Desde sus inicios, buscó instaurar un método de espionaje basado en las capacidades de percepción extrasensorial que se creía que los soviéticos estaban desarrollando. Durante 23 años probó si los “visores remotos” podían tener uso para defensa
PorDiego Durán
En medio de una habitación oscura en Fort Meade, Maryland, hay alguien solo, sentado a una mesa. El silencio es completo: así lo exige la metodología para que el sujeto, también llamado visor remoto, demuestre por qué fue elegido para la prueba.
El objetivo es simple: el visor remoto debe concentrarse en una imagen e intentar dibujarla de la forma más precisa posible. La imagen a reproducir se encuentra fuera de la habitación, en un lugar que él desconoce. Pero la Agencia Central de Inteligencia (CIA) quiere comprobar si esta persona podía superar ese obstáculo gracias a sus habilidades psíquicas. En plena Guerra Fría, esa habilidad sería clave en la recolección de inteligencia sobre los países detrás de la Cortina de Hierro.
Así nació el proyecto Stargate a inicios de 1970, una de las iniciativas más extravagantes de la agencia estadounidense: investigar y explotar las presuntas capacidades paranormales de algunos individuos en defensa e inteligencia.
En la carrera armamentística y las tensiones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética mantenían en vilo al mundo; dentro de las potencias opuestas, los gobernantes soñaban con una ventaja comparativa, incluso si estaba basada en principios metafísicos como las habilidades psíquicas. El proyecto fue una de las iniciativas que la CIA financió con la esperanza de alcanzar superioridad en misiones de “visualización remota”, capacidad con la que se podría prever ataques y obtener localizaciones o información por medio de talentos paranormales, según los documentos desclasificados de la agencia en 2017.
La existencia del proyecto Stargate permaneció en las sombras, poco más que un rumor. Sus hallazgos fueron sometidos al escrutinio de la CIA, que decidió detener las investigaciones debido a la pobreza de los resultados obtenidos.
La carrera de las armas psíquicas
La historia de los estudios sobre fenómenos psíquicos en Estados Unidos y la Unión Soviética comenzó con un informe de la Marina. La revista francesa Science et Vie publicó en 1960 lo sucedido dentro del submarino nuclear Nautilus: un miembro de la tripulación se había comunicado de forma telepática con una base militar en Maryland. El experimento exigía al tripulante identificar las cartas de un juego de baraja que, en tierra, un estudiante de la Universidad de Duke intentó transmitirle. El hombre acertó en siete de 10 casos; sin embargo, la información era falsa.
A pesar de las dudas sobre la veracidad de este relato, el Kremlin reconsideró su postura sobre la investigación de fenómenos paranormales, buscando explotar la potencialidad de estas habilidades psíquicas en la Guerra Fría. En 1987, la Academia de Ciencias de la Unión Soviética otorgó 450.000 rublos al Instituto Estatal de Investigaciones en Inmunología Clínica para coordinar esfuerzos junto al Instituto de Medicina Clínica y Experimental y llevar a cabo una serie de experimentos. Entre ellos, según el cable de la CIA, se contaron la transmisión de energía mental con la que esperaban curar problemas cardiovasculares.
Los científicos soviéticos Konstantin Buteyko y Vlail Kaznacheev lideraron estas pruebas en búsqueda de armas psíquicas. Los métodos también involucraban el uso de una habitación con espejos cóncavos en cada extremo. Al centro se ubicaba a una persona, cuya energía psíquica sería concentrada por medio de estos cristales, de acuerdo con lo que esperaban.
A pesar de la falta de detalles sobre los resultados de estos experimentos, el informe de la CIA sugirió que los soviéticos habrían tenido cierto éxito en la percepción extrasensorial y la transmisión mental de imágenes geométricas. Estos avances llevaron a una carrera de armas psíquicas. En este período, Estados Unidos ya había comenzado investigaciones sobre la energía psíquica y sus posibles usos en el espionaje como visión remota.
Las bases del proyecto Stargate y sus objetivos
La preocupación de la CIA aumentó luego de que la Unión Soviética supuestamente desarrollara con éxito sus pruebas de visión remota, lo cual la adelantaría en los esfuerzos por obtener información con habilidades paranormales. En Estados Unidos esto contribuyó a la creación del proyecto Stargate; en la Unión Soviética, a crear el campo de estudios en “psicotrónica”.
En el Stanford Research Institute (ISR) de Menlo Park (la localidad de California donde hoy se encuentra el cuartel general de Meta), el proyecto encontró colaboradores como los parapsicólogos Hal Puthoff y Russell Targ. Ellos lideraron una misión precisa: identificar fenómenos psíquicos que pudieran tener aplicación en defensa e inteligencia.
Bajo el sustento de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA), el proyecto llegó a obtener la supervisión militar del teniente Frederick Holmes y el mayor general Albert Stubblebine hasta 1987. Al principio, la meta impuesta para los visores remotos fue descrubir información sobre cargamentos de drogas, bases militares o la presencia de espías en determinadas zonas. La única información que tenían para lograr el objetivo eran coordenadas en un mapa y sus presuntas habilidades psíquicas.
Esta primera fase del proyecto, escaneo por coordenadas, fue bautizada Scanate. Durante años tuvo resultados considerados inicialmente positivos en la CIA; adoptó varios nombres, como Sun Streak y Grill Flam, hasta quedarse como Stargate, de acuerdo con CNET. Entre los supuestos logros de las operaciones resaltan el descubrimiento de un espía del Comité para la Seguridad del Estado (KGB) en 1980 en Sudáfrica y la localización de armas soviéticas en 1979, según The Guardian.
Los psíquicos del proyecto Stargate
Los esfuerzos del gobierno estadounidense por dotar de energía psíquica a las fuerzas militares atrajeron a 20 personas, que se autoproclamaron poseedoras de habilidades paranormales, durante los 23 años que operó el proyecto Stargate. Con estos visores se desarrolló una técnica paranormal de espionaje, llamada Canal perceptual a kilómetros de distancia, que se basaba en la capacidad de percibir objetos, personas y sucesos a distancia.
Los psíquicos Ingo Swann y Uri Geller formaron parte clave en las investigaciones. Ambos ya eran considerados artistas reconocidos cuando comenzaron a colaborar con la CIA; aunque el primero mantuvo un bajo perfil durante los experimentos y enfocó su atención en el debate sobre la vida extraterrestre. Fue Geller quien gozó de una reputación discutida dentro y fuera de la agencia por sus controvertidos talentos al demostrar ante la televisión estadounidense que podía doblar cucharas con el poder de su mente, de acuerdo con ABC.
El hombre llamó la atención apenas iniciaron los experimentos en agosto de 1973. La CIA intentó confirmar las capacidades de Geller al encerrarlo en una habitación sellada, donde debía replicar los dibujos que otras personas hacían en un cuarto alejado. Los resultados persuadieron, al menos de forma parcial, a los investigadores, según los documentos desclasificados de la agencia.
Pese a las afirmaciones de los experimentos, el mentalista nunca convenció al mundo de sus supuestos dones. Incluso existe una anécdota según la cual Geller intentó, sin éxito, probar ante el físico Richard Feynman que poseía capacidades paranormales. Tras la publicación de los archivos sobre el proyecto Stargate en 2017, Geller declaró que esos registros muestran apenas la punta del iceberg.
Los documentos desclasificados confirman las operaciones que los visores debían desempeñar. La mayoría de ellas se enfocaban en el espionaje de quienes eran considerados amenazas para la seguridad nacional debido a sus actividades ilícitas con el narcotráfico. Pablo Escobar aparece como el principal blanco de las visiones remotas.
En el archivo se transcribieron las actividades del proyecto número 9002-B realizado en marzo de 1990. En la prueba un entrevistador solicitó a un visor que describiera la ubicación de Escobar como en una fotografía aérea con las coordenadas encriptadas: 70207B/939117. El psíquico identificado bajo el código 025 dibujó un edificio, la supuesta morada del capo de la cocaína. La CIA decidió clasificar la información del espionaje psíquico como “datos operativos disponibles con solicitud previa”.
Un caso similar sucedió en el archivo fechado el 22 de marzo de 1990. Esta vez, el agente pidió al mismo visor que proporcionara datos sobre una operación de contrabando de drogas. Las coordenadas fueron removidas del archivo. El sujeto de la prueba unió la poca información que le habían proporcionado con tres narcotraficantes a bordo de un barco pequeño.
Describió la ubicación en la que se encontraba el barco: latitud 17° N y longitud 74° O, al sur de Haití, en el mar Caribe. Según el psíquico, el destino final de la embarcación era 27° N-82° O, sobre Tampa, en Florida, en el Golfo de México. Por último, aseguró que el buque transportaba cocaína.
La conclusión del entrevistador se centró en aclarar que, pese a desconocer los datos operativos reales para la comparación, era imposible realizar una evaluación objetiva. “Por lo que se sabe de la misión”, agregó, las localizaciones proporcionadas eran cuestionables y les otorgó un 20% como estimación de confianza.
No obstante esos reveses, el proyecto Stargate perseveró. Además, fue tan analizado que se desarrollaron más artículos al respecto como “Detección autónoma y observación a distancia”, escritos por Marilyn J. Schlitz, del Laboratorio de Ciencias Cognitivas, y Stephen LaBerge, del Instituto The Lucidity. El resultado de estas investigaciones sugirió que se activaban distintas áreas del sistema nervioso en tareas psíquicas; sin embargo, se aclaró que se necesitaban aún más análisis para comprender los efectos de la “Visión Remota”.
El final del proyecto Stargate sin resultados trascendentes
El proyecto Stargate finalizó y se desclasificó en 1995. En medio de la polémica, un comité del Senado estadounidense tomó la decisión solicitar a la CIA una evaluación exhaustiva. La incertidumbre en torno a los fenómenos paranormales y la percepción extrasensorial llevaron a la agencia a buscar una evaluación imparcial del Instituto Americano de Investigación (AIR).
El AIR, a su vez, contrató a la parapsicóloga Jessica Utts, de la Universidad de California, y al escéptico Ray Hyman para analizar las investigaciones. La conclusión de ambos fue que aún se carecían de demostraciones convincentes. Tras evaluar que la visión remota no tenía valor en operaciones de inteligencia, las autoridades recomendaron poner fin al proyecto Stargate, tras 23 años y unos USD 20 millones de costo.