PorAP
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En un bosque cerca del lago Michigan, dos científicos le colocaron una mochilita con un equipo rastreador a un esmerejón que habían atrapado con una red. La misión era evitar que esa ave rapaz se devorase a los frailecillos silbadores, un pajarito de la costa que anida en la zona.
Los esmerejones eran una especie en peligro hace algunas décadas, pero se están recuperando gracias a una prohibición del uso de pesticidas como el DDT. Eso es bueno para ellos, pero no para los frailecillos de la región de los Grandes Lagos, donde quedan apenas 65 o 70 parejas. Los pequeños halcones son «una gran amenaza para su recuperación», expresó Nathan Cooper, ecólogo del Zoológico Nacional del Smithsonian y del Instituto de Biología de la Conservación.
La situación es irónica. Una especie en peligro se salva gracias a los esfuerzos por recuperarla, pero plantea una amenaza a otras de las que se alimenta o con las que comité por comida y un hábitat. En otros sitios han ocurrido cosas parecidas, planteando serios retos a los expertos en la vida silvestre, que desean que todas se reproduzcan en ambientes equilibrados y saludables.
Por ejemplo, la recuperación de la icónica águila calva representa una amenaza para aves acuáticas poco comunes. Los halcones peregrinos son un peligro para el charrán californiano y el chorlo nevado que abunda en torno a las bases navales de San Diego. Frente a la costa californiana, los ataques de los tiburones blancos comprometen la recuperación de las nutrias marinas.
Las focas grises corrían peligro de extinguirse, pero ahora se ven cientos de ellas en las playas de Massachusetts. Son animales de 360 kilos (800 libras) que representan una amenaza para los peces vulnerables de la zona.
Estas consecuencias no buscadas no son producto de fallas en los programas de recuperación, según los expertos, sino un reflejo de la complejidad y la importancia de proteger las comunidades biológicas, no solo especies individuales.
«Si, hay ocasiones en las que se dan estos conflictos entre especies que tratamos de proteger», dijo Stuart Pimm, de la Universidad de Duke. «¿Es un problema grave? No».
Algunas especies, por otro lado, se adaptan mejor al cambio climático o del entorno, según Bruce Stein, de la Federación Nacional de Vida Silvestre (National Wildlife Federación
«Hay muchos ecosistemas que están medio desfasados porque los hemos alterado de algún modo», señaló Stein. «Con el cambio climático, habrá ganadores y perdedores. Los perdedores tienden a requerir hábitats específicos y son los que están mermando».
Los internos del Smithsonian Tim Baerwald y Zachary Bordner capturaron un esmerejón en Sleeping Bear Dunes National Lakeshore con la ayuda de su enemigo natural: el gran búho con cuernos. Estaba muerto, pero llevaba consigo aparatos a control remoto que hacían que batiese las alas. El esmerejón se abalanzó sobre el búho y tropezó con una red atada a dos postes. Los científicos liberaron al ave, una hembra, y le colocaron el aparato rastreador y una identificación en una patita. Luego la soltaron y el esmerejón regresó al árbol donde tiene su nido.
La cantidad de esmerejones aumentó desde que se prohibió el DDT en 1972. Se sospecha que mataron a al menos 57 frailecillos en los últimos diez o 15 años, de acuerdo con Cooper, del Smithsonian.
El pajarito de color claro, con patitas amarillo-anaranjadas y una banda negra alrededor del cuello, se mueve a saltos en la playa y come pequeños animales marinos y huevos. Su número baja por la pérdida de su hábitat y por las aves rapaces.
La recuperación del ave nacional de Estados Unidos, el águila calva, es un verdadero triunfo. Pero en un sector de la costa del estado de Maine, representa un problema para el cormorán grande.
«Cuando aparecen las águilas, los cormoranes adultos se van de sus nidos», dijo Don Lyons, científico del Instituto de Aves Marinas de la Sociedad Nacional Audubon.
Las gaviotas y los cuervos se comen los huevos de los cormoranes y sus crías. «Si sucede esto varias veces, puede desaparecer toda una colonia», dijo Lyons.
Su equipo recluta voluntarios para que se congreguen cerca de los sitios donde van los cormoranes y espanten a las águilas.
En el sur de California, los charranes y los chorlos no son rival para los halcones peregrinos, que, igual que las águilas, repuntaron tras la prohibición del DDT.
El Zoológico de San Diego y la Wildlife Alliance han contratado a un cazador de halcones para que los capture y los tenga encerrados durante el invierno o los lleve al norte de California y los suelte allí. Algunos se adaptan al nuevo territorio, mientras que otros regresan, de acuerdo con el ecólogo Nacho Vilchis.
«Si hay un ave que causa problemas porque sigue regresando, pedimos permiso para matarlo, pero eso se da muy rara vez», expresó Vilchis.
Organizaciones de pescadores dicen que las focas pueden amenazar los peces que los reguladores tratan de salvar tras décadas de una pesca excesiva. Hay quienes proponen que se permita la caza de focas para reducir el crecimiento de su población.
«Las focas verdes son sin duda uno de esos casos en los que la recuperación de una especie genera tantos festejos como preocupaciones», dijo Kristina Cammen, especialista en mamíferos marinos de la Universidad de Maine, quien sostiene que las focas son una amenaza menor que los humanos.
Los conflictos entre especies que repuntan y las que corren peligro no indican que algo no funciona, según los científicos. Simplemente se podría estar volviendo a un estado natural de las cosas, antes de que llegase el hombre.
Las relaciones entre predadores y presas son complejas y cualquier intervención es complicada, dijo Stein, quien plantea que a veces es mejor enfocarse en proteger el hábitat y promover migraciones naturales que en «tomar medidas caprichosas».