Nacho Albarrán –
“No puedes esperar volver a un nivel fantástico desde el principio”, había advertido Rafa Nadal en la rueda de prensa previa a su participación en Cincinnati. Llevaba casi un mes y medio sin competir, desde que tuviera que retirarse antes de jugar las semifinales de Wimbledon contra Nick Kyrgios. Su último partido lo jugó en el All England Club contra Taylor Fritz el 6 de julio. Entre aquel día y este miércoles, los problemas abdominales que le apartaron del Grand Slam británico reaparecieron justo antes de que arrancará Montreal y tuvo que renunciar. Para colmo, no aparecía en el último Masters 1.000 estadounidense desde 2017 y le tocó jugar en la sesión de tarde, que se convirtió en nocturna por culpa de la lluvia, que tuvo parado su partido contra Borna Coric durante una hora y 25 minutos. Demasiadas circunstancias adversas como para afrontar con garantías su enésimo retorno ante un rival que ya sabía lo que es ganarle dos veces (una de ellas en el mismo escenario, hace seis años). El croata lo hizo por tercera vez (7-6 (9), 4-6 y 6-3 en 2h51) y se une al club de los oponentes que tiene el cara a cara a favor con el balear (3-2), solo 11 con él. Será este jueves (sobre las 21:00, Deportes por Movistar+) el rival de Roberto Bautista.
Nadal no caía a las primeras de cambio en un torneo desde octubre de 2016, cuando el serbio Viktor Troicki le apeó en la segunda ronda de Shanghái (estaba exento de la primera). Al español le fallaron unas cuentas cosas. Sobre todo el resto, quizá lo más difícil de ajustar después de largos periodos de inactividad. Se notó porque falló algunos relativamente sencillos contra segundos servicios. El saque tampoco le sacó de demasiados apuros, aunque funcionó a veces. Habrá que preguntarle si ha variado la mecánica por sus molestias en el abdomen. El drive se le quedó cortó en ocasiones, aunque en momentos de valentía fue uno de sus mejores golpes, como el revés paralelo. Y, quizá, lo más positivo, que ni el pie izquierdo ni la zona abdominal le molestaron, al menos aparentemente.
De hecho, Rafa podría haber ganado el partido si hubiera aprovechado una buena situación con 5-3 en la primera manga, cuando se reanudó el encuentro tras el parón, y los dos puntos de set que tuvo en el posterior desempate, largo y con más errores que aciertos de los dos jugadores, como ocurrió durante casi todo un partido que fue tirando a malo.
Reacción insuficiente
Tras la reacción en el segundo parcial, al aprovechar Nadal la única opción de quiebre que tuvo en todo el partido (Coric tuvo dos y convirtió una), atisbaba la luz al final del túnel, pero el balcánico mejoró sus golpes de derecha (tiene mejor revés, la verdad), sacó bastante bien y dominó los puntos ante un oponente, ahora quizá sí, algo fatigado por la inactividad. Y eso que al bueno de Borna no le sobran horas en pista. Este fue su 23º partido en los dos últimos años. Atormentado por las lesiones, es ahora el 152º del mundo, aunque juega con ranking protegido. Pero estaba en el momento y el lugar adecuados para volver a vencer al ganador de 22 Grand Slams, que se queda sin la posibilidad, remota, de volver a ser número uno (tenía que ganar el torneo y que Medvedev no llegara a cuartos) antes de un US Open que empezará a preparar antes de lo que posiblemente esperaba.