Por el honor que un día tuvo en Iron Maiden
Eduardo Arredondo Delgado
Sorprende ver a un Paul Di’Anno vivo.
Los excesos le han dejado una profunda factura, aun así, es todavía considerado el primer símbolo de Iron Maiden.
Hoy por la noche, Paul ofrecerá un recital en el Salón Pistoleros donde recordará lo mejor de su época en la Doncella de Hierro en aquellos dos trabajos emblemáticos, principalmente “Killers” (1981).
Ahora postrado en una silla de ruedas, Paul se debate noche a noche contra él mismo y su sobrepeso.
Por fortuna los organizadores, colocaron una rampa para que sin problema alguna pueda subir, aunque su obesidad definitiva juega un papel fundamental.
A Paul Andrews -su nombre verdadero- lo acompaña un ensamble de músicos mexicanos, que han articulado bien y que por ende luego de presentaciones se saben perfectamente los temas de ambos álbumes.
En aquellos entonces a principios de los ochenta cuando el heavy metal parecía una amalgama de otros géneros, Paul tenía una de las presencias más notables en la escena, después se fue deteriorando luego de perderse entre los excesos.
Finalmente el precio del abuso de las drogas, el alcohol y no estar en forma fue quedar marginado de Maiden y darle la oportunidad a un joven llamado Bruce Dickinson.
Recientemente en Croacia, Paul Di’Anno, con Steve Harris el mandamás de la banda y al menos en las fotos convivieron y el grupo o el bajista le pagaron una operación costosa.
El ex astro, con raíces brasileñas está recorriendo las plazas más importantes de México. Puede ser la última vez en un concierto que seguramente será uno más del recuerdo.
Paul fue el frontman soñado de una gran banda, la oportunidad la tuvo y se le fue de las manos. Para él no habría una segunda oportunidad. Salvo sonreírle al futuro en una silla de ruedas, y eso no le quita su legado.
Grupos locales abren el show, quizás sean de covers.