Luis Miguel CruzPredecir el fin del mundo es una labor imposible, lo que no ha impedido que muchos lo intenten. Más allá de profetas y predicadores, esto incluye algunas de las mentes más brillantes en toda la historia de la humanidad, quienes han recurrido al conocimiento científico para alertar sobre los distintos elementos que nos acercan peligrosamente al día del juicio. El esfuerzo más importante de este tipo es sin lugar a dudas el Reloj del Apocalipsis. Sus orígenes se remontan a 1945 cuando un grupo de investigadores de la Universidad de Chicago vinculados con el Proyecto Manhattan creó el Bulletin of the Atomic Scientists (Boletín de Científicos Atómicos) para advertir al público sobre las consecuencias negativas del mal uso de la ciencia y la tecnología. Una preocupación que se disparó con la detonación de la bomba atómica que puso fin a la II Guerra Mundial y que marcó el inicio de una era nuclear que aumentó todavía más la tensión global.
La situación más peligrosa que jamás haya enfrentado la humanidad
La portada de su primera publicación agendada para junio de 1947 fue encomendada a la artista Martyl Langsdorf, quien inicialmente consideró el símbolo del uranio para exaltar la amenaza atómica, para luego decantarse por un reloj que representara la sensación de urgencia de la entidad y el poco tiempo que teníamos para controlar esta nueva fuerza que podía tornarse desastrosa. Aunque en su momento explicó que las manecillas leían siete minutos para las doce porque “se veía bien a la vista” , la hora terminó convirtiéndose en el punto de partida rumbo a una medianoche que simboliza un fin de los tiempos que cada vez parece más cercano. Sólo pasaron dos años para que el Reloj del Apocalipsis avanzara por primera vez y de un modo verdaderamente alarmante al señalar tres minutos para la medianoche. Desde entonces se mantiene como una perturbadora representación simbólica de una carrera contra el tiempo y sobre todo contra nuestra propia naturaleza. Después de todo, pasan los años y el ser humano parece empeñado en su destrucción, no sólo con una guerra nuclear, sino con muchas otras crisis que se han sumado a la lista de amenazas que atentan contra nuestra existencia: escalada militar, cambio climático, tensiones políticas y pandemias.Un minuto y cuarenta segundos para el fin Con más de 70 años de existencia, el Reloj del Apocalipsis ha perdido parte de su fuerza simbólica al convertirse en una advertencia continua que nunca parece concretarse y en un elemento recurrente de la cultura popular. Esto incluye películas como Dr. Insólito o Cómo aprendí a no preocuparme y amar la bomba (1964), novelas como The Impostor (1977), canciones como The Call Up (1980), episodios de televisión como Doctor Who: Four to Doomsday (1982) y novelas gráficas como Watchmen (1986). No lo descuidemos, pues hoy más que nunca debíamos prestarle atención. Se ubica actualmente a sólo cien segundos de la medianoche, siendo ésta su hora más cercana al fin del mundo en toda la historia. Nunca, ni siquiera en el punto más crítico de la Guerra Fría habíamos corrido tanto riesgo. El Boletín marcó esta hora en 2020 a causa de “ dos peligros existenciales simultáneos — la guerra nuclear y el cambio climático — que se ven agravados por un multiplicador de amenazas , una guerra de información cibernética, que socava la capacidad de respuesta de la sociedad”. El horario fue preservado en 2021, pues si bien Estados Unidos y Rusia renovaron su tratado de desarme nuclear, esto no evitó los avances en los arsenales nucleares del mundo. A esto sumemos la vacunación masiva contra la Covid-19, aunque empañada por el continuo riesgo de mutaciones. La situación es alarmante y la entidad concluye que estamos ante “la situación más peligrosa que jamás haya enfrentado la humanidad”. Casi parece que nuestro tiempo está contado, pero lo cierto es que todavía hay esperanza. Así lo demuestra un recorrido por el propio horario simbólico. El uso de armas nucleares puede tener graves consecuencias
No es la primera vez que las manecillas se ubican en una posición crítica . Ya sucedió en 1953 cuando ha hora señalaba dos minutos para la medianoche por el desarrollo de la bomba de hidrógeno en Estados Unidos y Rusia. El horario se mantuvo hasta 1960 cuando dio su primer retroceso que lo dejó en siete minutos, un margen que aumentó todavía más en 1963 al quedar en doce minutos. Las alarmas volvieron a sonar en 1984 cuando indicó tres minutos, para ir recuperando posiciones hasta que en 1991 indicó 17 minutos que se mantiene como la marca más favorable en toda su existencia. Todo ha sido cuesta abajo desde entonces, lo que para nada evita que podamos volver a levantarnos.Ganando tiempo El 2022 inicia con buenas noticias, luego de que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU –China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia– emitieran un comunicado conjunto para manifestar que “ una guerra nuclear nunca será ganada y no debe ser luchada . El uso de armas nucleares puede tener graves consecuencias, por lo que reiteramos que estas armas deben ser únicamente utilizadas para fines de defensa y para prevenir guerras […].Reiteramos la validez de nuestros comunicados anteriores y aseguramos que ningún arma nuclear apunta a otro país”. Aunque la pandemia continúa, tampoco podemos olvidar el incremento en los índices de vacunación contra la Covid-19 en casi todo el mundo. Ahora esto también incluye a África luego de que distintos países le brindaran apoyo para evitar el surgimiento de nuevas mutaciones de alto riesgo como la Omicrón. Autoridades sudafricanas aseguran que el pico de infecciones ha sido rebasado y que la curva finalmente empieza a bajar. A esto se suman esfuerzos importantes desde el 2021, como la permanencia de los Estados Unidos en la Organización Mundial de la Salud, así como su regreso al Acuerdo de París. Ambos orquestados por Joe Biden luego de que Donald Trump se deslindara de ambas iniciativas. Han pasado más de 70 años de que el Reloj del Apocalipsis fuera puesto en marcha y aunque nuestra continua supervivencia ha provocado que algunos cuestionen su función, el Boletín invita a la sociedad a no confiarse y a continuar luchando por reducir los riesgos que nos aquejan. “Mientras existan armas nucleares y puedan usarse, también existe el riesgo de que podamos destruir la civilización” asegura la entidad en su sitio oficial . Del mismo modo, mientras el clima de la Tierra continúe cambiando, corremos el riesgo de sufrir las posibles consecuencias. Los seres humanos inventaron tanto las armas nucleares como las máquinas impulsadas por combustibles fósiles que contribuyen al cambio climático; sabemos cómo funcionan, por lo que presumiblemente podemos encontrar formas de reducir o eliminar el daño. Pero necesitamos una cooperación concertada en todo el mundo para evitar calamidades ”.