Presentan Amor Caravanero en la Universidad Pedagógica Nacional de Chihuahua
Eduardo Arredondo Delgado
Marco y Adriana, jóvenes centroamericanos coincidieron en una caravana abultada de migrantes. Ambos, como todos, buscando el anhelado sueño americano. No querían saber nada de nadie, salvo llegar a esa lejana tierra prometida, llena de ideales escasos y fantasías que a muchos los lleva a la muerte por vender sus almas al inmisericorde dólar y creer-los migrantes- que ellos no son nada debido al consumo y a la carencia de raíces.
Entonces los jovencísimos migrantes se encontraron con una mirada fugaz y pese a la poca comida, la poca seguridad y el corazón casi marchito tuvieron una oportunidad de vida. Esa ingenuidad que lucha contra el mundo y contra todo. Primero como desconocidos, para después en circunstancias precarias convertirse, en un equipo de salvación, o lo que se le pareciera.
Por raro que parezca en medio del dolor y de la incertidumbre de una caravana, la hondureña y el salvadoreño se conocieron en un patio de un albergue en algún lugar del sur de México cuando los dos jóvenes se preparaban para recibir una valiosa comida, tuviera sazón o no. Eso no importa cuando no hay alternativa, cuando no hay más.
Ella, Adriana, nacida en Honduras, ocho años mayor que Marco, un joven salvadoreño soñador, sembraban la posibilidad de una relación quizás amistosa o de pareja. Porque el amor es químico, carnal o hasta espiritual.
Sin edad, sin nacionalidad y con una leve oportunidad de configurar un futuro, la llama surgió entre ellos, como cómplices de un delito que es amar en silencio. Pero también en la destrucción y la soledad también hay esperanza.
No tenían nada en común, al principio, pero después el vínculo de fortaleció y es ahí donde su historia comenzaría a fraguarse en secreto. Dormían separados hombres y mujeres, pero con la vista, con la sensación de cercanía se contactaban sus almas, no gemelas pero suficientes para caminar juntos.
Días después se trataron y el amor llegó, aunque tuvieron que superar duras e inclementes pruebas porque los celos y la desesperación estarían presentes en los días posteriores cuando su relación prosperaba a velocidad de la luz. Era el amor en tiempos de migración. Es precisamente, este tema neurálgico, el corazón del libro: Amor Caravanero de Óscar Misael Hernández, un antropólogo social de formación que llegó a Chihuahua para incorporarse en la Universidad Pedagógica Nacional de Chihuahua (UPNECH).
El libro digital fue presentado el pasado viernes por la propia rectora de la institución (UPNECH), Graciela Aída Velo, cuyo comentario irradió esperanza, pero también escepticismo en la relación de amor y fraternidad de los migrantes centroamericanos, aunque dio por bueno que quizás hoy Adriana y Marco estuvieran juntos. La otra comentarista, Melissa Orozco dio entrever la poca solidaridad humana frente a estos contingentes que lo mismo son repudiados como admirados por la necesidad de salirse de sus países, buscando en teoría una mejor calidad de vida, en Estados Unidos, país de grandes desigualdades pero que es el imán del dinero, de la fantasía de propios y extraños.
¿Cuántos migrantes han muerto en el intento por llegar a la Unión Americana sin saber quiénes son hasta el día de hoy? Son los que no tienen nombre diría, Eduardo Galeano.
El autor, Óscar Misael explicó que el amor, quizás liquido como ha dicho un sociólogo, también tiende puentes de solidaridad, de compañerismo y de vida.
Las caravanas de migrantes, buscando el anhelado sueño americano desbordan sueños de esperanza, pero no siempre sus finales son felices. La realidad y la crueldad humana se imponen en la mayoría de los casos dejando trunco aquellas “oportunidades” de una vida mejor.
Desde la llegada de la maestra, Graciela Aída Velo, la Universidad Pedagógica Nacional de Chihuahua ha movido hilos para darle otro carácter de vinculación con la sociedad. Porque antes era un aburrimiento total, dejando en relieve que la burocracia era más importante que el servicio a la educación en una comunidad ávida por eventos culturales.