestión. Por lo que concierne a sus vínculos con Corral, quizá sean reflejo de una especie de comparsa y afinidad política entre ambos, aunque para efectos formales son, al menos, los que establecen las reglas del protocolo y la diplomacia, pues es obvio que cualquier rector o rectora está políticamente obligado a guardar buenas relaciones con el gobernador o la gobernadora en turno.
En lo que atañe al proyecto innovador de la Universidad, éste nunca logró ser del todo aceptado, pues siempre levantó airadas protestas en algunos círculos de la comunidad universitaria. Tal oposición a la reforma se gestó debido a que ciertos sectores de la UACH rechazaban su implementación porque ésta significaría un fortalecimiento de la centralización del mando y decisiones, así como la desaparición del actual esquema de Direcciones y demás estructuras académico-administrativas de las diversas facultades y escuelas.
Aunque los hechos aquí narrados constituyen sólidos indicios que permiten explicar la salida del rector Fierro, éstos nunca se darán a conocer oficialmente como los verdaderos motivos. Lo cierto es que el rector dejó su cargo, y que en el Palacio de Gobierno, la primera enterada de la renuncia, desde antes de que ésta ocurriera, fue la Gobernadora María Eugenia Campos. No obstante que la renuncia del rector se veía venir, el argumento formal –que no real- de la misma, será, como en todas las renuncias políticas, “por motivos personales”. Sin duda, lo más autónomo de la UACH es su nombre.
Recientemente ha sido anunciada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, su próxima visita a Chihuahua capital, así como a Ciudad Juárez, ambas, las urbes con mayor peso económico y político del estado. El mandatario nacional estará en la entidad chihuahuense el viernes 10 de diciembre de 2021, y supuestamente el motivo de su presencia es sostener una reunión de seguridad con la gobernadora María Eugenia Campos, y demás autoridades locales y federales relacionadas con el combate a la inseguridad.
Para ser honestos, debemos decir que respecto al tema de la seguridad pública, y particularmente en relación a lo concerniente a las acciones de los grupos delictivos organizados que operan en México, el gobierno del presidente López
Obrador no ha podido dar resultados. Quizá una de las razones por las cuales el presidente ha fallado en este renglón, se deba a su política en materia de seguridad, la cual, él mismo ha denominado como una acción de “abrazos y no balazos”. Dicha estrategia es, sin duda, una forma laxa, débil o condescendiente, de encarar el problema, que hoy es grave en todo México, y desacredita a nuestro país ante la mirada del mundo.
Tal laxitud presidencial parece haber sido interpretada por las agrupaciones delictivas como un menaje político permisivo, para operar con libertad, pues cada vez son más escandalosos y notorios los atropellos de la criminalidad contra al estado de derecho, el orden y la autoridad. Así, aunque es evidente que el tema de la seguridad será el objetivo central de la gira presidencial, la conferencia “mañanera” y los discursos que se pronunciarán, también es verdad que hasta ahora el gobierno no ha mostrado argumentos solidos que permitan a la sociedad afirmar que existe un combate eficaz contra la inseguridad.