La Juventus pagará 105 millones de euros al Real Madrid por Cristiano Ronaldo
Cristiano Ronaldo, el hombre que cambió la historia moderna del Real Madrid
La marcha de Cristiano no es sólo la de un grandísimo goleador o una estrella. Es el adiós a un icono, el más potente del fútbol actual en términos de imagen, y el adiós a una época, la más floreciente del Madrid a nivel internacional, con cuatro Champions en cinco años, después del Madrid de Di Stéfano. La operación abre incertidumbres en todos los escenarios, no únicamente en el terreno de juego.
La situación deportiva
La pérdida de un goleador con los números de Cristiano es irreparable, no hay duda. La prueba es la forma en la que el Madrid, un equipo que necesita gran producción para compensar los desequilibrios tácticos propios de los grandes clubes, se ha resentido de sus periodos de ausencia, breves, o de sequía. La pasada temporada, en la que la Liga se esfumó en el primer tramo, es un buen ejemplo. En el mercado no existe otro delantero, hoy, capaz de alcanzar sus números. Sólo Messi, un sueño imposible de Florentino Pérez. Sin embargo, la búsqueda de un goleador, o más de uno, es necesaria, además de replantear situaciones como la de Bale, que insinuó su adiós en Kiev. Los movimientos de caza mayor originan siempre un efecto dominó.
Julen Lopetegui, que arranca el nuevo proyecto, debe pensar en cómo hacer al Madrid tan competitivo como era con menos goles. Seguramente, con menos tantos en contra, con la regularidad sobre la que edificar su primer objetivo: la Liga. La Juventus, en cambio, incorpora a un goleador sobresaliente, pero la realidad es que no lo necesita para ganar el ‘Scudetto’, algo que ha hecho sucesivamente en los últimos años, con Morata, Mandzukic o Higuaín. Con Cristiano espera la Champions, y eso es otra cosa. Los títulos necesitan del contexto, y eso el portugués también lo sabe. No obstante, jugar en la Juventus después de haberlo hecho en Manchester United y Madrid es culminar una carrera con la presencia en los tres clubes más poderosos de los tres torneos de referencia, pese a la depresión de la Serie A. Cristiano es un buen antídoto para combatirla.
La operación económica
La operación perfecta en el fútbol es que la venta de un jugador se produzca después de que haya dado un alto rendimiento deportivo y, además, su salida deje beneficios. Es decir, se genere una plusvalía con respecto al precio por el que se adquirió. El Madrid puede afirmar que ambas se han cumplido, aunque el beneficio, pequeño, ya que el club invirtió 94 millones en su contratación, hay que ponerlo en el contexto del mercado, sometido a una inflación galopante desde la compra de Neymar por parte del PSG, a cambio de 222 millones. Buena parte del desencuentro actual se debe a la situación creada por esa operación. A pesar de que el precio por el que se ha ido Cristiano a la Juventus (105 millones) es menos de la mitad de lo pagado por el brasileño, no se trata de una venta desventajosa para el Madrid, ya que el portugués tiene 33 años y el final de su carrera se aproxima inexorablemente. Es algo que la entidad blanca también ha valorado en el momento de decir no a sus peticiones. El Madrid no es un club vendedor, no persigue rentabilidades a corto plazo, pero, en cualquier caso, no puede decirse que haya realizado una mala operación en términos estrictamente económicos. La incógnita es cuánto deberá invertir para reemplazar la figura de Cristiano, a efectos deportivos y de mercado. El jugador consigue uno de sus objetivos, como era mejor sus ingresos y prolongar su estatus en los años venideros.
El modelo de negocio
El modelo de Florentino Pérez parte del principio de las grandes productoras de cine: primero las estrellas. Convertidos en iconos por la actividad con mayor exposición mediática en la actualidad, cualquier club que pretenda crecer a efectos de valor en el mercado y de explotación de derechos de televisión, patrocinadores y merchandising, debe tener alguno de esos futbolistas en su nómina. En Asia, mercado al que se dirigen los equipos, se diluye la relación sentimental con los equipos pero aumenta la mitómana. En ese terreno de juego, no hay discusión acerca de si Cristiano es o no el número uno. Reemplazar todo lo que significa y genera con otro futbolista en el mercado es, hoy, imposible. Sin embargo, el modelo impone la búsqueda de las piezas de inmediato. La más codiciada es Neymar, aunque debería acometer una OPA hostil contra el PSG e invertir, como mínimo, el doble de lo ingresado por el portugués. La ventaja para el Madrid es que tiene crédito y tiempo, porque afronta la situación en un momento de opulencia, como gran referencia global, después de ganar tres Champions consecutivas. Situarse a nivel de Madrid, Barcelona o Manchester United es lo que persigue la Juventus, alejada del ‘star system’ del fútbol, pese a sus éxitos en un ‘calcio’ deprimido y las finales en la máxima competición europea. Necesita rostros, protagonismo. El precio a pagar por ello no es excesivo en el escenario actual. Cristiano, como marca, se aleja de la pasarela del Madrid, pero acude al Madrid de Italia, a una ciudad rica, al club de una saga de empresarios y a un país creativo y exportador de imagen.
El impacto emocional
Si algo no se puede cuantificar, es el impacto emocional que la marcha de un jugador de su talla puede provocar en los aficionados y de qué forma puede condicionar los estados de opinión. A pesar de ser una de las grandes marcas de la industria del ocio, el Madrid es, en realidad, un club, una asociación sin ánimo de lucro, algo que parece irónico en una actividad en la que se pagan los mejores salarios, no sólo a los futbolistas, y se cobran las entradas más caras del mundo del espectáculo. Ningún jugador es eterno, es cierto, pero el número de grandes jugadores que ha dejado el Madrid entre polémicas, desde Di Stéfano a Cristiano, señala un mal de nuestro fútbol. El portugués, no obstante, nunca ha sido un personaje de consenso, ni siquiera en el madridismo, por lo que el desgaste emocional puede ser menor de lo esperado. Para los hinchas de la Juventus significa una inyección de autoestima, pues se trata de una simbólica victoria sobre un rival, aunque pronto exigirán correspondencia. Cristiano, por su parte, ha reclamado reiteradamente ser querido, porque en su opinión no lo era lo suficiente en España, donde además ha sido condenado por haber cometido delito fiscal. Sin embargo, el astro desconoce algo de sí mismo, y es que nada le estimula tanto como ser odiado.
El desgaste del presidente
La decisión de no atender la totalidad de las peticiones económicas de Cristiano y, por tanto, abrirle la puerta del Madrid, es de alto riesgo para Florentino Pérez. El momento es, además, delicado, pues la salida se produce al mismo tiempo que la de Zidane, el entrenador que ha llevado al club al ciclo más floreciente de su mandato. El crédito de lo conseguido, la ilusión por el proyecto del nuevo estadio y las dificultades estatutarias para posicionarse como opositor, permiten a Florentino sentirse seguro, pero un clima enrarecido haría sentirse incómodo a un dirigente hipersensible a la crítica. El futuro tiene la palabra, y lo único claro es lo que dice el pasado: el Madrid siempre tiene futuro, con o sin Cristiano.