Chihuahua, Chih.— Al menos mas 20 personas han sido asesinadas desde que estalló una nueva pugna al interior del Nuevo Cártel de Juárez, tras la captura de uno de sus líderes, Sergio M. P., alias El Menchaca, lo que ha desatado una ola de violencia en el estratégico corredor criminal que va del municipio de Aldama hasta Ojinaga, en la frontera con Estados Unidos.
La desestabilización interna se originó después de que El Menchaca, considerado un operador de alto perfil dentro de la estructura criminal, se entregara a autoridades estadounidenses en agosto de 2023, según archivos del Departamento de Seguridad Pública de Texas. El líder, originario de Las Nieves, Durango, había consolidado su poder en Chihuahua durante más de 15 años, tras el arresto de otro cabecilla, Víctor Manuel C. O.
Con su captura, el vacío de poder desató una fractura al interior del grupo. De acuerdo con información recabada por la Fiscalía General del Estado (FGE), un operador identificado como Roberto G. H., alias el 04, traicionó al cártel y comenzó a formar su propia facción con el respaldo de un viejo conocido en el mundo del narco: el grupo Los Cabrera, brazo operativo del Cártel de Sinaloa en la región de Durango.
El pacto con el enemigo
Investigaciones de la FGE revelan que el 04 habría pactado con Los Cabrera la cesión de acceso a la zona a cambio de armas, personal y recursos para disputar el control territorial. Lo paradójico, según fuentes de inteligencia consultadas, es que esta alianza implica una traición doble: el 04, integrante de una célula tradicionalmente enemistada con el Cártel de Sinaloa, buscó precisamente a esa organización para reforzar su golpe interno.
Los Cabrera son una de las facciones históricas del Cártel de Sinaloa. Fundado por Ismael El Mayo Zambada y Felipe Cabrera, su mando quedó en manos de los hermanos José Luis y Alejandro Cabrera tras la detención de sus líderes fundadores. Hoy, esta estructura busca recuperar presencia en Chihuahua, una plaza clave por su cercanía con la frontera y su conexión directa con rutas hacia Texas.
Escalada de violencia
Desde septiembre de 2024, cuando se documentaron los primeros enfrentamientos en Ojinaga, el saldo ha sido creciente: 20 homicidios confirmados, al menos 16 detenidos, tres vehículos blindados asegurados y cuatro unidades calcinadas. Ayer mismo, el cadáver de un hombre fue hallado envuelto en una lona en las letras de bienvenida del municipio de Aldama, con un mensaje presuntamente firmado por uno de los grupos en pugna.
“Estamos ante un reacomodo que no ha terminado y que podría extenderse”, advirtió un funcionario de la FGE que pidió el anonimato. “Las alianzas entre grupos históricamente enfrentados están generando nuevas rutas, nuevos operadores y, con ello, más violencia.”
La violencia se ha extendido incluso a comunidades rurales y brechas entre ambos municipios, utilizadas como rutas de trasiego y ocultamiento por las células armadas. Según fuentes federales, la zona es vista como una “franja de oro” para el tráfico de armas, droga y migrantes hacia los condados de Presidio y Hudspeth, en Texas.
El silencio oficial
A pesar de la escalada, tanto el gobierno estatal como el federal han evitado pronunciamientos amplios. La estrategia ha sido mantener un discurso de contención, sin reconocer públicamente que la región vive un proceso de fragmentación criminal que podría replicarse en otras partes del estado.
Por lo pronto, en la sierra, el reacomodo criminal sigue su curso. La captura de El Menchaca no desarticuló una red, sólo reconfiguró las piezas del tablero. Y quienes se disputan el poder, lo hacen a sangre y fuego.