De una finca de lujo a museo y espacio para la cultura
Chihuahua.- La enorme finca ubicada en los terrenos aunados a la avenida Monte Everest, casi esquina con Fedor Dostoyevski en la colonia Quintas Carolinas al norte de la ciudad, es sin duda una de las edificaciones arquitectónicas más emblemáticas de la época del porfiriato, desde su construcción en 1986, que la convierten en un patrimonio chihuahuense.
El edificio principal que tuvo una ardua labor de restauración se ha transformado en el Centro Cultural Quinta Carolina, un recinto de alto formato de espacios culturales diferentes, para lo cual se invirtieron más de 63 millones de pesos, mediante un proyecto ambicioso que inició con esta finca.
No obstante, los alrededores dejan mucho que desear ya que el camión para llegar es de pura terracería, solamente otra finca está habilitada de forma privada para eventos especiales y privados, muy frecuentemente para bodas y fiestas, pero cuatro edificaciones más como las caballerizas, casas de visita, están en deterioro constante. Sólo la capilla principal tiene un mejor aspecto y se dice que incluso hace 10 años aún se oficiaba misa.
Los alrededores resienten la irresponsabilidad de quienes suelen tirar basura como neumáticos, plásticos, cartones, vidrio, ductos de aire, esponjas, papel, cartón y desperdicio orgánico, que al aprovechar la oscuridad de la noche, dejan lo que ya no les sirve sin que nadie haga algo al respecto.
De acuerdo con la investigación del historiador Jesús Vargas Valdés, comenta que Luis Terrazas le obsequió a su esposa Carolina de Cuilty la hacienda Quinta Carolina el 4 de noviembre de 1896 en el “día de las Carolinas” como una casa de campo (Vargas Valdés, Universidad Autónoma de Juárez, 2007), alejada de la ciudad. La hacienda constaba de diferentes construcciones, dentro del perímetro del casco se encuentra la casa principal, el boliche, la portería, la capilla, el invernadero y dos quioscos, y fuera de este espacio, la casa de administrador, la cochera, el establo, la escuela, los corrales, el pozo y la casa de los peones; cabe mencionar que anteriormente existían un granero, una troje, una lechería y el rastro, sin embargo se perdieron. La obra fue inaugurada entre el 21 y el 25 de junio de 1909 con una fiesta especial a orillas del río Sacramento (Vargas Valdés, México desconocido), dentro de las actividades previas a la inauguración se realizó la línea del tranvía que daba servicio a los aproximadamente trescientos habitantes que tenía la hacienda, incluyendo esposas e hijos.
En 1910 las actividades de la hacienda fueron afectadas a causa de invasión territorial que convino con la Revolución Mexicana y la lucha de Francisco Villa contra “los ricos de Chihuahua” (Vargas Valdés, Universidad Autónoma de Juárez, 2007) por lo que cientos de residencias y todo tipo de negocios fueron confiscados durante la Revolución. Después de la derrota de las fuerzas villistas el gobierno de Venustiano Carranza devolvió el inmueble a la familia Terrazas.
A la muerte de Don Luis Terrazas, la Quinta Carolina pasó a ser propiedad del señor Jorge Muñoz, descendiente de Don Luis Terrazas y representante legal de toda la familia. Varios años, desde la década de los años treinta, la quinta estuvo habitada y los terrenos aledaños produjeron las mejores verduras y hortalizas que se consumían en la ciudad de Chihuahua. Comenta Vargas que la Quinta funcionó desde 1923 hasta el año de 1970 a cargo del administrador Ventura Chavira, ya que su dueño Jorge Muñoz la visitaba muy poco (Vargas Valdés, Universidad Autónoma de Juárez, 2007). La mayoría de la información administrativa de la hacienda fue destruida, sin embargo algunos libros de registros, pueden ser encontrados en el Museo de la Revolución en la antigua casa de Francisco Villa.
En el libro Chihuahua, una historia compartida 1824 y 1921, Graciela Altamirano y Guadalupe Villa comentan que la crisis financiera internacional de 1907 junto con la depresión económica americana dañó la economía de la región en distintos sectores: “afectó las rutas de los ferrocarriles, subió el costo de vida y el desempleo (…). La situación empeoró todavía más cuando el estado sufrió una combinación de severa sequía en 1907 – 1908 y una helada prematura en 1909” (Altamirano & Villa, 1988, págs. 171-172).
Para sobrellevar las necesidades de la época, comenta Vargas que en los primeros años del gobierno de Óscar Flores Sánchez (1968–1974), se construyeron pozos para el abastecimiento del agua de la ciudad, esta medida significó la muerte para todas las huertas que se habían habilitado alrededor de la Quinta y, en cierta forma, todo el conjunto de adversidades provocaron también el abandono de la misma junto con todas las instalaciones que la acompañaron desde finales del siglo pasado, que dio pie a ser susceptible de ataques por vándalos que puso riesgo el patrimonio cultural de la finca.
De acuerdo con la tesis de Abril Rubio, quien pertenece a la Secretaría de Cultura, explicó que para evitar mayores pérdidas al patrimonio de la hacienda, después de quince años de abandono, en 1995 se concluye un Plan Parcial para la zona con el que se logra la donación de la Casa Grande a Gobierno del Estado, posteriormente a este hecho y a partir del año 2007 comienzan los trabajos de proyecto y construcción en pro de la conservación del inmueble, para el desarrollo del Centro Cultural Quinta Carolina, actividades que concluyen en el año 2016, con una inversión inicial mayor a 42.5 millones de pesos y con el esfuerzo de muchas personas involucradas, posibilitando a que inicien las actividades propias de un centro cultural en servicio a la comunidad.
Este plan parcial comprende los edificios que están en ruinas y también un espacio que el Municipio urbanizó como zona de parque. Este proyecto lo realizó y supervisó el arquitecto Gasón Fourzán Fierro, quien estuvo encargado de los diversos proyectos de conservación, principalmente de la Casa Grande.
El proyecto aún está vigente, sin embargo las acciones han sido detenidas, ya sea por falta de recursos federales y estatales, poca comunicación con varios de los propietarios, casi todos descendientes de Don Luis Terrazas y otros dueños de predios en las inmediaciones, que no se ha podido poner de acuerdo para una compra-venta adecuada, convenio, intercambio, entre muchas más opciones.
Anteriormente se tenía eventos por parte de la Secretaría de Cultura, muchas del área de públicos específicos con temáticas infantiles y gratuitas, pero también hacían visitas con escuelas primarias y secundarias de la zona, reuniones, conferencias y concursos culturales, como las de El Quijote, así como escuela de música y paseos programados, sin embargo debido a la contingencia sanitaria por el coronavirus (Covid-19), estas actividades están suspendidas hasta nuevo aviso.